El ciudadano ve con mayor claridad la política que los propios políticos. Porque no está obsesionado por ella, no la observa en términos de márketing ni encuestas, no da codazos para salir en televisión en hora punta ni se fotografía dando la mano o las manos con el personaje oportuno en el momento adecuado.
El ciudadano tiende a seguir la política como un servicio a sus intereses y a sus ideales y convicciones. La política no es un fin en sí misma sino un instrumento necesario para administrar los intereses contrapuetos de los ciudadanos. El político de raza no es el que mejor habla ni el que se viste con más elegancia o cambia de corbata dos veces cada día.
El político de calidad es el que precisa el significado del lenguaje y aplica o intenta aplicar lo que ha dicho. En términos semióticos, muy invocados y raramente utilizados en las redacciones, es el que resiste la pesada carga de las hemerotecas que pueden descargarse desde cualquier buscador de Internet.
Es chocante que ahora Mariano Rajoy lance sus huestes por las tierras hispánicas en busca de millones de firmas para celebrar un referéndum sobre el Estatut de Catalunya cuando hace sólo cuatro años el partido que él lidera amenazaba con encarcelar al lehendakari Ibarretxe si convocaba un referéndum para la autodeterminación en el País Vasco.
Sorprende también que Artur Mas pasara siete horas en La Moncloa, sin ni siquiera un bocadillo, para salir anunciando la buena nueva del Estatut y regresara al día siguiente de la mano de Duran Lleida para hacerse una fotografía que sellaba el pacto. Es bastante reciente la hemeroteca en la que constan las afirmaciones rotundas de CiU en el sentido de que no se podía esperar nada en Catalunya del socialismo español.
Pensaba que la máxima autoridad de Catalunya era la más autorizada y la más legitimada para los pactos importantes entre la Generalitat y el gobierno de Madrid. Unos se preocupan por las fotos y otros por la faena, sentenciaba casi desde el anonimato el president Maragall.
Los de Esquerra han acudido también a La Moncloa semi clandestinamente llevando el No en la carpeta si no se atendían sus reivindicaciones y no quedaba claro su principal protagonismo. Joan Saura también buscó y obtuvo su buena foto con Zapatero.
No sabemos quién ha pactado qué y en nombre de quién. Da la impresión de que el Estatut es de los partidos y no de los catalanes. Volverá desdibujado porque la unidad era ficticia y electoralista.