Iré el domingo a votar en el referéndum de la Constitución. Y votaré sí. No tanto al texto del Tratado sino a una cierta idea de Europa. Una Europa que ha conocido guerras y barbaries en casi todas las generaciones desde hace siglos. Una Europa que hoy vive en paz y que busca olvidarse de su perturbadora memoria colectiva. Una Europa que es el modelo social y político más avanzado del mundo. Una Europa que no quiere dominar sino humanizar las relaciones entre los ciudadanos, pueblos, naciones y estados. Una Europa en la que todos nos podamos sentir cómodos.