Francesc Pujols era conocido por académicos y estudiosos. Ahora vuelve con renovado vigor a la política catalana. El filósofo, ensayista, periodista y escritor de Martorell se declaraba discípulo de Ramon Llull y proclamó la existencia de un sistema propiamente catalán, denominado primero Hiparxiologia y más tarde Pantologia que termina con la famosa profecía de que los catalanes, por el sólo hecho de serlo, allí donde vayan, lo tendrán todo pagado.
Artur Mas promete subvenciones y ayudas para casi todo. Pepe Montilla no se queda corto y da por cierto que la vida para todos los ciudadanos será mucho más barata.
Las promesas electorales lo aguantan todo, lo toleran todo, lo admiten todo. Pero los programas electorales se quedan en papel sepia una vez que las promesas hay que contrastarlas con la realidad. Se prometió una cosa y se perpetra otra. Así es en Cataluña y en España. En toda Europa.
La política es una cosa muy seria para frivolizar con ella. Peor es que se deje arrastrar por el populismo que es lo que está ocurriendo en muchas partes del continente. Se escucha a gente, se leen las encuestas, se estudia lo que se quiere escuchar y van los políticos y hablan como si las arcas públicas y la administración de los intereses de los ciudadanos se limitaran a los discursos.
El debate en Cataluña es si los dos candidatos con opciones a presidir la Generalitat tienen que celebrar un cara a cara en televisión en catalán o castellano. Llevamos varios días con esta discusión.
Joan Fuster, el valencianista que inventó el concepto de Països Catalans, dijo en una ocasión que «puig que parla català vejam el que diu». Los partidos que pretenden presidir la Generalitat saben que la victoria dependerá de lo que voten los catalanes que llenan la calle principal del país, el centro sociológico, los que observan la política desde la distancia.
Es positivo que todos prometan qué van a hacer. Pero que no nos confundan. No hay un debate sobre programas y sobre conceptos. El debate más bien de apariencias. No somos únicos en este tema.
En Inglaterra se acaban de celebrar los congresos de los laboristas y los conservadores. gordon Brown y David Cameron se pisan en el centro de la realidad social británica. Los laboristas quieren ocupar el territorio conservador en temas como la inmigración, la seguridad y la delincuencia mientras que los conservadores se proclaman partidarios de la responsabilidad social y muy especialmente del National Health Service, el servicio universal de salud implantado por los laboristas en 1945.
Los dos contendientes penetran en el territorio del adversario. Los dos prometen la intervenciónb humanitaria del Estado. Los dos prometen con los impuestos que pagamos todos. Así cualquiera. Francesc Pujols, al menos, visualizaba la gratuidad total para los catalanes en nombre de unas ideas, utópicas, pero ideas.