Vienen tiempos inquietantes para los otros, para los que se mueven en ámbitos de minorías que no responden a la cultura, a la etnia o la religión de las mayorías nacionales. Circulan los capitales de un lado a otro del planeta, se mueven productos fabricados en países con mano de obra muy barata que se exhiben en nuestros mercados, por ejemplo, con manzanas procedentes de China, Italia o Chile, a un precio ligeramente inferior a las que se cultivan en las tierras leridanas.
El conocimiento, la información y las opiniones ya no tienen patria desde el momento que son colgadas en la red que ofrece, a su vez, la posibilidad de ser visionadas en tiempo real desde cualquier punto cardinal. Prácticamente todo tiene pasaporte en regla, excepto las personas que no se encuentran en el estado en que nacieron o que son consideradas excluídas por razón de su etnia o de su procedencia. La globalización ha derribado todas las fronteras, excepto las humanas.
Los casos más emblemáticos de esta restricción del movimiento de las personas se producen hoy en la cuna de la libertad, igualdad y fraternidad, en la Francia de Sarkozy, y también en Estados Unidos que se ha formado por sucesivos estratos de inmigrantes que han hecho posible algo tan impensable hasta hace poco como situar en la Casa Blanca a un presidente negro, nacido en Hawai de padre keniata y madre de Kansas.
Las propuestas francesas de desposeer de la ciudadanía a los jóvenes delincuentes de origen extranjero, una medida que se practicó por última vez por el régimen de Vichy a siete mil judíos, así como la expulsión de miles de gitanos, entra en contradición con la cultura acogedora de la Francia de las libertades. La razón es la seguridad.
Lo mismo ocurre en el estado de Arizona donde el aspecto de inmigrante puede ser motivo de detención. El Tribunal Supremo ha revocado parte de la ley de Arizona, pero ahora se plantea una iniciativa legislativa para negar la nacionalidad americana a los hijos de inmigrantes ilegales.
La diversidad puede ser un problema, pero la historia ha demostrado que es también una solución. Si esto pasa en Francia y Estados Unidos, puede ocurrir en cualquier parte. El “otro” puede quedar al margen de las leyes democráticas, un camino recto para perder nuestra seguridad y lo que nos queda de humanismo.
Artículo publicado en La Vanguardia el 17 de agosto de 2010
Somos nosotros los que estamos desprotegidos. En la rueda de prensa en la que compareció con el titular de
Fomento, José Blanco, Salgado señaló que las modificaciones fiscales hechas este año, como el aumento del IVA o la supresión de la deducción de 400 euros en el IRPF, entre otras, permiten una «base de ingresos suficientes» para permitir que se cumplan los objetivos del déficit público.
Insistió en que en principio no habrá «retoques» en la imposición
porque hay «capacidad recaudatoria suficiente» para cumplir con los
compromisos de gasto y déficit este año y el que viene.
En cualquier caso, admitió que, si hay que hacer «algún pequeño
ajuste para favorecer la equidad», se planteará en la ley de
Presupuestos, aunque añadió en que aún no hay nada decidido.
Gracias, muchas gracias. Cuando menciono las manzanas de Lleida se me desencadeno la asociación de ideas. Le mando mi opinión sobre una de las consecuencias de la desprotección del otro:El Señor Ros y su chivo expiatorio:
El relativismo no le gusta a nadie, a nadie le gusta estar en medio de nada y menos ser empatico con el resto de la humanidad, yo misma no soy empatica con ciertos personajes políticos internacionales que se dedican al genocidio. Pero intento ser empatica con la humanidad que me rodea y relativizar sus costumbres y hábitos, aunque me cueste entender ciertos mecanismos que no soporto, las funciones del burka, por ejemplo, para mi son dificiles de conciliar con las costumbres europeas y sobre todo creo que es una forma de alienación, robar el rostro de una persona es robarle la identidad, destruir su personalidad y seguramente va en contra de la seguridad nacional y todas esas cosas que no quiero entrar a discutir. Pero lo que si tengo claro es que el burka con la prohibición que nos ha hecho famosos en Europa, se esta convirtiendo en un símbolo de lucha identitario de la comunidad musulmana.
Me pregunto cada día que socialista es un socialista que prohíbe. Me pregunto cada vez que sale el tema en nuestra prensa ¿cómo es posible que los asesores del Señor Ros no hayan calculado las consecuencias de dicha prohibición? ¿No hubiese sido más eficaz una campaña publicitaria dura contra los hombres que obligan a sus mujeres a usar dicha prenda? ¿No hubiese sido más útil, ya que uno de los objetivos educativos del SXXI es la educación en la multiculturalidad y el respeto, trabajar el tema en las escuelas publicas, es decir, educar a los futuros ciudadanos musulmanes de Lleida en la libertad y la igualdad de la mujer?
Las cosas no se utilizan, las ideas no se desarrollan si no tienen una función, el burka sirve para controlar a la mitad femenina de una parte de la comunidad musulmana, tarde o temprano, poniendo énfasis en la inutilidad de dicha prenda y en lo lejos que está de respetar los derechos humanos, las cosas hubiesen cambiado. Ahora tenemos en Lleida una minoría en rebelión. No se puede decir a un colectivo que le está prohibida una costumbre que consideran parte de su tradición y esperar que se lo tomen bien. Lo que se prohíbe se convierte en símbolo de lucha, ¿debo explicar esto a la comunidad catalana? a mi me parece que no.
Sinceramente, inocente de mi, creo que en realidad el Señor Ros y sus asesores midieron muy bien las consecuencias de sus actos, sabían que una prohibición y alimentar el debate sobre la mezquita encresparían los ánimos de la comunidad musulmana y así tendrían un buen chivo expiatorio que lavase todos los pecados económicos que se están cometiendo en la ciudad y que ayudase al Señor Ros a recoger votos que no son tradicionalmente socialistas.
Hola Sr. Foix. Verdaderamente los extranjeros sin papeles y sin trabajo están desprotejidos y abandonados.
Vinieron de paises donde aún estaban peor. Porque sus paises de origen tienen la obligación de protegerles.
Aquí en España y en todos los paises donde el paro es acuciante, dentro de poco tiempo también quedarán totalmente desprotegidas las personas y familias de aquí.
¡ Ó es que creemos que aquí no tenemos gente totalmente desprotegida y que viven ó vivirán en la calle !
Gracias, Don Lluis Foix! Está muy bien escrito, tiene mucho corazón más su sabiduría para plantear los dolorosos, grandes temas humanos.
Al gobierno no le queda más remedio que seguir subiendo la recaudación para hacer frente a la presión que ejerce la deuda sobre nuestras cuentas. Desde el pasado 1 de enero ya están en marcha medidas que han elevado la presión a los contribuyentes. La primera de ellas fue la eliminación de la deducción de los 400 euros en el IRPF. Más tarde, la subida de la fiscalidad en el ahorro que de un tipo único del 18% ha pasado al 19% o al 21% si las rentas superan los 6.000 euros.
Bajo la excusa de que España es de los países que menos impuestos paga, Blanco planea, según ha podido saber LA GACETA, elevar el tipo para los rendimientos superiores a los 6.000 euros desde el 21% actual hasta un máximo del 25%, en línea con el existente en Alemania. Esta subida supondría una subida de siete puntos en pocos meses. El 94% de los contribuyentes que declaran rentas de capital lo hacen por una cuantía inferior a los 6.000 euros y sólo 45.000 contribuyentes por más de 90.000 euros. Elevar la tributación de los hidrocarburos y el tabaco por su elevado potencial recaudatorio van a ser otras de las medidas que tiene en la manga Zapatero.
http://periodismohumano.com/sociedad/medio-ambiente/muerte-sudor-y-barro.html
Los que estamos desprotegidos somos nosostros contra estas subidas de impuestos con las que nos amenazan.
Eran otros tiempos. La bonanza económica de los años de Aznar y la frenética actividad que impulsaba la burbuja inmobiliaria llenaban las arcas estatales. El Gobierno no sólo no necesitaba subir los tributos, sino que podía permitirse el lujo de hacer algún recorte propagandístico sin que eso hiciese mella en el desorbitado gasto público que ha caracterizado la legislatura y media de Zapatero.
En esa clave, en la del gasto, es en la única que puede entenderse la anunciada subida de impuestos. El Ejecutivo no quiere reducir su tren de vida y, como la economía se encuentra paralizada, el único modo que tiene de mantenerlo es aumentando la carga tributaria sobre la clase media. Por ahí va el globo sonda de Blanco. Persuadida La Moncloa de que un endurecimiento fiscal se materializará en aumento de los ingresos, creen haber dado con la solución para cuadrar el presupuesto.
Para convencer de una medida tan impopular a la maltratada clase media, el Gobierno se ha sacado de la chistera el sofisma de que los españoles somos los que menos impuestos pagamos de Europa. Falso, como argumentan los propios técnicos de Hacienda. Hay dos modos de medir la carga fiscal que una sociedad soporta. La primera, la de “presión fiscal”, que es de la que se está valiendo Zapatero, se obtiene dividiendo la recaudación tributaria entre el PIB. La segunda, la conocida como “esfuerzo fiscal”, refleja el peso que representa la presión fiscal sobre la renta per cápita. Este último indicador es infinitamente más fiable si lo que se busca es conocer la carga impositiva que soporta un individuo. En “esfuerzo fiscal” España está a la cabeza de Europa, sólo superada por Italia y Portugal, lo que da fe de la carga que ya soportamos. En “presión fiscal” se encuentra a la cola, pero por la simple razón de que, al tratarse de un agregado macroeconómico, el boom de la última década ha hecho dispararse tanto la recaudación fiscal como el PIB nacional. Si se toman indicadores aislados como el IVA, la retención máxima de IRPF o el impuesto corporativo lo único que se ve es que los españoles pagamos porcentualmente menos, pero mucho más si contamos las diferencias de ingreso.
Así, los daneses disponen de una renta per cápita que duplica la española pero sólo pagan siete puntos más de IVA e IRPF en su tramo máximo. Con otras economías la comparación debería hacer que el Gobierno se sonrojase. Luxemburgo triplica la renta per cápita española y tiene unos tipos impositivos menores: tres puntos menos de IVA, cuatro de IRPF y dos de impuesto a las empresas. Pero la trampa macroeconómica que utiliza Zapatero nos dice que los contribuyentes luxemburgueses soportan mayor presión fiscal que los españoles. Y así es si nos fiamos exclusivamente de la “presión fiscal”.
Si los tipos impositivos son, de promedio, más bajos en España que en el resto de la UE, es porque uno de los modos en que, dada nuestra baja productividad, nuestra economía gana competitividad es por la vía fiscal. Si, como persigue el Gobierno, se armoniza la fiscalidad española con la europea habremos perdido una de nuestras armas y el país se empobrecerá a pasos agigantados. Ninguna economía ha crecido subiendo impuestos ya que los tributos altos desincentivan la creación de riqueza, promueven el fraude y privan a individuos y empresas de capital para invertir. Es una de las peores políticas económicas que existen, y Zapatero debería saberlo.
Enric, ¡ Cuanta razón tienes ! Es lógica pura.
Pensar en aumentar los impuestos para así solucionar los gastos evitables del Estado, ayudar a los grandes Bancos con el dinero de todos, para que no quiebren, pero no pensar en los pequeños, medianos y medio grandes empresarios, que son los que pueden crear muchos puestos de trabajo es una imprudencia grave.
Pues aunque el Estado recaude más temporalmente, enseguida recaudará muchisimo menos por la falta de cotización de la gran masa salarial y la de los empresarios.
Perdón, «secula seculorum», que uno es de letras…
Sr.Foix: La mayoría de los melones de Villaconejos DO, son brasileños, la mayoría de las langostas de Fornells DO, en Menorca, son irlandesas, cuando se trata de hacer dinero se hacen todas las trampas habidas y por haber para que el producto foráneo pase por autóctono con todas las de la ley. Pero con las personas como Vd bien expone es distinto, las personas que llegan a cada rincón patrio no pierden la etiqueta de su origen aunque lleven decenios en el lugar, es más si eres madrileño serás «el madrileño» en Catalunya y curiosamente «el catalán» en Madrid, con todo lo que ello conlleva, ya ni le cuento si eres de Senegal, Ecuador, Marruecos o Rumanía, y lo que es peor la etiqueta te condiciona per seculam seculorum, las fronteras mentales son las más peligrosas.
BartoloméC, Tienes toda la razón. Esto si que no cambia nunca.
Esto es un sálvese el que pueda, primero yo y después yo, los que han llegado los últimos a la cola y sin decir ni pio, no tenemos arreglo, lo que es peor es lo que dices Bartolomé, que aunque lleves mil años la etiqueta no te la quita nadie, hasta en los partidos políticos llamados nacionalistas el pedigrí es el que manda, si no eres de aquí eres sospechoso, ni te cuento, lo he vivido.
Alex, el ser humano tiene todas las virtudes y todas las maldades dentro de si.
A unos les sale más lo bueno y a otros les sale más lo malo. Me acuerdo que mi padre me contaba que cuando la guerra, oía decir a los aragoneses que se hallaban en el frente :
» Bienaventurados los malos cuando son más que los buenos, porque Dios protege a los malos cuando son más que los buenos. «
Lo que son las cosas, a mi en Fornells me juraron que la caldereta de langosta era pescada allí mismo, me extrañó por la cantidad de calderetas que sirven, ahora me cuadra todo, la langosta era más grande de las que me había tomado hacía años, como nos toman el pelo, me costó un ojo de la cara.
La crisis es la crisis del «estado de bienestar», agravada en España por la cleptocracia que se apoderó de los resortes del poder tras la muerte de Franco. El malhadado Keynes ya lo dijo hace décadas: a largo plazo, todos muertos. Pues bien, el largo plazo ha llegado, y la generación de Keynes la ha cascado, pero sus nietos y biznietos vamos a tener que cargar con las consecuencias del desplifarro.
Somos víctimas del cortoplacismo de una casta política enfeudada en sus privilegios, dispuesta a comprar todos los votos que hagan falta para seguir ganando elecciones. Romero Robledo pagaba a duro el voto, mientras que los socialistas de todos los partidos pagan con subvenciones, pan y circo.
Vivimos en una sociedad embrutecida por una pérdida completa de valores y por el relativismo moral. No hay bien ni hay mal, todo es relativo. Los medios de comunicación públicos y privados, regados con subvenciones y publicidad institucional a tutiplén, lleva décadas pervirtiendo a las masas. Telecinco y pandereta. Belén Esteban y Crónicas Marcianas.
La educación ha pasado de ser un mecanismo de promoción social para los más esforzados a una estabulación forzada de la juventud. Separar a los buenos estudiantes de los malos es anatema. Hay que tratar a todos por igual, según el malhadado modelo comprehensivo, desincentivando la excelencia.
Padecemos un modelo impositivo confiscatorio, que anima a la defraudación y desanima al trabajo. A partir de cierto nivel de ingresos, quien trabaja en blanco es gilipollas.
Se ha hecho creer a la gente que por el simple hecho de existir ya tiene numerosos «derechos», más que discutibles. El caso es que luego va la gente y los exige. La gente acaba creyendo que tiene derecho a todo, y es falso. El trabajo, la vivienda o la salud no son «derechos». Al mismo tiempo se ha inculcado a la población un espíritu igualitarista en el mal sentido, que generaliza el ver bien el expolio a «los ricos» y las subvenciones porque sí, y que «el estado» ha de ayudar a todo el mundo.
Se ha desarrollado una hiperinflación legislativa que dificulta dar un solo paso sin incumplir alguna norma, reglamente o disposión y ser víctima de la brutal maquinaria administrativa. Ser un emprendedor empresarial en España es de kamikazes.
La división de poderes no existe. Vivimos en una sociedad feudal cada vez más atomizada, en la que lo que importa es llevarse bien con el señor local, dueño de haciendas.
Esto no lo arregla ni el Cristo que lo fundó.
Y gran parte de la culpa es de los pijosprogres, que han embrutecido la sociedad con su sordo trabajo de zapa desde hace décadas.