Cleveland, Ohio
Cada estado luce su patriotismo para lo que sea. Ohio se precia de ser el estado que ha abierto las puertas de la Casa Blanca a todos los presidentes. Dicen las estadísticas que nadie ha ganado si no se ha llevado todos los electores de este estado industrial que ahora vive uno de los momentos más decrépitos de su historia.
A media mañana me acerco al distrito electoral del condado de Cuyahoga donde se vota ya desde hace una semana. Me recibe Mike West, responsable del proceso electoral en el que se han registrado 1.112.278 electores, unos sesenta mil más que en 2004 cuando ganó Bush de forma turbia.
Han votado ya una cuarta parte de los electores de este condado que abarca el gran Cleveland. No se han escrutado los votos pero la impresión es que los demócratas van a ganar por goleada en esta parte de Ohio. Le pregunto al señor West si Obama lleva ventaja pero me contesta lacónicamente que no lo sabe. Hablamos cinco minutos y se disculpa para salir fumar un pitillo en la calle.
Disculpe pero estamos superados por la participación, me dice. Sospecho que este funcionario joven, blanco, alto y rubio votará republicano. Los negros forman una larga cola para votar. Los guardias de tráfico negros permiten aparcar en la Euclid Avenue, señoras negras mayores dirigen el tráfico de votantes y en el exterior varios negros entregan pegatinas negras que dicen: I voted early for Barack Obama.
Es el barrio más miserable de esta ciudad, un barrio negro casi en su totalidad, que también es considerada la más castigada por la crisis financiera y económica que empieza a notarse entre los más pobres y menos educados.
Nadie habría podido pensar que al otro lado de la Euclide Avenue vivía John Rockefeller hace tres generaciones haciéndose multimillonario con la Standard Oil. Esta vía central de Cleveland era conocida como la “avenida de los millonarios”. Ahora no hay ni uno.
Un padre que sigue esta serie me comunica que su hija está en Cleveland. Internet hace maravillas. Nos vemos al cabo de dos horas con Coral Cuatrecasas y su novio en el bar del hotel. Son mallorquines y ella realiza una estancia como maestra en una escuela pública primaria en la que sólo hay dos blancos. La disciplina es desconocida. La escuela tiene a sueldo a dos policías con pistolas que son requeridos con frecuencia para poner orden en las clases. Los niños de su escuela, sólo de niños, no pasan de los diez años.
Una de las causas de la crisis en Ohio y también en otros grandes estados del país es la mediocridad de la escuela pública. Hay escuelas buenas y muy buenas. Pero son muy caras. No es raro que en estos barrios, si además son de mayoría negra, Obama se lleve la mayoría de votos. Pero Ohio tiene mayoría blanca y los indecisos todavía podrían dar una sorpresa y entregar los 20 electores a McCain.
Me ha sorprendido una pegatina en la matrícula de un coche que decía: “todavía somos la primera potencia del mundo”. Lo que se juega en estas elecciones es si Estados Unidos puede mantener su hegemonía económica, militar, industrial y política sin proceder a reformas profundas. No soy de los que dan a este país por vencido. Ni mucho menos. Entre otras razones, porque el auge y el ocaso de los imperios no se producen en una legislatura y ni siquiera en una generación.
Pero el país necesita una reforma que va desde mejorar la educación de la mayoría hasta devolver un bienestar perdido a las clases medias que han visto cómo la economía crece cada año pero su nivel adquisitivo no sigue el mismo ritmo.
La reforma la tendría que hacer también McCain si ganara las elecciones. La política exterior está encallada en dos guerras inciertas en Oriente Medio y las finanzas se han desplomado por su propio peso. La intervención masiva de las arcas públicas para salvar a bancos que se hundían en la quiebra era imprescindible, dicen los expertos, pero este movimiento espectacular tendrá consecuencias negativas a corto y a medio plazo.
Ahora no hay presidente, decía el escritor John Updike en una pausada entrevista en la excelente National Public Radio que escuchaba mientras recorría las orillas del lago Erie. Hay que llenar el vacío dejado por Bush. Pero añadía el best-seller americano que algo está moviéndose si un negro y una mujer están disputándose los votos para ocupar los más altos cargos de la nación. Somos muy grandes, decía Updike, pero muy provincianos. Tenemos que salir al encuentro del mundo, entenderlo y trabajar conjuntamente aportando los valores de la libertad y la dignidad.
Me detengo en el puerto de Cleveland, el puerto de un gran lago que se helará en pleno invierno pero que tiene una vitalidad que ha sido como un ave Fénix del progreso en esta parte del mundo. Hay una cierta mística de los Grandes Lagos que a través de una serie de canales están unidos al Atlántico por el río San Lorenzo y con el golfo de México surcando el río Mississippi.
En las orillas del lago se levanta el imponente estadio de los Browns que llevan varias temporadas sin ganar ningún título. Es una metáfora de la triste crisis de Ohio que votará al próximo presidente.
@anónimo:Si no me equivoco creo que es el martes después del primer domingo de noviembre.Bartolomé, voy bien? Un saludo!
Lluís; ¿a qué se debe el votar un martes después de un lunes?.
Sr.Foix: Menos mal que el martes se vota, a este ritmo viajero va Vd a acabar con nosotros, menuda marcha lleva. Personalmente pienso que el problema de esta crisis no radica solo en ayudar a los bancos, el problema radica en saber si los bancos nos quieren ayudar a nosotros una vez ellos hayan sido ayudados…