En una fugaz conversación con el president Pujol bajo la sombra de unos árboles frondosos de la Cerdanya, me repitió la pregunta que me ha formulado varias veces desde que no ocupa el poder. ¿Cómo ves el país?
Le contesté que el país va tirando pero que los políticos no gestionan adecuadamente la crisis que afecta cada vez a un mayor número de gentes. Falta responsabilidad, le comenté. mientras la charla estival discurrió por los derroteros de los desencuentros entre los políticos catalanes y españoles en este verano que apunta un nuevo curso político azaroso.
En un comentario de Claudio Magris a la breve obra de Max Weber, La política como profesión, recuerda la distinción de dos formas fundamentales de la acción política, inspiradas respectivamente en la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad.
Los que siguen la ética de la convicción actúan obedeciendo hasta el fondo únicamente a sus propios principios sin perturbarse por las consecuencias de sus decisiones. La ética de la responsabilidad piensa en cambio no sólo en la pureza de sus valores, sino también y sobre todo en las consecuencias de sus actos.
Weber se sorprendería al comprobar la escasa responsabilidad de nuestros políticos que no miden el alcance de sus decisiones que toman en función de sus convicciones sin tener en cuenta los efectos que producen en la sociedad.
El ciudadano se da cuenta de que abundan más los políticos que viven de la polìtica y no para la política que debería ser un servicio a los hombres y mujeres en su conjunto. El bombardeo de declaraciones desde todos los ámbitos de la política en este verano de desosiego reflejan una falta de responsabilidad muy remarcable.
Las promesas del presidente Zapatero tapando agujeros para que la crisis económica no se convierta en una crisis social no son creíbles porque no van a remediar ni la crisis económica ni la crisis social. Falta de responsabilidad.
También son irresponsables las denuncias del Partido Popular sobre escuchas ilegales sin presentar pruebas. Es igualmente irresponsable el convocar manifestaciones sobre una decisión del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya que todavía no se ha producido.
La responsabilidad consiste en confrontar los medios con los fines. No todos los medios son lícitos aunque se tenga la convicción de la conveniencia del fin.
Trabajo en equipo.Comision de expertos independientes.Pactos a nivel nacional.Eficacia y responsabilidad. Redistribucion real de la riqueza. Justicia. Estadistas y no politicos con vision de corto plazo. R.
Muy interesante, en efecto. Lo compré a poco de salir y leí la mitad casi de un tirón. Luego se me colaron cosas de por medio que me rompieron el ritmo y me quedó con un punto puesto, tumbado en la estantería, hasta que hace unos días lo retomé. Sólo me falta el epílogo.
No había leído nada de Cercas. Me ha gustado el estilo, aunque abusa de algunos tics que, a medida que se avanza, se hacen más notorios. Desde el punto de vista documental me ha parecido un trabajo impresionante. También me ha parecido particularmente habilidoso -incluso diría que escrupuloso- a la hora de buscar el equilibrio entre la narración histórica y la especulación, sin que nadie pueda acusarle de novelar los hechos, pero, al mismo tiempo sin dejar de sugerir al lector como pudieron suceder las cosas que no pueden probarse documentalmente.
Es también muy ilustrativo, para quienes vivimos aquellos hechos en tiempo presente, ver como, con los años y de forma un tanto sorprendente, los recuerdo se achatan y se superponen.
Sr Foix: He ahí la cuestión "abundan más los políticos que viven de la polìtica y no para la política " Cualquiera se atreve a "hacer de político", pocos tienen la capacidad para ello.
Brian:Qué te ha parecido el libro?, lo encontré muy interesante.Un saludo
¿Qué tal Sr. Foix?
Casualmente hoy mismo estaba leyendo los últimos capítulos de "Anatomía de un instante" y, más precisamente, las páginas donde Cercas habla también -a propósito del Presidente Suarez- de Maquiavelo, de Montaigne, de Max Weber, de la "ética de la convicción" y la "ética de la responsabilidad".
Sostiene Cercas que Suarez, después de abandonar el poder, "empezó a ser un político con menos responsabilidades y con más convicciones" como si pensara que "este cambio de última hora podía impedir que el diablo se cobrara su parte de pacto".
Pero es que el escenario actual es mucho más trágico que el que nos retrata Cercas: Weber -y con él Cercas (y con él Suarez)- se debaten entre la licitud o la ilicitud de los medios, pero nunca de los fines, que se sobreentienden virtuosos. Para los políticos de ahora el fin supremo es seguir detentando el poder como un fin en sí mismo. Toda la maquinaria de los partidos -que es tanto como decir toda la maquinaria de las administraciones- trabaja con el fin supremo de que el ejército de afiliados, partidarios, y toda la tupida red clientelar, no se vean apeados de sus medios de subsistencia.
No es ya una disyuntiva entre dos maneras de entender la ética: es pura y simplemente la negación de la ética.