Chicago, Illinois
Están subiendo en el ascensor más rápido del mundo. Es el piso 94, pueden salir. Han transcurrido 50 segundos. A los pies se contempla la América horizontal desde la verticalidad de los grandes rascacielos de Chicago. El Hancock Observatory no es el edificio más alto de la ciudad. Pero tiene que ser el primero en algo. Tiene el ascensor más veloz del mundo y también se precia de gozar de la vista más preciosa de los cielos que se juntan en el horizonte con las aguas lejanas del Michigan, el más grande de los cuatro grandes lagos, la fábrica de viento más severa del mundo.
El rascacielos de Sears, el más alto de verdad, casi se toca con las manos. El resto de edificios que han crecido como un frondoso bosque de cipreses estirados se observan profundos. El tráfico que fluye por las autopistas y calles del gran Chicago es como las procesiones de hormigas en un día caluroso de verano en las tierras de secano.
El guía acaba aceptando con pesar que los rascacielos más altos del mundo se encuentran en Kuala Lumpur, Malasia, y en Taipeh, la capital de Taiwán. Chicago es la gran ciudad de la arquitectura americana. Aquí tiene una plaza Mies van der Roe y se distinguen los edificios de Ricardo Bofill y Calatrava que tiene proyectada una torre monumental pero se retrasa en levantarse debido a la crisis que afecta también a que la ciudad más vertical de Illinois y del Medio Oeste.
Me acompaña un guía de unos 40 años, negro y elocuente, que tiene auténtica devoción por el alcalde Richard M. Daley, hijo del alcalde anterior, Richard J. Daley, una saga de irlandeses que han gobernado la ciudad durante más de medio siglo influyendo poderosamente en la política del Partido Demócrata y en los yu t Estados Unidos.
El alcalde actual podría vivir en uno de los barrios de clase alta de los suburbios de Chicago, en el barrio de Evanston, algo así como el Pedralbes de la ciudad. Pero ha situado su residencia al lado del Soldier Field, un moderno estadio de fútbol americano que fue inaugurado en los campeonatos del mundo de fútbol y que es sede de los Osos de Chicago.
Al alcalde Daley le encanta levantarse cada mañana y contemplar de cerca la espectacular silueta arquitectónica de Chicago. El Soldier Field se levantó para rememorar a todos los caídos en acciones de guerra. Damos una vuelta por las instalaciones y todavía no constan los más de cuatro mil soldados muertos en Iraq. Pero pronto serán recordados.
Este Chicago moderno y atrevido convive con la vieja historia de una ciudad en la que se puede recorrer el itinerario de la mafia de los años treinta con las tabernas en las que urdía sus crímenes Al Capone o Lucky Luciano. Un viaje en el metro viejo que serpentea la base de los grandes rascacielos es un choque entre el pasado y el presente.
Fue la gran ciudad del cine y del teatro. Aquí cantaron Frank Sinatra, Ray Charles y Dean Martin. Ahora sólo queda la reliquia del Chicago Theatre que ha conservado el carácter y la personalidad de la época. Son personajes célebres de Chicago Nat King Cole, Benny Goodman, Louis Armstrong y Johnny Weismuller, más conocido como Tarzán.
Es también la ciudad más escultural del mundo. Merece atención la escultura de Pablo Picasso que donó a la ciudad hace más de cuarenta años. Al Daley padre no le gustaba la escultura porque no la entendía. Pero si Picasso era el artista más importante del mundo, ahí tenía que estar.
Hay un debate serio sobre si la columna romana, del siglo II, regalada por Mussolini a Chicago en los años veinte, debe seguir solitaria en la esquina del parque que bordea las orillas del lago Michigan. Mi guía negro sostiene que volverá a Italia porque fue un regalo de un dictador.
Es una ciudad que empequeñece al caminante que nota su minúscula existencia cada vez que levanta la vista hacia lo alto. El centro administrativo de la Universidad de Chicago está muy cerca de la Torre del Agua y del Grains Communication donde entro un momento para ver cómo se barajan los precios del trigo y la cebada en buena parte del mundo.
No me queda tiempo, pero estoy por entrar en la sede de la Universidad de Chicago para conversar con algún Nobel laureado y que me explique qué hacemos ahora con las ideas ultraliberales predicadas por alguno de sus más preclaros miembros del claustro académico. Están todos muy callados.
La crisis aterriza suave pero insistentemente en esta gran ciudad. También la crisis será grande aquí. He sabido finalmente por qué tantos ventanales están tapados con maderas rematadas con clavos que sustituyen a los cristales. Son las viviendas guillotinadas por las hipotecas, por las famosas “subprime”, que han sido abandonadas por impago de sus huéspedes que vivían del crédito con avales falsos.
Vienen vacas flacas que afectarán a los rascacielos, a los 34 museos que tiene la ciudad, no se puede perder la visita al Art Institute of Chicago, al tráfico aéreo del aeropuerto O’Hara, el que más vuelos gestiona del mundo, a los restaurantes, hoteles y convenciones. El tráfico aéreo ha disminuido un 11 por ciento en el último trimestre y en los restaurantes de más postín hay plaza asegurada sin reservar previamente.
Un dato insignificante revela la magnitud de lo que se avecina. En el hotel en el que me hospedo ya no sirven desayunos. Unas máquinas automáticas te lo entregan todo, pero pagando su precio justo. Eso sí, en las habitaciones se han instalado cafeteras y teteras y una botella de agua obsequio de la casa, para ir tirando.
Me dice el gerente del hotel que las convenciones con barra libre para todo se han terminado. Hay que ajustar precios. No sé si es una precaución o una imposición del mercado. El próximo presidente tendrá mucho trabajo para enderezar la situación.
@Africa, presumo que el día que conozcamos el tamaño del loro de marras nos vamos a asustar…
Sr Foix: Sus crónicas están siendo un verdadero lujo,muchas gracias!Bartolomé, también nos dirán que sólo es el chocolate del loro…y ya empiezo a estar empachada de tanto chocolate.Un saludo
En escenas que para algunos a veces recuerdan a imágenes de mítines fascistas en Europa en los años 30, los eventos electorales recientes de la fórmula republicana de John McCain y Sarah Palin están generando odio, temor, racismo y hasta amenazas de violencia contra su contrincante demócrata Barack Obama. En los mítines, las expresiones de hostilidad ante la mención del opositor superan ya no sólo las rechiflas sino hasta gritos de “mátenlo” y referencias racistas.
La crisis ha aterrizado también en Barcelona, comercios y restaurantes se muestran vacios y vayas por donde vayas es la conversación que tenemos, eso y el frio que está haciendo estos días y del cual Foix se ha librado gracias a su viaje americano.
Un saludo, J.Vilá.
Lluís; cincuenta segundos es lo que tarda mi ascensor en subir a mi quinto piso.
Bartolomé; lo de Obama a mi también me ha parecido excesivo.
Sr.Foix: Debido a esa tremenda crisis que Vd menciona me ha parecido excesivo el gasto en publicidad realizado por Obama en esta recta final electoral, no casa con los postulados que defiende y mucho menos con la política de igualdad que enarbola, esta perdida de rumbo me provoca ciertas dudas sobre quién o quienes están detrás de la financiación de Obama, le confieso que no me esperaba este final.