Todos los comparecientes en la comisión del 11 de marzo hablaron de las víctimas de la matanza terrorista de Madrid. Todos hablaban pero nadie se ocupaba prioritariamente de ellas. Los políticos iban a lo suyo, a sus pugnas partidarias, a sus acusaciones al adversario, a las consecuencias electorales de aquella tragedia, a montañas lejanas, a conspiraciones mediáticas, a verdades sin fundamento y a reprobaciones sobre la actitud del Gobierno y de la oposición en aquellos fatídicos días. Tuvo que comparecer la portavoz de la Asociación de Víctimas del 11 de Marzo para que por primera vez en los cinco meses de comparecencias todos los partidos se pusieran de acuerdo. Para callarse y pedir disculpas de cómo se había desarrollado la comisión de investigación. La voz de la señora Manjón resonaba en el silencio de una sala en la que las víctimas habían sido utilizadas como «arma arrojadiza» de unos contra otros. Les acusó de hacer «política de patio de colegio» y de no tener prioritariamente en cuenta el sacrificio absurdo de 192 muertos, protagonistas involuntarios de una siniestra batalla política. La señora Pilar Manjón, vestida rigurosamente de negro, pidió la disolución de la actual comisión por otra integrada por expertos, sin partidos, que busquen exclusivamente la verdad. Sólo queremos saber lo que ocurrió, dijo la señora Manjón, quien acudió a votar el 14 de marzo cuando todavía no se le había entregado el cadáver de su hijo de veinte años caído en la estación de El Pozo del Tío Raimundo. Después de tantos días, tantas horas de comparecencia, tantas trifulcas políticas, ha bastado la voz dolorida de una madre que representaba a todas las víctimas del 11 de marzo para que la comisión quedara moralmente clausurada. Ha sido suficiente la denuncia de la señora Manjón de manipulación política para que la comisión haya perdido su credibilidad. Se puede pedir más comparecencias y más horas interminables de interrogatorios. Pero el mensaje de la señora Manjón es compartido por millones de votantes de todos los partidos en el sentido de que se ha pretendido aprovechar la comisión para continuar la bronca política que se puso de nuevo en marcha tras el vuelco electoral del 14 de marzo. El presidente Zapatero ha anunciado la creación de un comisionado para la atención a las víctimas del terrorismo. Mariano Rajoy lo ha secundado y ha admitido que se han cometido equivocaciones. En una cuestión tan dolorosa para tantos habría sido más oportuno haber empezado por la atención a las víctimas.