Se aprobará el Estatut. Se harán las fotos pertinentes. Cada uno la que más le convenga. Volverá desfigurado pero volverá. No será lo que se pretendía pero será diferente del vigente.
Se agitarán las aguas políticas y mediáticas. Cataluña será siendo el gran problema. Los catalanes vamos a ser objeto de muchas iras. Las familias del nacionalismo catalán se están disputando ya su protagonismo en la aprobación del nuevo texto.
Los socialistas, desde Maragall a Montilla, están satisfechos. El presidente Zapatero se ha salido con la suya. El tripartito catalán también. Incluso CiU se presenta como la gran victoriosa.
Dos consideraciones. La primera es que España no se ha roto, no ha muerto, puede vivir incluso mejor con una Cataluña tranquila. La segunda es que el catastrofismo del Partido Popular estaba y está más en su mente que en la realidad.
Finalmente, como es costumbre en democracia, hablarán los ciudadanos a través de las urnas. Cuando toque. En principio en las municipales y atonómicas en 2006 y en las generales en 2007.
Será el balance más interesante y decisivo.