Aviones franceses y británicos bombardean objetivos militares de Gaddafi para evitar que los soldados fieles al dictador machaquen a los rebeldes que desde hace un mes piden la dimisión del dictador libio. Sarkozy ha llegado a reconocer a un inexistente gobierno de la oposición que tendría su sede en la ciudad de Bengazi.
Se actúa de acuerdo con la resolución 1973 de las Naciones Unidas que permite utilizar todos los medios necesarios para que Gaddafi no mate a sus propios conciudadanos. La cínica paradoja es que mientras fuerzas francesas y británicas bombardean Libia, los gobiernos de París y de Roma han abierto un contencioso sobre el destino de los treinta mil tunecinos y libios que han huido de sus países alcanzando la isla italiana de Lampedusa.
La Italia de Berlusconi ha aprobado unas leyes muy restrictivas sobre los inmigrantes hasta el punto de que los carabineros tienen facultad para expulsar a todos los que no tienen papeles. Francia, como es sabido, ha expulsado a varios miles de gitanos en los últimos meses por una decisión muy discutida de Sarkozy.
Berlusconi acudió personalmente a la isla de Lampedusa en un acto de falsa compasión hacia los miles de norte africanos que huían de las revueltas. Hizo un discurso humanitario y a continuación empezó a desplazar a los recién llegados hacia Sicilia para dirigirlos luego a la frontera francesa en la ciudad de Ventimiglia.
Si están en territorio Schengen, el acuerdo de libre circulación de personas en doce países europeos, pueden perfectamente ser inducidos a pasar a Francia y extenderse por Europa. Antes de que se produzca la entrada masiva de tunecinos y libios a Francia, el gobierno Sarkozy ha amenazado con aplicar la misma política que ha aplicado con los gitanos. Devolverá a los sin papeles a Italia y, posiblemente, Berlusconi les convencerá para que se trasladen a otros países.
Europa, España incluida, participa militarmente en la defensa de los perseguidos por Gaddafi en Libia y trata como si fueran mercancías a los libios y tunecinos que naufragan por el Mediterráneo en busca de un horizonte de seguridad y dignidad.
¿En qué quedamos? Si en una acción de solidaridad con las personas se organiza un ataque militar sobre los seguidores de Gaddafi no se entiende que no se facilite refugio a quienes han huido de Libia y Túnez. Mientras se bombardea Libia, el ministerio del Interior francés ha cursado una circular urgente a todas las prefecturas sobre cómo actuar ante la previsible avalancha de inmigrantes tunecinos en suelo francés procedentes de Italia.
Las instrucciones, según cuenta Lluís Uría en la crónica de La Vanguardia, sólo podrán permanecer en Francia durante un plazo de tres meses y siempre que cumplan varios requisitos que muy pocos de los recién llegados podrán cumplir. La circular termina diciendo que “en todos los demás casos, bajo reserva de un examen individual de la situación, los extranjeros afectados serán devueltos al Estado miembro de procedencia”.
Estos mismos criterios justificaron que el gobierno francés propiciara la campaña sistemática de expulsión de gitanos húngaros y rumanos a sus países de origen, aunque formaran parte de estados de la Unión Europea.
La mayoría de expatriados que se encuentran en la isla de Lampedusa hablan francés o italiano. Fueron colonizados por estos dos países desde finales del siglo XIX y buena parte del XX. Se extrajeron recursos y se practicó el dominio territorial sobre casi todos los países africanos. Ahora se les impide que se establezcan en Europa porque son un estorbo.
Los problemas planteados por una inmigración masiva en poco tiempo son muchos y complejos en los países de acogida. La presión demográfica de la juventud del norte de África choca con la fragilidad de una Europa cada vez más envejecida. Aquí no cabemos todos, dicen los políticos partidarios de frenar la inmigración, seguramente por temor a que la extrema derecha xenófoba les arranque votos en las elecciones.
Lo que parece incongruente es el cinismo de bombardear Libia para evitar la muerte de los rebeldes que se han enfrentado a Gaddafi y a Ben Ali y tratarles como indeseables cuando llegan a nuestro territorio. La experiencia confirma, una y otra vez, que los principios morales son poco vinculantes con la realidad. Ya sé que es inútil señalar estas incongruencias. Pero por decirlo, que no quede.
Sr. Foix: Otro buen artículo. Que expresa con imparcialidad el comportamiento humano con sus semejantes.
Me quedo con los 3 últimos parrafos. Que definen el tema con verdadera exactitud de la realidad.
Y no añado nada más porque Vd. ya lo dice todo.
Adeu siau.
P.D. De todas maneras, supongo, que no es lo mismo cuando, en epoca de vacas gordas, nosostros pedimos mano de obra inmigrante extranjera, para ocupar puestos de trabajo, ect. Que cuando vienen en masa millones de personas y en época de crisis económica y de destrucción de millones de puestos de trabajo.
Puede de que no sea el cinismo, sino la crisis y el paro. El verdadero problema que tenemos.
Sr.Foix: Nuestra solidaridad es de pacotilla.
BartoloméC: Ó de interes petrolifero. ¡ Digamoslo claro !
Claro que también, tengamos en cuenta, que en epoca de crisis y de que millones de personas están en el paro y sin recursos, da un cierto miedo la enorme masa de inmigrantes que necesitan huir de su pais.
En época de vacas gordas el sentimiento ó el interes queda más atenuado. Hay más tolerancia. Porque bién se ha permitido que en España entraran más de 4.500.000 de inmigrantes extranjeros.
Albert; para evitar la huida de sus paises a todas esas personas, habría que haberles ayudado a desarrollar sus paises, es esa la solidaridad que hacía falta, ahora pagamos las consecuencias, como de tantas cosas que se han hecho tarde y mal.
BartoloméC, exacto. Tienes toda la razón.
Pero también los que ejercen ó han ejercido el poder y el dominio de las materias primas, como el petroleo y el gas natural, ect. podrían haber procurado el desarrollo y el reparto equitativo de la riqueza a todos sus conciudadanos. No toda la culpa es del mundo más desarrollado.
Sus dirigentes tienen la culpa principal. Al acaparar poder y riqueza sin limites.
Y confirman mi teoría de que el acaparamiento de poder y riqueza a mansalva e innecesariamente, insensibiliza para tener el sentimiento de solidaridad hacia las necesidades, sufrimiento y miseria de los demás.