Filadelfia, Pensilvania
Hay una mística cívica en esta ciudad que hay que pisar despacio siguiendo las huellas de la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776 y la aprobación de la Constitución en 1787. Durante diez años, Filadelfia fue proclamada la capital de los 13 estados reunidos en convención, excepto Rhode Island, y George Washington fue elegido primer presidente de la nueva nación que trasladó la capital al Distrito Federal de Washington a partir de 1800.
Se celebra un día memorable en Filadelfia. Los autobuses, trenes y autovías se colapsaron este fin de semana. Los Phillies celebraron el título de la World Series del baseball americano, la segunda vez que lo han conseguido en la historia.
Me costó llegar al céntrico hotel, con la maleta rodando por las viejas calles, prácticamente arrollado por los centenares de miles de aficionados que con sus cantos, sus camisetas rojas y bastante cerveza en sus cuerpos colapsaron el largo recorrido con confeti, cintas blancas y bufandas camino del complejo deportivo al sur de la ciudad.
Habría sido una temeridad preguntar a alguien su opinión sobre las elecciones del próximo martes en esos momentos en los que la euforia sólo se concentraba en la consecución de un título histórico. No les tengo que explicar lo que esto significa. Se aconsejó la utilización del transporte público y los trenes perdieron los horarios y la policía bloqueaba las bocas de las estaciones. Todos viajamos muy enlatados, pero gratis, una rareza en un país que tiene la endémica costumbre de cobrarlo todo.
El sábado se recuperó la normalidad con algunos aficionados durmiendo en pleno día en los parques públicos y otros emprendiendo la vuelta a casa después de una noche de celebraciones. El “Philadelphia Inquirir”, el tercer diario más antiguo de Estados Unidos, abría su edición con un titular a toda página que decía “Fans savor Day of History”.
Es en las calles de Filadelfia donde se rodó en 28 días de 1976 la película “Rocky” con la famosa escena de Silvestre Stallone, autor del guión y principal protagonista, subiendo la escalinata que lleva a lo alto del Museo del Arte escenificando la fantasía del sueño americano.
Los primeros colonos europeos llegaron a Pensilvania en 1643. Eran un grupo de luteranos suecos que se habían instalado cinco años antes en Wilmington, Delaware, y fueron subiendo estableciendo la capital que bautizaron con el nombre de Nueva Suecia, muy cerca de la actual Filadelfia.
Pensilvania es uno de los estados que determinan los nombramientos de los candidatos, deciden las elecciones y marcan la política americana en la misma medida que Nueva York, Ohio o California. La cuna institucional de Estados Unidos está aquí en la misma proporción que Virginia y Massachussets.
La aventura americana cabe situarla en la llegada de William Penn, hijo de un almirante británico que fue expulsado de la Universidad de Oxford después de haberse afiliado a la Sociedad Religiosa de los Amigos, los cuáqueros, un grupo de gentes libres que vivía la nueva religión sin dogmas, sin clero, y que rezaban en casas sin imágenes y sin símbolos.
El Rey Carlos II le debía a su padre 16.000 libras esterlinas. Las pagó entregando la Carta de Pensilvania a su hijo que le otorgaba los territorios vírgenes entre Maryland y Nueva York.
Penn y un grupo de cuáqueros llegaron a la conclusión de que en vez de vallar su propiedad la deberían abrir. En lugar de reservarla a una confesión a una secta, como hicieron los católicos de Maryland o los puritanos de Nueva Inglaterra, llamó a los perseguidos de todas las religiones que buscaban la libertad y la tranquilidad. Se perfilaba la política de inmigración que sería adoptada por Estados Unidos en el futuro.
Filadelfia se convirtió en uno de los lugares de la tierra en donde la variedad para adorar a Dios es más diversa. Iglesias luteranas, cuáqueras, mormones, protestantes de las más variadas filiaciones, católicos, un espectacular templo dedicado a la Gran Logia masónica de Pensilvania en 1873, sigue mostrando la belleza arquitectónica del comienzo. En las sinagogas judías se practicó el culto desde los comienzos.
Filadelfia es una ciudad abierta que ha mantenido la pluralidad religiosa e ideológica de los comienzos. El mejor testimonio del espíritu de esta ciudad son las silenciosas lápidas del cementerio de Christ Church en el que está enterrado Benjamín Franklin, el bostoniano que fue impresor, estadista, inventor, ministro enviado a Francia y firmante de la Declaración de Independencia y de la Constitución.
Las huellas de la innovación, la ciencia y las libertades políticas son recordadas en cada esquina de esta ciudad que se convirtió en el centro filosófico de la revolución americana. Los padres fundadores, los que escribieron los Federalists Papers, los Washington, los Jefferson y los Hamilton pasaron largas temporadas en Filadelfia cuando era el centro de las trece colonias que firmaron la independencia y la Constitución.
Es el espíritu que flota en estas calles en un fin de semana preelectoral donde mejor se entiende la historia de este país con tantas contradicciones, tantas proezas y tantos errores. Un país en el que la libertad lleva también a discrepar en todo. No estoy seguro que los padres fundadores, entre los que se contaba más de un esclavista, habían previsto que un negro podía llegar a ser presidente.
Bueno pues obama ya anunciado una de sus primeras medidas:
Obama has promised the radical pro-abortionists he will sign “The Freedom of Choice Act,” which will strike down the few restrictions on abortion in this country.
Felicidades señor foix. Su publicitado no ha tardado en mostrar las cartas. Claro, que a lo mejor estas cosas para usted no tienen importancia…, a ver si alguien le llama "radical".
El nefasto legado de Bush que puso todo tipo de trabas al aborto y el uso de embriones se viene abajo. Pero ya se sabe que Bú era mú malo (foix dixit).
Qué ilu, que viene obama.
Jordi Puigarnau L.
Lluís, gana Obama, pero no sé si alegrarme, lo tiene muy mal.
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Obama va a ganar por lo que veo y no me gusta lo más mínimo.
Sr.Foix: Sus Historias de Filadelfia me han gustado tanto como la pelicula del mismo nombre de George Cukor, me faltan Cary Grant , Katharine Hepburn o James Stewart, pero bueno soy consciente de que no se puede tener todo.