El coche bomba y los atentados suicidas forman parte de la macabra rutina del terror que los movimientos radicales de procedencia islámica utilizan para enfrentarse a las estructuras de poderosos estados. Los atentados en el metro de Moscú, los que se perpetraron unos días después en tierras caucásicas o los que ayer causaron grandes destrozos en la ciudad de Peshawar, en la frontera entre Pakistán y Afganistán, tienen en común la inmolación de sus autores, hombres o mujeres, matando al azar al mayor número posible de personas que nada tienen que ver con la causa que persiguen.
Contra esta “bomba atómica” humana es difícil combatir. Las llamadas viudas negras que murieron matando en el metro de Moscú fueron aparentemente reclutadas a través de Internet y adiestradas en lugares imprecisos en la frontera entre Chechenia y Dagestán. En este caso, según se desprende de las primeras investigaciones, se trata de mujeres que vengan a maridos o parientes muertos por el ejército ruso en sus brutales incursiones para someter a poblaciones enteras, mayormente de religión y cultura musulmanas.
Es una guerra desigual y, a la vez, imposible de combatir. Se da la circunstancia que esta macabra forma de destruir vidas inocentes, iniciada masivamente en los atentados del 11 de septiembre de 2001, ha causado más muertes en el mundo musulmán que en el occidental. Estimaciones aproximadas indican que de cada occidental asesinado han segado la vida a más de cien musulmanes.
Los atentados se han multiplicado en Iraq, Afganistán y Pakistán sin evitar la muerte de nadie y afectando a escolares que van en autobús, a los hombres y mujeres que transitan por los mercados, a quienes caminan por las aceras y a los fieles que rezan en las mezquitas.
Es una guerra que se libra con el suicidio de unos pocos frente a ejércitos de estados con decenas de miles de soldados desplegados en las zonas conflictivas. Se da la paradoja que más fuerza no equivale al dominio sobre enemigos que aparentemente son desproporcionadamente ínfimos. Se utilizan los medios de los ejércitos del siglo XX para combatir a un movimiento del siglo XXI que no pone ningún precio a la vida de quienes se suicidan por venganza o despecho. Puede parecer absurdo, pero es así y no tiene pinta de que esta relación de fuerzas se altere.
Publicado en La Vanguardia el 6 de abril de 2010
El terrorismo necesita dinero para vivir, mucho dinero, el terrorismo de origen islamísta no es una excepción ni mucho menos, hay estados que piensan que pagando un impuesto revolucionario quedan fuera del alcance de los terroristas, algo que no es cierto, los que son chantajeados una vez y pagan lo harán mil veces y al final acabarán viendo a los terroristas dentro de sus países. Cada vez que veo imágenes de suicidas en atentados de otros países tengo más claro que el 11/M no fue algo realizado por esos fanáticos.
Amigo Foix, estoy asombrado de la gran informacion que maneja. Habla de las «viudas negras» como si las conociera de toda la vida: donde se formaron, quien las inicio, etc. Debe haberlas reconocido por las fotos, donde se ve clarisimo que son peligrosas terroristas… o quiza son dos homeless muertas de frio en las calles de Moscu que han sacado de la morgue para la ocasion. Con gente tan credula los medios lo tienen muy facil. Saludos
Hola Sr. Foix. Un article de rabiosa actual. Pienso que las sociedades modernas actuales, de todo el mundo y de todos los continentes, no están preparadas mentalmente para esta clase de terrorismo suicida. Que supongo funciona a base de una mezcla de enseñanza fanática de la Religión y de un tratamiento prolongado de una determinada droga, que anula la voluntad. Y hace que el suicida en realidad sea un automata obediente a unas ordenes determinadas. Tambien me atrevo a suponer que detras de todo ello puede haber alguna nación emergente y poderosa. Que pretende apoderarse del mundo del petroleo y de las materias primas, ect. y con estos atentados terroristas provocar que los paises que actualmente explotan el petroleo y las materias primas lo abandonen todo. Esto es solo una suposición.
Sr.Foix: O Arabia Saudita se pone las pilas y corta su apoyo a ciertos grupos radicales, o se acabará convirtiendo en un califato wahabista, es cuestión de tiempo.