La química entre Bush y Zapatero es la que es. Y no tiene tendencia a mejorar después del saludo de «saloon» de un western americano, con un seco y escurridizo «hola, amigo, ¿qué tal?». Muy bien, ¿y tú?, fue la respuesta del presidente español. De este cruce de palabras no puede explicarnos Zapatero que las relaciones entre España y Estados Unidos se han normalizado. Desde el punto de vista de la personalidad de los dos líderes están bajo mínimos. Menos mal que sigue vigente aquella observación de Lord Palmerston cuando decía que «Inglaterra no tiene amigos ni enemigos sino intereses». Los intereses de Estados Unidos y de España reconducirán la situación.