Tony Blair ha ganado las elecciones británicas por tercera vez consecutiva. Ningún laborista lo había conseguido. Ha obtenido una cómoda mayoría aunque ha reducido su ventaja.
La guerra de Iraq le ha castigado. Pero sigue siendo primer ministro. Tiene un mandato para gobernar cuatro años más. Pero los británicos no son partidarios de mandatos personales muy largos.
Blair recogió un partido debilitado por la ideología. No intentó cambiar el país sino que cambió el partido. Recogió todo lo que le pareció interesante del thatcherismo y se situó en el centro que le ha vuelto a dar su confianza.
Pero el futuro de Blair como primer ministro es incierto. No porque el electorado lo quiera sino porque en su propio partido le van a pasar cuentas. Recordemos que Thatcher no fue descabalgada por las urnas sino por la voluntad de los «tories».
La pugna por la sucesión de Blair se planteará muy pronto. Gordon Brown espera ser el próximo primer ministro, antes de que se celebren las elecciones.