Me ha dado un susto el presidente Zapatero. La alerta decretada desde la Nochebuena para activar un plan de seguridad antiterrorista indica que el peligro existe y que no se trata de una medida arbitraria que movilizará a todas las fuerzas de seguridad del estado en zonas de grandes aglomeraciones. El presidente Zapatero ha pedido calma a los ciudadanos ante el despliegue contra posibles atentados. Calma, lo que se dice calma, no tenemos cuando el gobierno anuncia un despliegue de esta magnitud. Cuando estamos a la espera de las conclusiones de la Comisión del 11 M se nos anuncia que algo muy tenebroso puede ocurrir en los próximos días. Después de recuperarme del susto, pienso que Zapatero debe disponer de mucha información para tomar esta iniciativa. Tenemos un problema que nos provoca miedo, ese sentimiento incierto de las cosas que pueden ocurrir. No sé si esta medida es aceptada por las fuerzas políticas. Me da lo mismo. Lo que me inquieta es que exista la posibilidad cierta de que los terroristas puedan volver a sembrar el pánico y el dolor en cualquier punto del territorio. Está bien que se movilicen las fuerzas de seguridad para evitar una nueva tragedia. Pero ya va siendo hora de que el gobierno estudie seriamente el caldo de cultivo en el que se pueda mover el terrorismo de procedencia islámica. Hay varios centenares de miles de inmigrantes en situación ilegal. La gran mayoría de ellos son personas que buscan un acomodo en nuestra sociedad. Pero sabemos que los cerebros de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos se movieron con total libertad por las costas levantinas españolas antes de perpetrar aquella tragedia que ha cambiado el curso de las relaciones internacionales. Se pueden discutir hasta la saciedad las responsabilidades de los atentados del 11 de marzo en Madrid. Pero es evidente que los que sembraron el terror y la muerte en los trenes de cercanías de la capital española eran terroristas de procedencia islámica. ¿Cuántos inmigrantes ilegales viven y trabajan entre nosotros? Se calcula que son varios centenares de miles. ¿Qué se ha hecho de tantas leyes de Extranjería aprobadas por el anterior gobierno? ¿Qué hace Rodríguez Zapatero a los nueve meses de haber formado gobierno? Soy de la opinión de que la inmigración no es un problema sino una solución. Pero esto no quiere decir que podamos vivir con tranquilidad ante el fenómeno de miles de personas que transitan por cualquier calle sin saber quiénes son, qué hacen, de dónde vienen y qué intenciones tienen. Está muy bien el espectacular despliegue policial que se anuncia para estas Navidades. Pero hay que exigir al gobierno que controle a los miles de inmigrantes que viven entre nosotros. De la misma manera que todos tenemos que cumplir las leyes para hacer más llevadera la convivencia. No podemos ver enemigos hostiles en todos los inmigrantes. Sería un grave error colectivo. Pero lo que pedimos, simplemente, es saber quién es quién. Nada más. Con la legislación sobre extranjería vigente o con otra que se puede aprobar de nuevo. Y la responsabilidad es ahora de Rodríguez Zapatero que nos acaba de meter el miedo en el cuerpo.