El Estatut ha sido aprobado por el Parlament de Catalunya después de 19 meses de tensiones, trifulcas y contradicciones. Me alegra que finalmente se haya conseguido un acuerdo y que los que lo han impulsado expresen júbilo y satisfacción.
Si este Estatut regresara a Barcelona sin retoques y fuera sancionado por el Congreso de los Diputados mi júbilo y mi satisfacción serían también muy grandes.
Hoy es un día histórico. Pero la historia no se detiene y sigue su curso. El final de este Estatut aprobado no está todavía escrito.
Quiero hacer varias consideraciones:
1.- No es el Estatut de todos los catalanes como lo fueron el de 1932 y el de 1979.
2.- Catalunya, una vez más, mueve los cimientos del estado español para cambiar el curso de la organización territorial de España.
3.- Es un Estatut que va más allá de exigir que Catalunya se considere a si misma como una nación con raíces históricas evidentes.
4.- Se ha aprobado dentro del marco de la Constitución pero con la voluntad de que el marco constitucional permita dar un nuevo paso del estado de las autonomías a un estado federal dentro de la pluralidad de los pueblos y naciones peninsulares.
5.- Es un Estatut de corte nacionalista en una sociedad en la que no todos los ciudadanos son nacionalistas.
6.- Habrá un nuevo financiamiento, más justo y más equitativo.
El Estatut es muchas más cosas. Me interesa mucho que los catalanes podamos gozar de más libertades, de más progreso y de instituciones que garanticen los derechos de todos. Me preocupa cómo será diseccionado en el Congreso de los Diputados donde se ha dicho ya que no debería ni admitirse a trámite para su discusión.
Se ha ganado la batalla en . Hoy es un Austerlitz de la historia contemporánea de Catalunya. No quiero pensar que lo que nos espera es un Waterloo.