Los aniversarios sobre las tragedias del siglo pasado en el mundo han reunido solemnemente estos días a representantes de los países que las protagonizaron o las sufrieron. El gobierno alemán ha repetido las distinciones entre la responsabilidad que asume y la culpa que rechaza.
Se derrotó al nazismo con una gran alianza entre las democracias occidentales y la Unión Soviética que puso fin a un régimen intrísecamente perverso. Es muy positivo que vencedores y vencidos hayan pasado página sobre los horrores y errores de las guerras, matanzas, genocidios y demás abusos perpetrados en las catástrofes cuya triste memoria todavía perdura en los que las conocieron de cerca.
Proyectar el futuro sobre las calamidades del pasado haría inviable un orden internacional sostenible.Pero ha transcurrido ya un tiempo suficiente para que los dirigentes de hoy rescaten de sus respectivas memorias nacionales aquellas equivocaciones que contribuyeron al sufrimiento de tantos millones de personas. Los muertos por las dictaduras no son más muertos que los que murieron como consecuencia de acciones bélicas por las democracias.
Los japoneses no han reconocido ni han pedido perdón por las matanzas perpetradas por sus ejércitos en buena parte de Asia en los años treinta. Pero China ha borrado de sus libros de historia el Gran Salto Adelante de Mao que llevó a la muerte de hambre a más de treinta millones de chinos. Tampoco en las escuelas se estudian las protestas de Tiananmen de 1989.
El presidente Putin se ha colgado la medalla por haber vencido al nazismo en los frentes orientales y llegar a Berlín en el momento en que Hitler se suicidaba. Pero tiene que reconocer y pedir perdón por la privación de libertad a los países europeos que liberó y que envió a la muerte a millones de soviéticos en gulags, campos de trabajo y purgas indiscriminadas. Todo esto ocurrió y la historia se encargará de reconstruirlo y recordarlo.
Que España se sume a las celebraciones de Moscú está muy bien pero no estaría de más que el presidente Zapatero pidiera disculpas por el envío de miles de españoles a combatir con las fuerzas de Hitler con la División Azul. Francia tiene mucho que arrepentirse y la mayoría de países europeos continentales también. Cuando la guerra estaba ganada los bombarderos aliados destruyeron ciudades como Dresde y los soviéticos mataron a decenas de miles de alemanes en su marcha hacia Berlín. Todo esto ocurrió y desde la distancia en el tiempo habrá que reconocerlo porque la historia lo va a reconstruir.