Houston, Texas
Se han abierto las urnas. Justo dos semanas antes del 4 de noviembre, se han formado largas colas en los colegios electorales. Han empezado a entrar los votos por correo y también se han apresurado a votar los que así lo han decidido. En el gran distrito electoral del área metropolitana de Houston, casi dos millones de votantes registrados, se contabilizaron el primer día 105.769 votos que serán los últimos en ser escrutados el día de las elecciones.
El voto anticipado es cada vez más frecuente. En el distrito de Houston, optaron por esta modalidad un 16 por ciento en 1996, un 23 por ciento en 2000, un 37 por ciento en 2004 y si los votantes del primer día se proyectaran hasta el martes día 4, el porcentaje se acercaría al 50 por ciento.
Entro en el edificio principal que controla el proceso electoral en toda el área metropolitana. Me salto la cola y pregunto por el máximo responsable de la casa, un edificio de piedra granítica protegido por guardias tejanos y con puertas abiertas. Primero me conducen al cuarto piso donde me recibe una adjunta, Teneshia Hudspeth, para facilitarme todo tipo de explicaciones y me enseña la máquina en que se va a votar. Un poco complicado. Deposito mi voto ficticio y me quedo con el comprobante. No tiene ningún valor. He votado a Lincoln, el republicano que ganó la guerra civil y abolió la esclavitud.
Minutos después llega el director, Héctor de León, un funcionario nacido en Monterrey, México, casado con la hija de un asturiano. Siguen las explicaciones que garantizan la buena marcha del proceso. La conversación deriva hacia estimaciones sobre el resultado final. El señor de León escribe también artículos. En uno reciente ponderaba que los liberales, los intelectuales y la llamada izquierda americana habían conseguido nombrar al candidato demócrata. Lo que está por ver es si en esta ocasión van a conseguir, además, que gane. No se lo he preguntado pero estoy convencido que votará a McCain.
Finalmente entra el juez que preside el voto anticipado en el área de Houston. Alguien le había indicado que un periodista de Barcelona daba vueltas por la casa y se presentó con una gran sonrisa. Conoce muy bien Barcelona desde los tiempos en los que la VI Flota atracaba en el puerto.
Su nombre es Jim Hardine, entrado en años, que me ha hecho una descripción idílica de Las Ramblas, de Gaudí y de la Diagonal. Estuvo en los Juegos Olímpicos de 1992 y ha visitado la ciudad en otras ocasiones. Qué paella y qué buen vino. Sí señor.
El director Héctor de León se retira y el juez que preside el proceso me cuenta su visión sobre las elecciones. Me enseña el carné para llevar un revólver escondido. Asegura que en Texas solamente hay 400.000 licencias para llevar este tipo de armas. Entonces es usted de la Asociación Nacional del Rifle, le pregunto. No, esto es otra cosa, me responde. Es un permiso otorgado por el estado. Funciona tan bien, añade, que en los últimos años sólo ha habido un caso de mal uso de esta licencia.
Le indico que las encuestas dan una gran ventaja a Obama. No haga caso de los sondeos porque no reflejan la realidad, me contesta. Cuando los americanos emitan su voto pensarán si un negro puede llegar a ser presidente, esta es la gran cuestión, dice. Y entonces me cuenta lo que escuchó en una conversación entre amigos pero que no salió de su boca: “la Casa Blanca es blanca. Por algo será”.
Se declara republicano pero deplora la gestión del presidente Bush que ha hecho perder el respeto que el mundo tenía por Estados Unidos. Las guerras, la crisis financiera y el desbarajuste en Washington y Wall Street, han hecho que el presidente no pueda salir al exterior sin ser abucheado. Pero no sólo en Europa sino también aquí. Fíjese, me dice, que no sale de Washington y cuando McCain lo menciona es para decir que él no es George Bush. No deja de ser fatigante para un republicano confeso que valora tan pésimamente al actual presidente de su partido.
Me paso por el Houston Chronicle, el diario de referencia en la zona. Mientras pregunto por un periodista político, atraviesa la sala el presidente del diario, un irlandés alto y robusto, y el afroamericano de la recepción le pide que me salude. Lo hace con corrección exquisita y me pregunta si tengo un “nice time in Houston”. Por supuesto, le digo. Y sale disparado con una cartera de cuero en la mano.
Finalmente hablo con Aurora Losada, una madrileña muy simpática que lleva años en Estados Unidos, y que maneja un discurso articulado, liberal, muy crítico con el sistema en todos los niveles. Es la directora de “La Voz de Houston”, la edición en castellano que pertenece al mismo grupo.
Resalta que muchos hispanos votarán por Obama pero que la candidata preferida era Hillary Clinton que se había preocupado de los problemas de esta minoría mayoritaria con muchos viajes al sur impulsando programas educativos para los inmigrantes. El hispano tejano vota demócrata porque es el que mejor le defiende. Olvídate de los Sindicatos, no existen en la realidad, me añade.
El casi 25 por ciento de hispanos de Tejas podrían dar la victoria a Obama en el Estado y entregarle la presidencia. El problema es que no tienen todavía una sensibilidad política porque no ha salido un líder que les represente nacionalmente y porque están más preocupados por su integración personal que por la presidencia de Estados Unidos.
Estas palabras del último párrafo de Foix:
"El casi 25 por ciento de hispanos de Tejas podrían dar la victoria a Obama en el Estado y entregarle la presidencia. El problema es que no tienen todavía una sensibilidad política…"
Me han recordado esas otras de Galbraith que recogía yo hace poco:
"Las cosas cambiarían mucho si los menos afortunados y los pobres recurriesen a las urnas…"
Estos días en que todo la política española parece depender de si España estará en la cumbre de Washington, sin que parezca importar ni poco ni mucho la agenda de las discusiones, sino solo si orgullo nacional quedará a salvo con la presencia de Zapatero en la dicha cumbre, valdría la pena echar un vistazo a como se hacen las cosas en los denostados -y desconocidos- EE.UU.
Si alguien tiene tiempo y paciencia, le invito a asomarse a la web del "Comité de Servicios Financieros" de la Cámara de Representantes donde se puede ver el vídeo de la sesión de audiencia a dos paneles de expertos y leer las ponencias de los mismos. Les recomiendo vívamente la ponencia de profesor Stiglitz, Nobel de economía.
¿Alguien se puede imaginar algo remotamente parecido en nuestro país?. Pues eso, como para ir dando dando lecciones…
Muy interesante el viaje que está efectuando Foix, muy interesante para él y para los que le seguimos día a día.
Un saludo, J.Vilá.
Sr.Foix: Votar a Lincoln ha sido un detalle por su parte, fue el primer presidente republicano, lo cual indica cómo han cambiado las cosas en el partido republicano desde entonces. Le dejo el famoso discurso que Lincoln pronunció en Gettysburg, sólo hay que cambiar la palabra guerra por la de crisis y se actualiza…
"Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación, concebida en la Libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.
Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil, que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar largo tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como lugar del último reposo para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido más amplio, no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han consagrado, muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restar algo. El mundo no advertirá apenas ni recordará mucho tiempo lo que digamos aquí, pero nunca podrá olvidar lo que ellos aquí hicieron. Somos más bien nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que aquellos que aquí lucharon hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien nosotros los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que de estos muertos a los que honramos tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida colmada de la devoción; que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán muerto en vano; que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de la libertad; y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no perecerá en la Tierra."