Anoche me acerqué al cine de barrio para ver la película de Sweeney Todd. Es un film truculento, con mucha sangre, asesinatos en serie, traiciones y venganzas.
Lo recomiendo vivamente a todos los partidos que celebrarán congresos tensos y fratricidas antes del verano. No para que se inspiren en la historia del vengativo barbero de Fleet Street sino para que relativicen la política y se tomen con más distancia y caballerosidad las luchas por el poder. No hay para tanto.
La historia se publicó en Londres en 1846, dos años antes de las revoluciones que sacudieron a toda Europa. No se sabe si el relato es verídico. Pero sí verosímil en aquella Inglaterra imperial, capitalista sin misericordia, gobernando mares y océanos, «ruling the waves» con pompa y circunstancia.
El protagonista del relato es un tal Benjamin Barker que estaba felizmente casado con una rubia y bella esposa. Tenían una hija. Inesperadamente, es acusado de unos misteriosos asesinatos por los que le encarcelan injustamente durante 15 años. Cumplida su condena, regresa por el Támesis fabril y contaminado buscando a su esposa e hija. Descubre que fue arrebatada por un juez victoriano, Turpin, violando a su esposa que acabó envenenándose pero no murió.
Instala una barbería siniestra en Fleet Street y se encarga de ir degollando con navajas de plata afiladas a todos los que le pudieron dañar. Encuentra a la señora Lovett que se convierte en cómplice instalando un establecimiento en el que se sirven apetitosas empanadas con la carne de las víctimas que van cayendo a un horno después de ser degollados sin escrúpulos.
No queda nadie con vida. Solamente el niño que fue rescatado de un hospicio, un chaval desgraciado pero noble, que al descubrir la maldad que le rodea decide apuñalar al propio barbero Sweeney Todd cuya sangre sale a borbotones de su cuello y se derrama sobre la cabeza de la que fue su mujer que se envenenó pero no murió y que se había convertido en cómplice de la venganza y de las matanzas de su marido.
Todo se perpetra en el marco de un bello musical, voces exquisitas y melodías románticas, que dejan al espectador desconcertado.
Recomiendo a los congresistas de los partidos perdedores que dediquen una tarde de domingo a ver la película. Para que guarden las navajas en los estuches y no derramen más sangre de la estrictamente necesaria, es decir, que no claven los cuchillos vengativos que acaban casi siempre en su propia muerte.
Ah, y prepárense para pasar un rato riéndose de la banal historia de la venganza por conquistar una pequeña cuota de poder. No vale la pena, créanme.
Lluís, los congresistas perdedores están como para ir al cine a divertirse.
Ahora entramos en la etapa de guerras internas , creo que la politca forma parte de la industria del entretenimiento , cada día un espectaculo y el público sigue tragando . Hay un teatrillo de tertulianos , politicos , periodicos, que no paran de dar carnaza .
No estoy muy seguro que los partidos políticos sigan el consejo que Lluís Foix les ha dado, se ha abierto la veda y todo el mundo dispara contra todo el mundo, en política todo vale y más cuando hay una derrota por medio.
Un saludo.J.Vilá.
///ENRIC///
Esta vez la cosa va a terminar mal, la perdida de tantos votos en los partidos de izquierdas les va a hacer muy beligerantes con el PSOE a partir de ahora, ya tienen muy claro que es el partido que les ha quitado votos y hay que ir a por él, van a ir a degüello, al tiempo.
Sr.Foix: Vamos a tener dos problemas, el primero es que aquí nadie reconoce haber perdido aunque su partido se haya quedado en los huesos y el segundo es que los navajazos la mayoria de los partidos no necesitan perder para empezar a repartirlos.