La historia la escriben los vencedores a la espera de que el tiempo ofrezca nuevos datos que permitan modificarla o rehacerla. Una definición clásica y muy simple de la historia es el recuento de cuanto han hecho y han sufrido los individuos que han formado parte de grupos humanos.
Decía Isaiah Berlin que la historia es lo que los historiadores deciden que sea. Es interesante cuando uno se sumerge en una narración histórica estudiar primero al historiador.
El historiador raramente es un político o un militar, que no pueden entretenerse en recopilar todos los datos que ellos mismos han generado. Julio César o Marco Aurelio reflexionaron y escribieron sobre la guerra de las Galias o las que se libraban en los confines del imperio romano. Sus libros son imprescindibles para valorar sus hazañas. Pero no los únicos.
A los dos años del comienzo de la guerra de Iraq es el presidente Bush quien sugiere titulares ciertamente optimistas. Las elecciones han llevado a un kurdo como presidente del país, un chií es primer ministro y los suníes que tanto boicotearon las elecciones tienen a seis ministros en el Gobierno. Es un éxito objetivable.
Al conmemorar el segundo aniversario del comienzo de la guerra Bush no fue muy modesto al pintar la “marea de libertad” que sube en Afganistán, Iraq, Palestina, Líbano, Egipto y Arabia Saudí. En una arenga a las tropas cerca de su rancho en Crawford proclamó que los terroristas están perdiendo y los iraquíes asumen con coraje su propia defensa.
Es una visión política hecha por su principal protagonista que la historia se encargará de matizar. Mientras Bush hablaba a sus soldados en la base militar de Fort Hood, su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, regañaba a los nuevos dirigentes iraquíes para que no se dejaran llevar por el sectarismo y la corrupción.
El decir que en Iraq y Afganistán hay libertad porque se ha votado no equivale a que en Bagdad y Kabul las democracias estén consolidadas. Las mismas fricciones tribales, las luchas de los señores de la guerra, los enfrentamientos étnicos endémicos siguen su curso a pesar de la intervención militar. El goteo de muertos es diario.
El mismo día que Bush proclamaba los avances de la libertad en Oriente Medio, el pintor colombiano Fernando Botero presentaba una gran exposición de cuerpos deformados sobre los abusos cometidos en la cárcel de Abu Ghraib. Napoleón es juzgado en España de muchas maneras, pero también por los fusilamientos del Dos de Mayo inmortalizados por Francisco de Goya. Los lienzos de Botero también son pruebas para la historia.
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