Un ex presidente tiene dificultades de encontrar su lugar en el mundo. Puede tener influencia pero ya no tiene poder y la gente lo sabe. Pero le escucha y él lo utiliza para confundir a los que fueron suyos o a sus adversarios.Un político no se jubila mientras pueda articular un discurso aunque los años le vayan cayendo como una losa pesada. Su posición no depende de la edad sino de cómo acepta si situación fuera del poder.
Konrad Adenauer llegó a la cancillería de la Alemania devastada cuando contaba 67 años y se retiró a los 87 años. Fue uno de los impulsores de la primera reconstrucción alemana después de la guerra. Ronald Reagan tomó posesión como presidente de Estados Unidos a los 70 años y abandonó la Casa Blanca ocho años después. La edad es a veces sinónimo de madurez y de experiencia, perfectamente compatible con un servicio público adecuado a su cargo. Sabemos que Helmut Schmidt, a sus 93 años, sigue produciendo ideas interesantes basadas en su experiencia política. Schröder prefirió entrar en nómina de la gran empresa energética rusa causando estupor en Alemania por haber suscrito un contrato con Gazprom siendo todavía canciller.
No hay un código de conducta universal para los ex presidentes. Jimmy Carter se dedica a causas nobles viajando por todo el mundo, mientras que los Bush, padre e hijo, se han refugiado en un discreto silencio. Bill Clinton y Tony Blair recorren el planeta dando conferencias muy bien retribuidas mientras que Thatcher acaba sus días en la Cámara de los Lores. Giscard d’Estaign habla muy de vez en cuando mientras que Jacques Chirac intenta neutralizar los efectos de la justicia que le ha citado como imputado.
En España tenemos el modelo de Felipe González y el de José María Aznar. El primero ha dirigido un informe sobre la gobernabilidad en Europa, escribe artículos y habla de lo que le apetece aunque no sea compartido por los que mandan hoy en el socialismo español. Aznar sigue empeñado en que no se equivocó con la guerra de Iraq, no ha pedido disculpas a los españoles por las mentiras anunciadas en televisión, cultiva sus relaciones con los conservadores norteamericanos y acaba de sorprendernos en calificar a Gaddafi como el amigo extravagante al que no había que atacar. De paso, ha hecho en lúgubre vaticinio sobre la situación económica española. No es una ayuda para su designado sucesor, Mariano Rajoy, al que pone en un aprieto cada vez que habla.
La más reciente intervención de Aznar se ha producido en la Universidad de Columbia de Nueva York. El inefable ex presidente calificó el lunes pasado “de amigo extravagante” al dictador libio Muamar el Gaddafi y, de paso, criticó la intervención militar occidental contra la Libia de Gaddafi que, según él, apoya “los esfuerzos del mundo occidental contra el terrorismo”.
Con un inglés más voluntarioso que claro, Aznar se refirió a la conversión de Gaddafi a la causa occidental como consecuencia de la invasión de Iraq en 2003. Ante un auditorio académico dijo que Gaddafi se puso a pensar que si había un cambio de régimen en Iraq, a lo mejor habrá cambio de régimen aquí, lo que quiere decir que me cambiarán a mí. Decidió eliminar y abandonar todos los programas de armas nucleares, biológicas y químicas. Y lo abandonó definitivamente.
Justifica la visita que hizo a Trípoli para reconciliarse con Gaddafi, a pesar de que había ejercido el terrorismo internacional, con el derribo del avión sobre el espacio de la ciudad escocesa de Lockerbie, y de haber sido bombardeado por Reagan en 1986 para que dejara de competer tropelías en el Mediterráneo. En aquella visita, con regalo de caballo enjaezado incluido, Aznar absolvió a Gaddafi en nombre de Occidente. Luego pasarían por Trípoli, Tony Blair, Zapatero, Sarkozy, el Rey de España y muchos más.
A estas alturas, después de que la ONG Human Rights Watch y el New York Times le acusaran de utilizar bombas de racimo contra la población de Misurata, bombas de fabricación española, va Aznar y proclama que Gaddafi es “un amigo extravagante, pero un amigo, al tomar estas decisiones. Y la consecuencia es que los países occidentales le atacan”.
No se contentó en criticar la política europea que actúa en Libia con mandato de las Naciones Unidas sino que lamentó la incoherencia de la actual política de Estados Unidos al “respaldar a los rebeldes libios sin siquiera saber quiénes son los rebeldes”. Tiene valor Aznar en criticar la política norteamericana en el mismo Nueva York. Es muy difícil, dijo, entender una política que deja que los amigos caigan y que los enemigos permanezcan en el poder. Sin mencionarlos se refería a Hosni Mubarak y a Ben Ali que han sido echados del poder sin ninguna revolución violenta ni tampoco con gritos contra Occidente o Israel. Tampoco han blandido ejemplares del Corán.
Aznar todavía está anclado en la foto de Las Azores y está poniéndose al lado del ala más conservadora de Estados Unidos que le niegan el pan y la sal al presidente Obama. El ex presidente no se detuvo en Libia sino que puso en duda la capacidad de Europa de salir de la crisis para acabar diciendo que España necesita un nuevo y más responsable liderazgo político y que la gobernanza “no puede estar en manos de progresistas, buenistas y eternos adolescentes, que nunca dará lugar a unan sociedad unida, ni será capaz de garantizar la seguridad, el ejercicio de la libertad y el verdadero progreso de las personas”. Como si prácticamente todos los gobiernos europeos no fueran conservadores.
Patético Aznar en Nueva York. Se me antoja que es un patriota irresponsable que repite el discurso de sus tiempos de presidente sin ponderar la nueva situación. No es el embajador español más idóneo. No sabe ser ex presidente.
Es posiblemente la persona no delincuente que menos me gusta del mundo, a Gaddafi lo considero delincuente no simplemente extravagante.
http://www.goear.com/listen/ee6e8d8/hoy-puede-ser-un-gran-dia-joan-manuel-serrat
Sr. Foix: ¡ La ciudadanía aun recuerda las famosas caceroladas contra la guerra de Irak. También recuerdan al famoso trio delas Azores !
Al buen entendedor…..
Sr.Foix: En el número 56 de la calle Castelló, en Madrid, se encuentra el Colegio Nuestra Señora del Pilar ( El Pilar), de la Compañía de María (Marianistas); la escalera principal del colegio está presidida por la frase de San Juan «La verdad os hará libres», que es además el lema del colegio.El expresidente José María Aznar pasó por ese centro, pero tengo la impresión que no supo captar la esencia de su lema…
Bartolomé, lo más probable es que sólo fuera de paso…
Lo creo.
Muy bueno este palo a Aznar, Sr. Foix.
Pero lo que más me ha gustado de su revisión histórica, es la reivindicación de la edad madura de los políticos.
Un saludo muy cordial de
J. M. Caparrós Lera