No es un informe de Cáritas o de una de tantas ONG que ofrecen radiografías periódicas sobre la situación en que viven los españoles de nuestro tiempo. Los datos proceden del Instituto Nacional de Estadística en su rutinaria Encuesta de Condiciones de Vida que se publica anualmente.
Son datos oficiales que convendría fueran analizados por los gobiernos progresistas, tanto en España como en Catalunya, para ver qué se puede hacer para alcanzar un cierto reequilibrio de la riqueza y de las oportunidades de progreso para todos los ciudadanos.
Los datos oficiales nos dicen que uno de cada cinco españoles viven en la pobreza. La realidad es mucho más cruda para autonomías como Andalucía y Extremadura donde la proporción de pobreza estructural es de uno de cada cuatro.
Otra referencia que contrasta con la filosofía oficial de la paridad entre sexos es que las mujeres cobran un 40 por ciento menos que los hombres.
La estadística es una ciencia fría y descarnada que habla en términos globales y no contempla las situaciones particulares.
Pero más del 60 por ciento de los consultados en la encuesta, con rentas inferiores a los 9.000 euros, no pueden disfrutar de una semana de vacaciones.La situación de pobreza de casi un 20 por ciento de la sociedad española es una de las más altas de los 25 países de la Unión Europea.
Entre los ciudadanos que se encuentran en estas franjas de ingresos, casi un 6 por ciento no puede comer carne o pescado cada dos días y un 16 por ciento no dispone de una temperatura adecuada en su vivienda.
Esta fotografía social contrasta con las cifras multimillonarias que manejan las grandes empresas que compran multinacionales en América y en Europa por sumas astronómicas. España ha irrumpido con éxito en las finanzas y en el tejido económico del mundo democrático. Cada dos por tres aparece un ejecutivo de una institución financiera o de una multinacional anunciándonos que los beneficios del último trimestre han crecido un 30, un 40 o un 60 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior.
Me dirán que vivimos en el mundo globalizado y las leyes del mercado pasan por encima de la función arbitral y redistributiva del Estado moderno. No soy de los que me disgustan los beneficios ajenos siempre y cuando se construyan en los parámetros de las leyes vigentes.
Pero la realidad es que la globalización empeñece a las clases medias en beneficio de quienes cada día tienen más y agrandan el número de los desfavorecidos que cada día están más indefensos. Es indecente.
Y porqué hay tanto pobre "oficial" i las empresas financieras i aquellas que venden en mercados cautivos (agua, gas, electricidad, autopistas, aeropuertos, inmobiliarias… les suena La Caixa?) declaran incrementos de beneficios del 30, 40% y hasta el 60%?
La gente es pobre porque paga hasta un 60% de lo que gana por el alquiler o la hipoteca de su vivienda, más unos 200 euros/año en comisiones a los bancos, más unos servicios básicos que, al parecer, enriquecen a las compañías suministradoras (sin que podamos eludirlas aun estando en un mercado supuestamente liberalizado).
Lo demás, la comida, la ropa, el ocio, sube discretamente.
Algo no funciona en nuestro sistema. Y algo tendrían que hacer los sucesivos gobiernos, se etiqueten como se etiqueten (entesa, izquierda, progresista, solidario, liberal…), cuya política siempre resulta estar al lado de estas grandes compañías.
Algo huele mal, creanme.
http://latramapolaca.blogspot.com/
///ENRIC///
Totalmente de acuerdo contigo Breederss, no era una crítica más bien una constatación de cuanto decías con total razón.
@enric
Ya se que estan incluidos , pero por la dinamica en que estamos de piramide invertida , esto solo puede ir en aumento y el gran drama es que con setenta ochenta años ya no tienes capacidad de reaccion y es muy facil que te queden quince años de vida y eso es una crueldad indecente.
///ENRIC///
Breederss, los ancianos ya están incluidos en esos milones de pobres que ya existen, son los primeros en padecer la situación, cuando sus familiares no les puedan ayudar será un drama terrible y eso está a la vuelta de la esquina, comparto la opinión de Bartolomé sobre la falta de ética en la estética de muchas personas, es un insulto pagar cientos de euros por un pantalón roto o una cazadora por mucha marca que tenga, es algo vergonzoso.
el problema grave lo van a tener los ancianos , seran lo nuevos pobres y lo peor si capacidad de reacción . Este sera el gran proble social de los proximos veinte años.
PERE@ te has quedado a gusto ¡eh!, pero te confieso que yo estoy peor, me repatean también esos que van con uniformes de solidarios.
Si pienso en lo que podía pagar hace unos años con mi sueldo veo que mi nivel de vida ha disminuido de forma alarmante, sigo trabajando en lo mismo, con el mismo sueldo actualizado, pero hoy no llego a final de mes sin apretarme el cinturón, no soy pobre o eso me creo, pero voy trampeando los problemas a base de echar más horas a mi espalda, no soy pobre ni quiero serlo, no me gusta la estética de quienes van de harapientos para jugar a ser de la clase oprimida, los pantalones rotos de mil euros, las barbas de tres días y el pelo despeinado recien salido de la peluquería, no me gusta todo auqello que sólo pueden hacer los que se lo pueden permitir por su situación privilegiada para jugar a ser lo que nunca han sido ni nunca serán, no es envidia es simplemente que no me gusta que se rian de mi jugando a ser solidarios de pacotilla.
PERE.
Mucho me temo que yo acabaré siendo uno de esos pobres cuando pinten bastos, ya temo el día que me jubile y los cuatro duros que me quedarán, no me consuela nada saber que las empresas ganan tantos miles de millones, se me queda una cara de idiota que es para verla.
J.Vilá.-
Sr.Foix: En una época de bonanza económica existen en España más de ocho millones de pobres, no quiero ni pesar que pasará el día que pinten bastos.
Decía Vd ayer algo sobre el engaño de los videos y acabo de ver en la televisión un videoclip de cierto cantante famoso disfrazado de pobre y en un callejón cochambroso, seguro que venderá miles de discos y videos, para muchos la pobreza es un negocio y una forma de estética. Toda esa falta de ética, así como los beneficios no reinvertidos de las grandes empresas en paliar esta situación, también es indecente.