Los franceses acudieron a votar en masa. Como en 1965 y como en 1974. Con una participación del 83.8 se puede considerar que la abstención fue técnicamente nula.
Es la tercera vez en la historia de la V República, fundada por De Gaulle en 1958, que los franceses se movilizan porque su interés por decidir la presidencia no ha dejado prácticamente a nadie indiferente. Es un tópico muy extendido que la política se ha alejado de las gentes y que no interesa a la mayoría de ciudadanos. Los altos índices de abstención en toda Europa abonarían esta tesis.
Pero no es así cuando un país sabe lo que se juega en unas elecciones que designan al representante que tiene que arbitrar los intereses contrapuestos de todos.
Tampoco es del todo cierto, al menos en Francia esta vez, que la separación entre derecha e izquierda haya quedado desdibujada por terceras fórmulas que rompan el bipartidismo clásico.
Los resultados de la primera vuelta son conocidos. Nicolas Sarkozy ha conseguido el 31 por ciento de los votos superando los resultados que obtuvo Chirac en sus dos victorias recientes, la última, por cierto, sumando en la segunda vuelta todos los votos de franceses que querían frenar el paso a Le Pen, el candidato de la extrema derecha que se batía con Chirac.
Sarkozy ha aglutinado el voto del miedo de Francia. Miedo por haber perdido peso en Europa, miedo porque la globalización, mundialización en versión francesa, ha debilitado su competitividad en el mundo, miedo a que la cultura francesa sea un apéndice de la anglosajona en versión inglesa, miedo incluso a que la lengua castellana sea más de referencia que la francesa.
Ségolène Royal ha demostrado que el partido socialista existe y no ha pasado por el ridículo de 2002 cuando el candidato y ex primer ministro Jospin fue superado por unas décimas por Le Pen y quedó fuera de la segunda vuelta.
Royal no era la candidata preferida del partido. Pero la izquierda la ha votado para evitar una catástrofe como la de 2002 sin que ella tuviera que identificarse con un partido osificado en el conservadurismo de izquierdas.
Ségolène copió la fórmula Blair que alivió la carga ideológica de los laboristas británicos, pero no ha conseguido batir a un Sarkozy que sutilmente arrastró a bolsas de extrema derecha prometiendo seguridad, ley y orden al precio de exhibir una dureza de fondo y forma que pueden perjudicarle en la segunda vuelta.
La contienda del 6 de mayo se va a plantear en dos planos diferenciados. El de los programas, por una parte, y el de la personalidad de los dos candidatos, por otra. Observando los datos fríamente, Sarkozy parte con una cómoda ventaja, sea cual sea la consigna del candidato centrista, François Bayrou, que tiene que pensar en las legislativas que vienen y asegurar el mayor número de diputados de la UDF posibles en la nueva Asamblea Nacional.
Pero en el cara a cara televisivo entre Sarkozy y Royal del 2 de mayo se puede inclinar la balanza decisivamente hacia cualquiera de los dos candidatos. Depende si los programas son más importantes que las personas.
Royal tiene un toque autoritario pero su perfil es más amable, más humano y más tranquilo que el de Sarkozy, un hombre que puede asustar a los franceses que quieren reformas pero no bruscas y rotundas como las del hasta hace poco ministro del Interior.
Me decía un político catalán muy conocido que se inclinaría por Royal pero que a Francia y a Europa le convienen que gane Sarkozy porque tiene más autoridad. Este es el temor de Sarkozy, su autoridad, y no sorprende que propusiera un debate sobre las ideas y no sobre las personas. Son los franceses quienes eligen y nos sacarán de dudas en dos semanas.
@ Isarn: Absolutamente en desacuerdo con elecciones en día laborable!Justamente por que es, además, un deber,debe hacerse en festivo y no desorganizar más de lo necesario la marcha del país.Un saludo
A veces antes que un Blair o un Zapatero se necesita una Thatcher o un Aznar,para poner las cosas muy tensas y luego viene el cambio.Me parece que Sarkozy puede ser el dinamitero que Francia necesita.
Lo de la alta abstención son tonterías. El derecho a voto también es un "deber". Así que si les preocupa tanto esa abstención que hagan elecciones en día laboral y que los trabajadores posean 2 horas de trabajo para votar, ya veremos que índices de votación hay entonces.
Que fácil es quejarse y no poner soluciones.
Sobre las elecciones francesas, "el pescado está vendido".
Isarn
Los franceses han ido a votar en masa para no perder su estado benefactor, temen perder lo que les da el papá estado ahora.
J.Vilá.
Sr Foix: Sea cual sea el resultado final, chapeau por conseguir tan alta participación, ya nos gustaría,aquí, tener un índice parecido! Un saludo
Sr,Foix: Es sencillo convencer a los que piensan como uno mismo, pero ahora a los dos contendientes les toca convencer a los que desconfian de ellos, ya veremos quién es más convincente o quién miente mejor…
Sin querermelas dar de listillo, a Rodríguez Zapatero le llamaban Bambi antes de las elecciones.
Y ya hace tiempo que nadie usa ese mote.
Saludos.