Las miradas europeas desde el Este y sobre el Este nos llegan a ritmo constante de la mano de Jaume Vallcorba que ha convertido El Acantilado en una de las firmas editoriales más sólidas en lengua castellana. Hace un año nos entregó Mi siglo, las confesiones de un intelectual europeo, un relato personal prodigioso del polaco Aleksander Wat que es un fresco monumental de una época tan convulsa.
Ahora nos llega un viaje por Europa de otro polaco, Zbigniew Herbert, con una visión distinta sobre episodios puntuales de la vieja historia de Francia, del destino trágico de albigenses, cátaros, cruzados y templarios, de su predilección por el pintor Piero della Francesca, de su admiración por la catedral de Orvieto y las calles perdidas de Siena. En Un bárbaro en el jardín, Herbert confiesa que no sabe por qué los polacos, un pueblo errante por naturaleza, al llegar a París sucumbe a “una especie de trance”.
La ciudad es bella, por descontado, “pero creo que tienen razón los que dicen que la verdadera Francia se encuentra, cada vez más, fuera de sus límites”. Su descripción de Valois, la vieja Francia en las afueras de París, es un paseo por la estética, la historia de los reyes de Francia en la catedral de Saint Denis, aquella Francia que De Gaulle decía que se había construido sobre los siglos y sob re cuarenta reyes, los jardines, las pisadas lejanas de Rousseau en Ermenonville y la declaración, posiblemente apócrifa de Napoleón, en aquel pequeño espacio en el que el autor de Emile pasó los últimos días de su vida.
Cuentan que Napoleón dijo que “si no hubiese sido mejor, para el reposo de la Tierra, que ni Rousseau ni yo hubiésemos existido”. Han transcurrido dos siglos y nadie, que yo sepa, se ha atrevido a responder la pregunta del corso que, incomprensiblemente, la mayoría de franceses le rinden un exagerado tributo.
Es muy interesante conocer las voces de literatos, historiadores y ensayistas que escribieron piezas imprescindibles para entender lo que ha ocurrido en nuestro continente que, por primera vez en muchos siglos, no visualiza el espectro de la guerra en el horizonte. En Hungría, Chequia, Eslovaquia, Polonia, Ucrania y los Balcanes se pensaba, se escribía y se padecía con la esperanza de que algún día se olvidaría que lo natural en Europa eran las guerras entre reinos, naciones y estados. Lo mismo cabe decir de Rusia.
Todo aquel que ha iniciado una guerra ha sido nefasto para la humanidad, Napoleón no es una excepión.
Las guerras hoy se hacen de otra forma, ya no se necesita invadir paises, basta con tener su deuda, su sudor diario, nuestro país es un ejemplo, estamos trabajando para pagar una deuda que nuestros nietos no se la acabarán.
Sr.Foix: Por lo que parece el presidente Nicolas Paul Stéphane Sarkozy de Nagy-Bocsa si que ha decidido recoger la antorcha que Napoleón dejó en Francia, será por la coincidencia de estaturas, será por su gusto por las mujeres, por sus circunstancias familiares o será simplemente por la conjunción planetaria, pero el caso es que todo cuanto hace Sarkozy tiene una repercusión que no obedece la mayoría de las veces al contenido de esos actos. No obstante Sarkozy se tira a la piscina, pero se fija antes si hay agua y profundidad suficiente,todo lo contrario que hace nuestro inclito presidente o su escudero José Blanco, un experto en tirarse a la piscina desde donde sea y desde la ventana del que se tercie, hasta el punto que su forma de actuar se acabará denominando Blanconing…
Los jefes de nuestra tribu no paran de hacer el indio, no nos merecemos unos políticos d tan bajo nivel, de tan escasas luces, la sociedad evoluciona, pero esta gente se han quedado en la transición, siguen con los mismos tics de entonces, ahora nos hacen una peli sobre el 23/F en la que nos contarán otra peli de idios y rostros pálidos, aunque para rostro rostro el que tienen ellos.
La verdad una ya está cansada de estos señoritos.
Bartolomé, me descubro ante tu ironía.
Bartolomé, siempre es preciso en sus dianas ironicas.
Creo que salvo honrosas excepciones nos han tocado los peores politicos en el peor momento historico. Mi reflexion es que los politicos no estan preparados, no porque sean tontos, es porque el problema global requiere soluciones globales, requiere la suma de cientos de expertos con las ideas claras, con un rumbo claro… y dejarse de huidas hacia delante, parches, cahpuzas, globos sonda que acaban en rectificaciones y en mas confusion ciudadana.
Pepiño es un ministro que habla en nombre de otros ministros y que se mete a organizar el trabajo de los demás, le ocurre lo que todos los ignorantes, se cree que sabe porque le hacen la ola cada vez que llega con dineros para repartir, pero escarbas y no hay nada debajo.