El miedo es una sensación que entierra este año para cuantos observamos la cruda realidad. El viejo año ha sido marcado por las carencias económicas y por un descrédito general de los que nos han gobernado y gobiernan en el ancho mundo, por las insuficiencias de un sistema que está rompiendo las costuras de la paciencia ciudadana.
Comentaba por correo con uno de los asiduos corresponsales de este blog que el miedo siempre se refiere al futuro y nunca al presente. No tenemos miedo de lo que nos está pasando sino de lo que está por venir. Vemos en el horizonte inestabilidad social, carencias económicas, inseguridad política, aún de los mejores, pero todo esto ocurrirá mañana.
El 2010 se nos va con una sensación de que la crisis no ha tocado fondo todavía. Se va a prolongar la edad de jubilación hasta los 67 años y los sindicatos están que trinan. Amenazan con nuevas movilizaciones y con otra huelga general. El gobierno Mas ha tomado una decisión que afecta a los bolsillos de cuantos nos movemos en coche. Los peajes aumentan más de un 3 por ciento en las autopistas de la Generalitat y poco más de un 1 por ciento en las del Estado. Cosas de vivir en una autonomía que está en construcción nacional. No quiero pensar cuando el edificio haya terminado.
El ministro Sebastián nos disimula el aumento del 10 por ciento en el recibo de la electricidad diciendo que sólo equivale al precio de un café. Cuántos cafés nos vamos a tomar. La gasolina está más cara que nunca. Vendrán los servicios básicos del agua, el gas y otros elementos tan necesarios como el aire que respiramos. A lo mejor las subidas equivaldrán a un café con leche, un cortado o una Coca Cola. ¡Ay ministro Sebastián!
Nos hemos acostumbrado al cinismo de los que toman estas decisiones. No nos dan miedo las estrecheces que nos anuncian sino las que pueden venir y que no serán sobre el precio de los servicios sino sobre cuestiones de mayor envergadura.
Vivimos épocas de confusiones que penetran en los más escondidos rincones de nuestra realidad. Dice hoy Vicente Verdú en El Pais de hoy que “no sabemos los ciudadanos mortales, cómo es posible tanta corrupción municipal, tanta sentencia judicial pervertida, tantas dejaciones de responsabilidad para convertir dotaciones públicas en parcelas, playas en piscinas, maestros en paupérrimos seres deprimidos, museos en contenedores vacíos, universidades en máscaras educacionales y Ministerios o Consejerías en fuentes de despilfarro para la demagogia de sus mandatarios de ocasión.”
Esto es lo que hay. Dice Tony Judt en su libro Algo va Mal que el estilo materialista y egoísta de la vida contemporánea no es inherente a la condición humana. Gran parte de lo que hoy nos parece “natural” data de la década de los ochenta: la obsesión por la creación de riqueza, el culto a la privatización y el sector privado, las crecientes diferencias entre ricos y pobres. Y, sobre todo, la retórica que los acompaña: una admiración acrítica por los mercados no regulados, el desprecio por el sector público, la ilusión del crecimiento infinito.
Vivimos tiempos en los que todas las concesiones hay que satisfacerlas. Un gobernador de la BBC, lord Reith, adquirió el compromiso de elevar el nivel de los gustos populares en vez de limitarse a satisfacerlos. Nada de eso vemos en nuestras pantallas en las que se repite el panis et circensis de la Roma decadente.
John Stuart Mill dejó escrito que la idea de “una sociedad en la que los únicos vínculos son las relaciones y los sentimientos que surgen del interés pecuniario es esencialmente repulsiva”. Si hace sólo cinco años todo parecía fácil y gratis, ahora nos encontramos en que ni siquiera podemos tener acceso al crédito para renovar el coche o adquirir una nevera.
Lo que viniere lo aceptaremos. Y no nos dará miedo mientras ocurra. Pero tendríamos que haber aprendido, por lo menos, que el esfuerzo, la responsabilidad, el respeto al otro, la equidad y un cierto grado de igualdad para que todos puedan subir por el ascensor social, son las categorías que se impondrán porque no habrá alternativa.
Les pido a cuantos han compartido generosamente conmigo lo que se me ha ocurrido en este blog a lo largo de 2010, que no tengan miedo y que el futuro, cualquiera que sea su cara, lo sepamos afrontar con valentía. Hubo tiempos peores y los que vengan los sabremos superar con amplitud de miras, generosidad y resistencia.
LES DESEO UN FELIZ 2011
-No tendremos miedo cuando veamos unos gestores politicos alli «arriba» que no se contradigan, que generen confianza, que tengan una brujula clara.
De todas las crisis se sale, tal como salieron de la crisis los paises asiaticos, Finlandia, Alemania, Suecia, que hicierón lo de siempre: sacrificio, trabajo, formación,reformas de gran calado, reestructuración y regeneración.
Que hizo Alemania ? Todos hacia un rumbo, sacrificio, acuerdos, flexibilidad industrial, fue posible por los gobiernos de ‘gran coalición’ CDU-SPD en los momentos criticos.
De nuestra crisis saldremos cuando recuperemos tejido industrial, hasta que no se crezca al 2-3 %. Es volver a tener todas las empresas en pie que cerrarón entre 2007-2010. Y esto requiere tiempo, emprededores y financiación.
Tengo esperanzas en los cientificos, en los empresarios en los trabajadores, ya sabeis en quien no tengo.
-La confianza del público en la clase política se consequiria si viesen un pacto como resultado de un empeño común, reflejo político del esfuerzo colectivo que se le pide al país.
-Responsabilidad un tema complicado, porque los que estan arriba , no asumiran responsabilidades, porque ellos mismos no se tiraran piedras sobre su tejado, diran que no hay responsables de la crisis, y seguiran con los mismos esquemas.
Las reglas deben ser para todos las mismas,sigue existiendo un oligopolio bancos-politicos que marca sus propias reglas, y esto deriva en un falso capitalismo dominado por lobbies. Se debe de avanzar hacia la economia social de mercado o el ordoliberalismo.
Si la ciudadania se sigue dejando engañar seguiremos siendo espectadores del teatro que ellos nos quieran montar, y como los medios los apoyaran, encima deberemos hacer la ola porque nos han sacado de la crisis que ellos nos metierón, porque son ellos quienes regulan los tipos de interes y la masa monetaria.
Ramon, muy de acuerdo con tus planteamientos.Añadir,sólo que la clase trabajadora ha de poner también su esfuerzo para ayudar a las empresas.Recuperar el sentido de la responsabilidad, sentir que somos todos los que debemos tirar de este carro.Quizás no sea políticamente correcto lo que acabo de decir pero es lo que pienso.Un saludo
Como usted dice bien, que tengamos un valiente y feliz año 2011. Gracias por sus comentarios y eso; Bon Any Nou.
Leo siempre que puedo su Blog Señor Foix y le tengo que felicitar por el alto nivel del mismo y de los comentarios que se hacen, le deseo buen año y que siga escribiendo estos estupendos artículos.
Estupendo artículo Sr. Foix para inaugurar el año.Creo que para algunos ciudadanos que lo están pasando muy mal ya, el miedo al futuro ha quedado diluído por un corto plazo lo suficientmente amenazante como para proyectar algo más allá del mes próximo. El miedo siempre es paralizante y sobretodo estéril, por tanto algo a combatir y las claves para hacerlo no dependen de nadie excepto de nosotros mismos. Así que sin miedo Feliz 2011 para todos.
Intentaré fer li cas y no tenir por, es veritat que els que tenim una edat, varem tenir temps pitjors, feliçitats i moltes gracies per els seus articles i per la seva opinio al programa de TV3 Matins d’en Josep Cuni. Bon any 2011
Soy un recien llegado a estas contradas y me uno al mensaje general de felicitaciones y parabienes en el año que acaba de empezar.
Feliz 2011 y que nos olvidemos pronto del anterior que ya no me acuerdo que año era.
Feliz año nuevo, señor Foix. Intentaremos encontrar el justo término medio entre el miedo y la temeridad. Prudencia, creo que se le llama a eso.
Arribo tard com sempre, bon any 2011.
Bon ani, Julia, bon ani. Y para el 2011 más de lo mismo.
Una de dos, o me conoces, que no es el caso, o eres el tocanarices de siempre que se quiere quedar conmigo.
Sr. Foix moltes gràcies pels seus articles i que tingui un feliç any 2011
Jo, de gran, voldria ser Lluis Foix. Ho dic de debó! Bon any a tothom!
Es un placer visitar este blog. ¡Encaremos , este año, con la misma ilusión que pusimos en los anteriores!.Al fin y al cabo es el tiempo que nos tocó vivir.
Sr. Foix: Bon i Feliç any 2011.
Un cierto miedo nos hace más previsores y ahorradores. Es cierto que huvo épocas aún peores. Y las superamos todas.
De todas maneras los que deben aprender son los más jovenes. Que así aprenderan a ahorrar y no gastar a mansalva. Que los mayores entregábamos el salario a los padres. Y ahora hacen todo lo contrario.
E incluso comen, beben y gastan agua, gas, electricidad y teléfono. Y encima piden dinero. Porque lo gastan todo y no ahorran. No se que ocurre, con la juventud, pero ahora, no hay canciones de protesta ni se manifiestan. Solo les importa lo culinario/ es decir el sexo. Algo falla.
El problema principal lo va a tener la juventud. Porque los mayores sabemos pasar y vivir con poco. Estamos entrenados. Por eso no tenemos miedo al futuro.
Tambe m’hi apunto. Feliç any 2011 per a tots. I desitjo que la crisis es superi del tot.
Bon Any 2011.
La crisis llegó sin que nadie supiera muy bien cómo. No sólo porque tan poco nos merecíamos los españoles que el Gobierno nos mintiera que el PSOE no dejó de hacerlo antes y después de las elecciones generales, sino también porque las depresiones económicas no son fenómenos demasiado fáciles de comprender. Al cabo, de la noche a la mañana pasamos de ir viento en popa a toda vela, con pleno empleo, superávits presupuestarios cifrados en 23.000 millones de euros y tasas de crecimiento que eran la envidia de Europa a estar hundidos en una recesión permanente con cinco millones de parados y un déficit público de 120.000 millones de euros.
¿Qué cambió en 2008 para que, de vivir un milagro económico sin precedentes, pasáramos a ser una de las principales amenazas para la recuperación internacional? Bueno, en realidad no cambió nada. La prosperidad experimentada a partir de 2002 no era tal; se trataba sólo de un espejismo, fruto del masivo endeudamiento de las familias y empresas españolas que dio lugar a una burbuja de precios en numerosos sectores productivos como el ladrillo. Decía San Agustín que “lo hinchado parece grande, pero no está sano”. A la economía española le ocurrió justamente eso: se hinchó de manera insostenible durante cinco años hasta que regresamos forzosamente a la realidad conforme nuestro castillo de naipes se derrumbaba.
Por tanto, ningún arcano debería suponer el brusco cambio desde el ficticio auge a la sombría depresión. Como una familia que vivía de prestado –que adquiría segundas y terceras viviendas, renovaba sus automóviles y daba la vuelta al mundo–, gastamos más de lo que teníamos y cuando se nos agotó el crédito, nos despeñamos. Es lo que sucede con las deudas: que algún día hay que pagarlas, y en ese momento de nada sirve huir hacia delante y falsificar nuestras cuentas.
Ahora bien, por muy imprudentes que pudiéramos ser los españoles, nuestra irreflexión por sí sola no permite explicar cómo pudimos acumular tantas deudas; cómo nuestros prestamistas fueron tan miopes de seguir extendiéndonos crédito sin límite para sufragar nuestros dispendios. No en vano, tenga en cuenta el lector que si nadie incrementa su ahorro para aumentar su oferta de crédito y, al mismo tiempo, todo el mundo comienza a demandar ese escaso crédito de manera compulsiva, su precio, el tipo de interés, debería dispararse y limitar el endeudamiento.
Sin embargo, nada de esto acaeció en nuestro país. Entre 2002 y 2006 el crédito bancario se multiplicó casi por tres, pese a lo cual el euríbor comenzó 2002 en el 4% y terminó 2006 en el 4%, manteniéndose entre tanto por debajo del 3%. Cáspita, nuestro ahorro por los suelos, nuestro endeudamiento por las nubes y, empero, nuestros tipos de interés atados al 4%.
No se vaya a creer que milagrosamente las leyes de la oferta y la demanda entraron en suspenso para España; tan extraño fenómeno también se repitió en EE UU, Irlanda, Inglaterra, Grecia, Portugal, Islandia, Hungría, Letonia y cuantos otros países que hoy cargan con el pesadísimo yugo de la pasada orgía crediticia. La explicación de por qué los tipos de interés no repuntaron para contener el insaciable apetito de deuda de Occidente se resume en dos palabras: bancos centrales.
Los bancos centrales son los monopolios legales de la emisión de dinero. Los privilegios que les han sido concedidos por nuestros gobernantes les permiten manipular a su antojo la oferta de crédito y desvincularla de la realidad; en contra del más elemental sentido común, disfrutan de la prebenda de prestar un dinero que no han ahorrado con anterioridad: simplemente lo crean ex novo.
Eso fue justamente lo que nos sucedió. A partir de 2002, los principales bancos centrales del planeta –la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra– inundaron los mercados financieros con enormes cantidades de crédito de nueva creación que redujeron artificialmente los tipos de interés hasta mínimos históricos y estimularon el imprudente endeudamiento de toda la sociedad.
Sobre esa burbuja de crédito se construyó la burbuja inmobiliaria y sobre ésta la burbuja del empleo, la del crecimiento económico y la del superávit público. Pinchada la primera una vez los agentes no podían permitirse un apalancamiento mayor, todas las demás fueron viniéndose abajo una tras otra: los precios de la vivienda dejaron de inflarse, los trabajadores dependientes directa o indirectamente de la construcción perdieron sus empleos y la recaudación tributaria derivada de la insana hinchazón de la actividad se esfumó. No se crea, pues, a todos aquellos propagandistas que, embebidos del ideario socialista, repiten que la crisis es una consecuencia del libre mercado: los causantes últimos de esta gravísima crisis son los bancos centrales, monopolios públicos que nada tienen que ver con el libre mercado.
A los españoles sólo nos faltó que el desgobierno socialista de Zapatero desplegara toda su artillería ultraintervencionista para terminar de hundirnos en la miseria. Los banqueros centrales gestaron la recesión y los políticos se encargaron de prolongarla. Como ve, el libre mercado en su máximo esplendor.
*Juan Ramón Rallo es economista y fundador del Instituto Juan de Mariana
Magnifica exposición.
Feliz año.
Con mis mejores deseos para este nuevo año.
Un saludo, Jordi Feliu.
Es un placer leer sus articulos claros y ponderados. MUY FELIZ AÑO NUEVO. Pere.
Miedo lo que se dice miedo no tengo, tengo pánico, pero bueno, haremos caso y cambiaremos el chip. Bon any a tots y totes.
Sr Foix:Me guardaré sólo un poquito de miedo para ser prudente, el resto lo quemo hoy mismo en la chimenea.Molt Bon any.
El dia menos pensado habra que montar una «kedada» con el Sr. Foix y todos los aiduos a su blog. Supongo que habra que habilitar el edificio Forum o similar, porque somos muchos.
El Sr. Foix puede pasar la decada feliz y contento porque nos ha hecho a todos un poquito mejores.
Su articulo de ahora mismo es impecable y un canto a la esperanza de un futuro mejor al que todos aspiramos y al que hemos de contribuir con ganas.
Vamos a por ello!!
Sr. Foix, muchas gracias una vez mas y que tenga un 2011 esplendido, pleno y feliz.
Un buen año para todos.
M’ hi apunto!
Me apunto sin condiciones.
Jo tambè aniria.
Sr.Foix: ¿ Quién dijo miedo…?. La mejor forma de vencer el miedo es enfrentarlo, pero hemos pasado de no tener miedo a endeudarnos hasta las pestañas a tener miedo hasta de nuestra propia sombra, algo de miedo nos ayuda a tener limites en nuestra vida, a no creernos que todo, todo, es posible, cuando no es cierto. Pero coincido con Vd en que hubo tiempos peores y que sabremos superar la situación actual, el miedo es una puerta a la esperanza y hay que abrirla.
Bon any 2011, BartoloméC.
Señor Bartolomé, sería un placer conocerle en persona a usted y al resto de compañeros que hace tanto tiempo leo con atención.
Un saludo,Jordi Feliu.
No sería bueno volver a las andadas, no sería bueno perder la prudencia y repetir errores.
La verdad es que miedo tengo un rato, pero bueno.
Eso, quién dijo miedo.
«la sociedad se moviliza menos por proyectos de futuro que por la agitación del pasado” D. Innerarity
Si la sociedad se movilizara para diseñar nuevos modelos de crecimiento, nuevos modelos cooperativos, nuevos proyectos en vez de querer vivir con unas normas del pasado que ya estan caducas, quizas avanzariamos. El problema es que quienes viven bien con estas normas caducas ofrecen su resistencia.
El miedo no se provoca solo alguien lo provoca y alguien se beneficia de ello.