La muerte de Osama Bin Laden levanta muchas sospechas sobre el doble papel de Pakistán en la lucha contra el terrorismo de Al Qaeda. Se esperan muchos detalles sobre las circunstancias de su muerte que fue seguida en directo por el presidente Obama y su equipo de seguridad en el búnker de los sótanos de la Casa Blanca.
Un portavoz del Ministerio de Defensa de Afganistán sostiene que “no solamente Pakistán, con su poderoso sistema de inteligencia, sino un gobierno débil sin apenas servicios de espionaje, habría conocido que Bin Laden llevaba unos años viviendo en la casa en que fue abatido.” En Pakistán debía saberse también que desde los santuarios terroristas de su país se organizaban ataques fronterizos a las fuerzas de la coalición internacional que intentan pacificar Afganistán.
Crucé la frontera entre Afganistán y Pakistán por el mítico Kyber Pass, testigo trágico de todas las expediciones de británicos y soviéticos que han conocido la derrota en las montañas que dividen los dos países. Era en febrero de 1980, tras ser invitado a abandonar Kabul por las fuerzas invasoras de la Unión Soviética. Robert Fisk, el más correoso corresponsal de guerra en la región, me iba explicando la desolación que reinaba en un paraje controlado por las tropas rusas.
Atravesamos la Garganta de Kabul, un despeñadero surcado por una accidentada carretera en la que muchos coches y camiones se habían caído al abismo. Transitábamos en un autobús de línea desde Kabul a la ciudad paquistaní de Peshawar.
Las tropas soviéticas habían tomado el control de todos los enclaves. Nos pararon en muchos puestos de seguridad. Nos registraron, nos preguntaron y nos dejaron continuar el trayecto. De vez en cuando se oían disparos de los resistentes afganos en la lejanía. Llegamos a Jalalabad para hacer noche. Fisk me llevó a una casa de las afueras donde unos diez afganos estaban organizando la resistencia a la invasión soviética. Dormimos en una fonda y a la mañana siguiente Fisk desapareció y me dejó solo para emprender el camino hacia la frontera.
El autobús paraba de vez en cuando para que los pasajeros asustados bajaran en medio de ninguna parte o bien para recoger a los que hacían señales desde el camino para subirse a bordo. La apariencia de normalidad se caracterizaba en las caras asustadas de los que se escondían en las casas de adobe de la ruta. Tenderetes de frutas y alimentos invitaban a que la expedición se detuviera para aprovisionar comida.
Los tanques soviéticos vigilaban las encrucijadas con soldados estratégicamente situados para controlar una ruta de paso. En la frontera, antes de subir el Kyber Pass, una simple formalidad de mirar los pasaportes por policías afganos que estaban ya bajo el control soviético y vía libre para subir el puerto en el que los británicos habían construido fortificaciones en el siglo XIX.
Cruzamos la frontera y alcanzamos Peshawar . Me instalé en un Sheraton destartalado de la ciudad que rápidamente advertí que se trataba de un nido de espías y de ricachones musulmanes con maletines de dólares para organizar la resistencia.
Al día siguiente llegó el consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter, Zbigniew Brezinski, que nos llevó a los periodistas a la frontera y desde un torreón de piedra hizo un discurso en el que prometió toda la ayuda norteamericana a luchar contra los invasores soviéticos.
Algunos jefes de la resistencia afgana le acompañaban y, por supuesto, todo el contingente de la prensa americana que seguía a Brezinski en aquella primera gira por la provincia nord occidental de Pakistán. Años más tarde sospeché que entre aquellos jóvenes dispuestos a derrotar a los soviéticos en Afganistán se encontraba Bin Laden que recibiría el adiestramiento y los medios para combatir en las montañas afganas. Lo que sí está comprobado es que Bin Laden estuvo allí mucho tiempo y jugaría un papel decisivo en la organización de la resistencia subvencionada por Estados Unidos.
Permanecí varios días en el hotel de Peshawar. Estaba lleno al completo. En las habitaciones y en la gran sala de entrada se intercambiaban informaciones, dólares, planos y contratos de armas. Cuántas guerras se libran en hoteles cercanos a los campos de batalla.
Lo que no podía imaginar, son las sorpresas que te facilita esta profesión, es que 30 años después Osama Bin Laden sería el enemigo número uno de Estados Unidos, al que había que coger vivo o muerto, y que sería muerto por un comando especial americano en una casa protegida en las afueras de Islamabad y que un presidente negro norteamericano anunciaría a la nación que se había hecho justicia.
off Topic
¿En digital no hay versión en catalán de La Vanguardia?, no veo donde clicar, es curioso lo de comparar los titulares de cada versión, no es fácil el tema , has de encajar las letras con la foto y que tenga el mismo significado, nunca me había fijado con EL PERIODICO.
¡ Hay que ver la sociedad humana, con sus Caines y Abeles, de lo que es capaz, tanto para el bién como para el mal !
Recuerdo un refrán antiguo que dice asi :
» Bienaventurados los malos cuando son más que los buenos, porque Dios protege a los malos cuando son más que los buenos »
Así va el mundo.
En la primera foto El Sr. Foix hace treinta años con montañas nevadas (con perdon) de Afganistan al fondo.
Pues ya ve Vd. para que sirven treinta años en estos temas.
Robert Fisk se ha vuelto a fundir y ahora en vez de sovieticos estan por la misma zona y por Paquistan los de la operacion Geronimo (manda webs) con metodos tanto o mas execrables y por lo pronto mucho mas cinicos en cuanto y tanto dicen ser los adalides de la libertad la democracia y la verdad.
Impartiendo su justicia que en este caso ha sido la ejecucion de un personaje al que efectivamente habian adiestrado a su conveniencia a su manera. Liberando paises tambien a su manera por puro exterminio de sus habitantes o facturando a seres humanos como animales a uno de los enclaves señeros de su democracia, Guantanamo.
Sr.Foix: Mucho me temo que veremos cosas que nos harán restregarnos los ojos, la imagen del presidente Obama y su equipo de seguridad visionando el reality show de la muerte de Bin Laden es desoladora. Obama anunció que se había hecho justicia por los atentados y muertes del 11-S, ahora falta saber quién y cómo hará justicia de los atentados y muertes que hizo Bin Laden cuando estaba a sueldo de la CIA…
Anda que ya le vale a Obama, menos mal que es premio Nobel, menos mal.