No pasa nunca nada hasta que pasa. Se nos repite que no hay crisis, sólo pequeña desaceleración, pero hay crisis. Y no es sólo crisis inmobiliaria que, al fin y al cabo, es superable. Hay crisis energética y crisis alimentaria, dos circunstancias que afectan a gentes de todo el planeta.
La crisis alimentaria ha doblado los precios de productos básicos en un año. La espiral de la demanda no responde al mantenimiento de la producción. Habrá que inventar una segunda revolución verde.
La crisis energética no es la primera ni será la última. En los años setenta se tomaron decisiones para disminuir el consumo ante el embargo de los países productores que cuadriplicaron los precios.
Al comienzo de la guerra de Iraq, el petróleo se vendía a 26 dólares el barril. Más de cinco años después, con la guerra en punto muerto, el valor del barril ha alcanzado más de 135 dólares. Esta crisis es más fuerte que la de los años setenta porque no es de oferta sino de demanda.
Saldremos de esta crisis si sabemos afrontarla inteligentemente. No con ejércitos sino con políticas que no nos hagan tan dependientes del petróleo. Hay que consumir menos, inventar nuevas formas de movilidad sostenible, producir energía propia y no alimentar a regímenes tan poco democráticos como Dubai, Qatar o Arabia Saudí que, además, los declaramos aliados en Oriente Medio.
Es hora de trabajar seriamente en la construcción de vehículos que puedan ser propulsados sin petróleo. Es curioso ver cómo las grandes empresas automovilísticas trabajan en esta dirección. Quizás porque la defensa de las grandes compañías petrolíferas ya no se puede sostener. Hay que utilizar menos el coche.
Las manifestaciones masivas en toda Europa sobre los desproporcionados precios del petróleo son algo más que la defensa de intereses sectoriales. Son un aviso muy serio de la magnitud de la crisis.
Lamentablemente, no se atisba en el horizonte una voluntad de avanzar en el sentido de luchar seriamente contra la crisis… Zapatero y Solbes se empeñan en llamarla de otro modo (crisis suena mal y no es electoral) e insisten en la bondad de nuestra economía para sacarnos del atolladero sin un rasguño.
Pero venimos de una economía basada en la construcció y el turismo, industrias (por llamarlas de algun modo) de nula inversión en I+D, de mano de obra poco cualificada, de dinero fàcil en connivencia con los ayuntamientos.
Y así no va…
Todo lo que hoy llamamos sociedad de consumo depende de la energía, pagarla a precios desorbitados ocasionará terribles consecuencias mundiales.
También me temo que estas clases medias nunca llegarán a disfrutar de esa posición.
Un saludo,J.Vilá.
Lluís, pintan bastos y lo peor es que no se quieren enterar.
Sr.Foix: El acceso y relevo de toda una nueva clase media está en juego, jovenes, inmigrantes, mujeres, nuevos comerciantes, pequeños industriales, trabajadores de empresas reconvertidas, autónomos, ciudadanos endeudados…Estos colectivos que creian haber alcanzado un estatus social y laboral, serán los más afectados por la llamada "desaceleración económica" y son unos cuantos millones.