La política no es resignarse a lo inevitable sino la voluntad de cambiar las cosas con entusiasmo. La victoria de Obama en Estados Unidos ha puesto en primer plano la política como principal motor para superar situaciones de crisis y angustia colectiva.
Decía el otro día Miquel Roca en una mesa redonda para debatir los límites entre lo público y lo privado en estos momentos convulsos que había llegado nuevamente la hora de la política en mayúsculas.
Estoy de acuerdo a pesar de que buena parte de la responsabilidad de cuanto ocurre hay que cargarla en la cuenta de los políticos y de la política en general. Pero es desde la política como instrumento para armonizar los intereses contrapuestos de los ciudadanos como se van a encontrar soluciones.
Sin frivolidades y sin precipitaciones para no caer en la reacción de Woody Allen en uno de sus ingeniosos diálogos absurdos: la respuesta es sí, pero, por favor, recuérdeme la pregunta. La pregunta es cómo se va a recuperar la confianza en la política si es la política la que ha permitido que no se limitaran los excesos que tenían que haberse cortado a tiempo.
Habrá que reintroducir un viejo concepto del derecho político que es la accountability, el dar y pedir cuentas a los dirigentes que tienen que velar y garantizar el interés general. Las democracias modernas funcionan con las maquinarias de los partidos que inciden excesivamente en los poderes ejecutivo, judicial y legislativo.
Hasta tal punto que en muchas ocasiones las ideas y estrategias de los partidos tienen más en cuenta lo que decide un núcleo muy reducido de personas sin reparar en que la sociedad es plural, multiforme y compuesta de muchas y diversas minorías que han de ser protegidas y sentirse más o menos cómodas con la marcha general del conjunto.
Thomas Mann pone en boca de Goethe en su espléndida novela Carlota en Weimar que «un partido no tiene nunca toda la razón, por eso es un partido». Veremos muy pronto cómo el presidente electo Obama tendrá más problemas en un Congreso de mayoría demócrata porque corre el riesgo de ser arrastrado a tomar decisiones que benefician a los sectores menos transaccionales de su partido sin tener en cuenta el interés general.
Fueron muy estimulantes las reacciones de McCain y del propio Obama en la noche electoral. También me ha parecido interesante la conversación distendida entre el vencedor y el vencido esta misma semana. La política no consiste sólo en imponer leyes o programas sino en convencer para ganarse la confianza de todos para salir de situaciones tan complejas y difíciles como la actual.
Obama tendrá muchos meses de gracia. Pero pronto se le pedirá cuentas olvidando la brillante campaña que le ha llevado a la Casa Blanca.
No creo que mis ojos vean cambiar la situación política actual, soy pesimista al respecto, se ha creado una casta social al margen de los problemas de los ciudadanos que viven en un mundo distinto y distante al de los demás.
Pedir cuentas es una cosa y que te la den otra muy distinta, sólo hay intercambio de prisioneros de vez en cuando, este alcalde corrupto de tal sitio por este otro de tal otro, pero sin profundizar en las grandes corrupciones, en las institucionales.
Lo repito, no lo verán mis ojos.
Un saludo, J.Vilá.
Tengo la impresión de que algunos de los políticos más capaces de hacer política con mayúsculas, o bien han sido quemados en vías muertas, como el propio Miguel Roca o su sucesor en el empeño Duran Lleida, o han sido condenados al ostracismo, como Miguel Herrero de Miñón o Josu Jon Imaz, o aparcados, con mejor o peor suerte, en ese limbo político que es la política europea, como Raimon Obiols, Joaquín Almunia o Javier Solana. Tal parece -o esta es al menos mi impresión- que en la primera fila de las responsabilidades del Estado prime el populismo y el oportunismo, cuando no la mediocridad.
///ENRIC///
Cuando Obama ponga los pies en el suelo se va a encontrar que tiene que hacer buenas todas y cada una de sus palabras y promesas, se va a encontrar que no puede cumplir la mayoría, se va a encontrar con la cruda realidad.
Lluís, los políticos sin control son como un coche sin frenos.
En todo caso los políticos son una parte mas del engranaje, su "misión" fundamental es poner de acuerdo a todos los agentes sociales para que el país avance, de forma justa y equilibrada. Al igual que los políticos europeos deberían ponerse de acuerdo para una política industrial y energética europea. La solución son acuerdos basados en comisiones (politicos,banqueros,empresarios,
trabajadores,cientificos,sociologos)
Es un tema muy complejo para que acabe solo en manos de políticos,,,,que como bien dice han tenido excesivo protagonismo.
Sr.Foix, totalmente de acuerdo, hay un filosofo Habermans que decia que la solucion esta en la politica deliberativa. Los ciudadanos no tienen herramientas para pedir responsabilidades, es mas recomendable las listas abiertas, donde hay un responsable visible, una persona que presenta un proyecto, es responsable de el, y se le puede juzgar por sus logros, incluso si obtiene buenos resultados premiar con un incentivo, de esta forma se podrian atraer a buenos profesionales.
Sr.Foix: Por higiene democrática los cargos políticos deberían tener fecha de caducidad, los cargos deberían demostrar una experiencia laboral mínima en puestos de responsabilidad relacionados con el puesto a desarrollar y debería ser obligatorio rendir cuentas cada cierto periodo para evitar abusos. Pero me temo que nada de todo eso estaba en la agenda del G-20.