Es un tópico de todos los tiempos poner a los políticos en la picota. La tendencia es especialmente acusada en las democracias que son sistemas frágiles porque las ideas y los intereses de las gentes son tan variados como contrapuestos y los gobiernos no pueden satisfacer a todos. En las tiranías, el político es el rey. Sin críticas, con vasallos, sin libertad, con la policía y el ejército en manos del dictador, sólo cabe el silencio o el heroismo que suele acabar en arbitrarias sentencias de cárcel.
Es frecuente escuchar que antes sí que había políticos de talla. Pienso que más o menos como ahora. Cabe recordar cómo se destruyó políticamente a Adolfo Suárez y lo que se decía de Felipe González en sus dos últimos mandatos. Aznar gobernó democráticamente con puño de hierro y acabó con manifestaciones masivas en su contra cuando decidió viajar a Las Azores para meter a España en una guerra que la gran mayoría de la población no quería.
Ahora toca, naturalmente, destripar polìticamente a Zapatero porque parece que esté tomando el pelo al personal con medidas contra la crisis que ni él mismo sabe explicar con coherencia. El president Montilla puede culpar a las eléctricas que son las que han dejado a oscuras a muchos miles de catalanes durante una semana. Pero el responsable político es Montilla y él sabrá qué hace con las empresas que han timado a sus clientes sin dar explicaciones hasta cuatro días después.
La política es necesaria y los políticos también. Los que han dejado más huella son aquellos que no han hecho de la política una carrera sino que se han encontrado con el poder casi por azar. Churchill fue premio Nobel de Literatura, De Gaulle era un militar con una cierta idea de Francia. Los dos pasaron pocos años en el poder pero dejaron recuerdos legendarios. El buen político sobresaldría también en otras actividades. No vive de la política sino para la política, como un servicio y no como un oficio.
Observando a muchos políticos de gran relumbre suelo pensar: ¿Qué haría esta persona si no fuera político? ¿Ha ejercido alguna vez su profesión? Es intersante el consejo que da el ex canciller Helmut Schmidt en sus últimas memorias. Dice que quien quiera dedicarse a la política debe haber aprendido y ejercido una profesión a la que pueda regresar en todo momento, porque sólo así podrá preservar su independencia. Estoy de acuerdo.
Sr.Foix: «Antes de entrar dejen salir», era una frase que leíamos en autobuses, metros y tranvías, una frase que podríamos inscribir en la puerta de los edificios públicos. Llevamos mucho tiempo viendo entrar gente en la actividad política, pero pocas veces les vemos salir si no es por cuestiones de escándalos o delitos y eso no es bueno, no genera ni confianza ni ilusión entre los ciudadanos, los políticos deberían salir de sus cargos con la cara muy alta por el deber cumplido y con el reconocimiento social proporcional a sus logros. La política es una actividad tan honesta y necesaria como cualquier otra y por eso mismo debería estar sujeta a los mismos principios de renovación y competitividad, el poder cuando es piramidal y pétreo, sólo crea momias…