Guardiola se tensa y se fortalece en las situaciones límite como las que vivió en la inédita e insólita temporada de los Seis Títulos. Se necesita mucho esfuerzo pero más inteligencia para estar en la cresta del fútbol mundial dos temporadas consecutivas. Pep es una mezcla de Stajanov y de Ulises. Trabajo duro y astucia es una combinación ideal también en el caprichoso mundo del fútbol. Guardiola exige a los suyos lo que él mismo se impone. Me cuentan que llega más de una hora antes a las sesiones de entrenamiento y he comprobado que no asiste a los premios que se le otorgan poniendo como excusa el cumplimiento de su deber.
Algún día, al margen de los éxitos que puedan llegar, alguien le tendrá que designar primer presidente de honor del Barça, con la seguridad de que tal distinción sería aprobada mayoritariamente en plebiscito. Seguro que tendría más aceptación que el gran Johan Cruyff que ha sido designado en calzador por Jan Laporta cuando en el último tramo de su mandato ya no son mayoritarios los laportistas, incluso en el núcleo duro de la Junta saliente. El liderazgo de Laporta tiene el mérito de haber deshumanizado su séquito hasta el punto de quedarse prácticamente solo. Es una singular forma de ejercer el liderazgo por quien puede exhibir el mayor número de títulos en menos espacio de tiempo. Cuánta credibilidad dilapidada tontamente. Finalmente, quiero mencionar el tatuaje de Ibra esculpido en su costado izquierdo: Only God can judge me, reza la leyenda. Pero esto ocurrirá al final de los tiempos. Por el momento, le vamos a juzgar por los goles que meta. Ahora va bien y si sigue así seremos muy benevolentes.
Artículo publicado en El Mundo Deportivo el 30 de marzo de 2010
Sr.Foix: El president Laporta ha tenido la inmensa fortuna de coincidir con Pep Guardiola y con una plantilla repleta de talento y jugadores de la cantera. Johan Cruyff tiene muchos meritos y mucho cariño atesorado entre los seguidores del Barça, por eso debería cuidar las amistades peligrosas.
Nombrar a Cruyff presidente de honor es un regalo envenenado, el presidente que suceda a Laporta como no sea de su cuerda lo tendrá mal.
Cruyff ha dado mucho al Barça. Pero ha recibido mucho más. Podía haberse concedido esta distinción después de las elecciones. El nuevo presidente no sabrá qué hacer con un personaje que no ha unido al barcelonismo a pesar de los años de gloria que ha aportado.
Laporta se ha quemado en poco tiempo y eso que ha ganado títulos.