La reunión entre el presidente Zapatero y el lehendakari Ibarretxe ha ido muy mal a pesar de la sobria corrección en las formas. Ha ido mal porque los mensajes que se intercambiaron durante casi cuatro horas no encontraron ningún punto en común. Zapatero rechazó negociar el plan Ibarretxe por considerar que es un error y que no se atiende a la Constitución ni en el fondo ni en las formas.
Este plan, le dijo el presidente, divide a los vascos y produce el rechazo de la sociedad española. Es un error político que conduce a un callejón sin salida. Le pidió al lehendakari que recapacitase, que volviera a empezar, que reconstruyera el consenso entre los vascos y que se moviera en el marco de la ley y de la Constitución. En cualquier caso le advirtió que mientras sea presidente del gobierno español el plan aprobado por el parlamento vasco no se aprobará.
La firme posición del gobierno fue respondida por el lehendakari con igual contundencia. Ibarretxe dijo lisa y llanamente que la voluntad de los vascos no será sustituida por la voluntad del Partido Popular y del Partido Socialista. Pidió una negociación sobre su plan que el presidente del gobierno le ha negado. Y si esta negociación no se produce Ibarretxe ha avanzado que dará la palabra al pueblo vasco.
No habló de referéndum sino de consulta que puede no tener valor jurídico pero tendrá valor político. Ibarretxe argumenta que la legitimidad del parlamento vasco no puede ser desautorizada por la legitimidad del parlamento español. El lehendakari dijo que los vascos quieren más autogobierno y que para conseguirlo hay que hacerlo con un proceso sereno, claro, enérgico y en un ambiente de calma.
Los trenes no han chocado pero marchan en dirección opuesta y circulando por la misma vía. Es cuestión de calendario. Si todo se desarrolla como se desprende de la reunión de hoy el Congreso de los Diputados recibirá el plan Ibarretxe aprobado por mayoría (con los votos de la ex Batasuna, el brazo político de ETA), lo debatirá y lo rechazará. No habrá negociaciones sobre el plan.
El gobierno Zapatero ha actuado con cautela y con tacto político. Pero el problema es serio y no se ha avanzado ni un ápice. La pelota está ahora en el campo del gobierno vasco. Si no hay negociación, Ibarretxe consultará al pueblo vasco aunque no se sabe cómo. No existe una ley que se lo permita.
La situación tiene una cierta gravedad y cabe esperar que algún tipo de contactos, aunque no sean negociaciones formales, empiecen a amortiguar las posiciones encontradas. El gobierno vasco parte de un supuesto que es muy discutible y que consiste en que la legitimidad del parlamento vasco no depende de ninguna otra legitimidad.
Si vulnera la Constitución pierde la legitimidad puesto que el estatuto de Gernika vigente es una consecuencia de la Constitución española. Ninguna de las dos partes ha amenazado con recurrir a medidas extremas. Ni políticas ni de fuerza. Pero si el gobierno vasco insiste en seguir adelante al margen de lo que diga el gobierno de Madrid y el parlamento español, la confrontación última será inevitable.