Los discursos de los nuevos y pintorescos populistas latinoamericanos citan a personajes vivos o muertos, revolucionarios, literatos y pensadores, militares y dictadores.
El repertorio del lider bolivariano, Hugo Chávez, es extenso y variado. Ahí van unos cuantos citados de forma inconexa: Marx, Mao-tse-Tung, Jesucristo, el niño Lazarito, Perón, Fidel Castro, San Martín, Eva Perón, Rosa Luxemburgo, ex combatientes de Malvinas, Pérez Esquivel, José Martí, Hebe Bonafini, Bolívar, Martin Luther King, Chomsky, Miranda, Artigas y Che Guevara.
Evo Morales es algo más autóctono y andino. En su discurso de investidura pidió un minuto de silencio para Manco Inca, Tupaj Katari, Tupac Amaru, Bartolina Sisa, Zárate Villca, Atihuaiqui Tumpa, Andrés Ibañez, Ché Guevara, Marcelo Quiroga Santa Cruz, para muchos de mis hermanos caídos, cocaleros de la zona del trópico de Cochabamba, por los hermanos caídos en la defensa de la dignidad del pueblo alteño, de los mineros, de miles, de millones de seres humanos que han caído en toda América.
Las citas de Ollanta Humalla, posible vencedor en Perú, no son relevantes hasta que no consiga su probable victoria. Las de Castro son más difíciles de sintetizar porque es el dirigente mundial que más tiempo ha hablado en público en los últimos cien años. Hay de todo y muy revuelto.
Las referencias a grandes iconos de la historia son numerosas, variadas y a veces contradictorias. Me consuela que la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, la primera mujer que ocupa la presidencia del país, de centroizquierda, es mucho más homologable y menos personalista. Agradeció la nueva presidenta al tomar posesión la “confianza que han depositado en mí por invitarme a recorrer con ustedes el camino de la libertad, de la igualdad y de la prosperidad. Este no es el triunfo de una sola persona, ni de un solo partido, ni de una coalición. Es el triunfo de todos nosotros”.
No todos los gobiernos de izquierda en América Latina son iguales. Ni todos caudillistas y demagogos. El brasileño Lula y la chilena Bachelet han construido sus discursos con coherencia y sabiendo que dependen de las urnas para revalidar sus mandatos. En Cuba, Venezuela, Bolivia y quizás Perú pretenden que el el proceso acabe con ellos para evitar el desastre. Ni rastro de la Ilustración, de Churchill, Roosevelt, Monet, Kant, Locke, Hume, Montesquieu, Platón, Hobbes, Popper, Keynes. Ni siquiera saben moverse entre los hilos de Maquiavelo y Gramsci. No llegarán muy lejos.