Rusia salió derrotada y humillada de la guerra fría. Perdió el control de la Europa central, de los países bálticos y de varias repúblicas asiáticas que hoy son independientes estados soberanos. La Unión Soviética imperial siguió la senda de la Rusia zarista. Conservó y aumentó sus dominios.
Lenin prometió liberar la cárcel de los pueblos que habían construido los zares desde Iván el Terrible. Pero su promesa ni siquiera llegó a cumplirse. La Unión Soviética se convirtió en una gran potencia militar, geográfica y política. Su intento final para ampliar sus fronteras al invadir Afganistán marcó el comienzo del fin del imperio.
Todo se vino abajo cuando Boris Yeltsin, enterrado solemnemente con los ritos ortodoxos en la catedral de Cristo Salvador, destruida por Stalin y reconstruida por el mismo Yeltsin, fue concediendo la independencia a cuandos la solicitaban. Incluso la vieja Ucrania de la que nació la Rusia histórica.
Putin se ha recuperado del susto. Quiere volver a ser una potencia en el mundo. Dispone de mucha energía imprescindible para Occidente y un territorio que cuentda con once franjas horarias. Es el país más grande territorialmente del mundo.
Cuando Yeltsin abrió los archivos históricos en los que constan las atrocidades cometidas por el stalinismo y por el régimen soviético se descubrió lo que había pasado. El mismo Putin pidió perdón por la «guerra de invierno» que en 1940 sometió a Finlandia.
Pero este revisionismo histórico se ha terminado. Putin ha lanzado avisos serios a sus «vecinos cercanos» que Moscú tiene que decir su última palabra en todos los cambios que se produzcan a su alrededor.
Los últimos acontecimientdos en Tallin, capital de Estonia, marcan la política del Kremlin en el próximo futuro. El presidente, Andrus Ansip, y su partido reformista de ultraliberales ex comunistas, indignaron al Kremlin y a los trescientos mil rusos que viven en Estonia, al retirar el monumento soviético en recuerdo de la guerra y a una docena de tumbas de rusos importantes al cementerio militar.
Putin respondió con fuerza. En Tallin y en Moscú. Con manifestaciones, cortes de energía, gritos contra los estonios en el Kremlin, cerco a las embajadas y la amenaza de demoler la sede diplomática estonia en la capital soviética el próximo 9 de mayo que se celebra el aniversario de la victoria contra el nazismo.
La república báltica de Estonia tiene motivos para estar inquieta. Y las dos otras repúblicas bálticas, Letonia y Lituania, también. Saben que perdieron su independencia como consecuencia del pacto Molotov-Ribbentrop en el que Stalin y Hitler se repartían Polonia y en la letra pequeña constaba también la incorporación de las repúblicas bálticas a la URSS.
La Segunda Guerra Mundial empezó con la invasión de Polonia por parte de Hitler. Pero había comenzado con el pacto entre Hitler y Stalin en el que se establecía el reparto territorial de Polonia. De hecho, cuando los panzer alemanes cruzaron la frontera polaca, las tropas soviéticas avanzaban desde el Este hacia Polonia.
Para restablecer su influencia en los países ex soviéticos, el Kremlin prioriza que se olviden las barbaridades y crímenes cometidos por el ejército y la policía de Stalin al invadir territorios que habían sido independientes desde la primera a la segunda guerra mundiales.
En septiembre de 1944, por ejemplo, el Ejército Rojo liberó Tallín. No de los nazis que estaban en retirada sino del gobierno estonio. La bandera nacional y no la esvástica fueron arriadas de los edificios públicos de la capital.
Los soviéticos arrestaron al gobierno de Tallin, ajusticiaron a unos cuantos y al resto los enviaron a un gulag. Se produjo una repoblación de rusos para que la identidad estonia quedara difuminada. A pesar de ello, la independencia llegó con Yeltsin.
Pero la amenaza de una nueva incorporación a Rusia persiste. Putin controla la gran Rusia con una democracia vigilada. La privatización de las empresas no ha contribuido a la erradicación de la pobreza de la mayoría de rusos. Sólo unos cuantos espabilados han conseguido amasar grandes fortunas que disfrutan en Rusia con la benevolencia de Putin o en el extranjero perseguidos por él.
No hay que despertar la memoria de cuantos sufrieron un régimen que eliminó a millones de hombres y mujeres. Simplemente hay que pedir que se conozca la verdad de cuanto ocurrió. Antes, durante y después de la Gran Guerra Patriótica.
La política de Putin es peligrosa para la democracia de los rusos. Pero lo es más para aquellos países vecinos que buena parte del siglo XX estuvieron bajo el control estricto de Moscú que negó la libertad básica a cuantos estaban bajo el paraguas de un régimen que se cayó por sí solo por la sencilla razón de que no respetaba a la persona.
¡¡¡¡¡JUSTICIA!!!!!
Fdo. VICTIMA
Impresionante y escalofriante, Sr. Foix. Sin duda los primeros que tienen motivo de preocupación ante el expansionismo ruso son los países bálticos, pero si Rusia no encuentra su propio camino de tránsito al liberalismo los motivos de intranquilidad pueden extenderse a toda Europa. Creo que se atribuye a Georges Santayana la sentencia de que "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla". Aparentemente Europa no ha perdido aun la memoria histórica, pero a medida que por ley natural se han ido extinguiendo los supervivientes de la Segunda Guerra parece que el recuerdo, que la generación de nuestros padres tenía muy vivo, se difumina y hasta a veces parece trivilializarse. Nadie escarmenta en cabeza ajena y, en cierta manera, las generaciones que no hemos vivido la guerra no somos capaces de apreciar el inmenso privilegio que la contingencia historia nos ha deparado.
Me vienen a la mente unas palabras de James Lovelock que leí en "La Contra" de La Vanguardia hará un par de meses: «La gente se comporta como la hacía antes de la segunda guerra mundial . Entonces había la sensación de que algo terrible iba a suceder, pero todo el mundo seguía como si nada». El se refería al problema del cambio climático, pero bien podríamos aplicarlo a la situación de la civilización occidental en su globalidad.
En cualquier momento de la historia, las dictaduras débiles han sido una amenaza para su población, y las dictaduras poderosas, para las de sus vecinos.
Muy preocupante.
Saludos.
Me gustaría saber que regimen si respeta a la persona. La democracia? no la que tenemos aquí, desde luego… ni ninguna que conozca de primera mano.
Yo no me siento para nada respetado, ni siquiera atendido.
Isarn
La cosa se esta complicando , Rusia , Turquia , Irak … y Europa sigue siendo " nada" incapaz de dar respuestas , vieja , y los estados obsesionados con politicas internas que es lo que les mantiene en el poder , nadie quiere perder competencias . Hay tantas maquinarias ( administraciones) por mover que a cada paso que dan la realidad da diez .