Entrar en Afganistán es relativamente fácil una vez superadas las ramificaciones del Himalaya o después de haber cruzado el legendario paso de Kyber en la frontera con Pakistán. Lo más difícil es salir de este cementerio de imperios que una vez instalados en la inmensa planicie de Kabul, han pensado que dominaban este país neurálgico de Asia Central.
Británicos y soviéticos fueron derrotados por guerrilleros desparramados por las montañas, con pocas armas y sin un liderazgo visible. Tres fueron las guerras afganas de los británicos. Se fueron.
En los últimos días de 1979 llegaba a Kabul procedente de Nueva Delhi. Los soviéticos habían cruzado la frontera, con diez batallones que penetraron por Mashari Sherif, punto fronterizo con la república soviética de Uzbekistán, y en una semana controlaron todo el país. Era el último pulso de la guerra fría aprovechando la debilidad del presidente Carter que había sufrido un gran revés con los helicópteros caídos en el desierto de Irán cuando intentaba rescatar a los diplomáticos cautivos en la embajada de Teherán.
Los soviéticos, con todo su poderío, fueron derrotados con la ayuda a la guerrilla facilitada por la administración Reagan.
Entrar en un país invadido causa una gran tristeza. Kabul estaba cubierto con una sólida capa de nieve. Algunos soldados afganos andaban sonámbulos por las calles. En los mercados al aire libre, sobre la nieve, se compraba lo más elemental. La calle turística por definición, Chicken Street, sólo recibía la visita de algunos periodistas que todavía no sabíamos el alcance de la invasión.
Los periodistas del bloque soviético, desde rusos a polacos pasando por búlgaros y checos, residían en el Hotel Moscú. El resto, unos cincuenta, estábamos en el Intercontinental, sobre una colina nevada y con una vista sobre la explanada de Kabul. No se podía fiar de nadie. Los taxistas que merodeaban el hotel pasaban la información a los soviéticos. Era el trato. El servicio del hotel estaba del todo controlado.
Las comunicaciones estaban cortadas. Se solía recurrir al sistema de la paloma. Bajábamos al aeropuerto, totalmente militarizado, y buscábamos alguien que tuviera pinta fiable y le pedíamos si podía entregar una carta a Delhi . Contenía la crónica. No siempre había suerte. Algunas veces eran agentes soviéticos los que te echaban en cara el enviar información clandestinamente.
La mayoría de mujeres iban cubiertas con burkas y andaban camufladas por las calles nevadas de Kabul. Ni una sonrisa ni un gesto de bienvenida a nadie. Ni siquiera a los que habíamos llegado para informar. El hall del hotel era un hervidero de rumores, de falsas informaciones, de crónicas enviadas pero no confirmadas. Se veía que los soviéticos estaban por todas partes pero era difícil relacionar la información.
Los afganos nos miraban. Iban a sus cosas como si los diez batallones no hubieran entrado. Empezaron a organizarse en las afueras, en las montañas, en puntos clave de Afganistán. Cuando empezó la guerra para derrocar a los talibanes de Kabul pensé, y escribí, que el final de aquella operación, justificada por una resolución de Naciones Unidas, sería triste y lamentable para todos. Así ha sido. A estas horas la ministra Carme Chacón está volando hacia Afganistán. Ha hecho un discurso simple al decir que la participación española en Afganistán es la más dura, compleja y arriesgada de cuantas ha realizado España en misiones internacionales.
Ojalá que antes de la retirada definitiva en 2014 no se produzcan más bajas. Son ya 96 los españoles caídos en Afganistán. Obama ha empezado a precipitar la retirada pensando que la presencia masiva de norteamericanos en Afganistán sería un grave inconveniente para la campaña presidencial.
No se que se nos ha perdido en esa guerra, es un desastre desde el primer dia.Dónde están los de la pegatina famosa del «NO A LA GUERRA»??.
Sr.Foix: Cada vez nos resulta más patético ver como se elude utilizar la palabra «guerra» para definir lo que está pasando en Afganistán, todo son rodeos, circunloquios, hay orden en los telediarios de no llamar las cosas por su nombre. Esta guerra está perdida desde el primer día, para ganar una guerra hay que empezar por saber que se está en guerra, lo demás son zarandajas…
Si no se le llAma guerra no se puede decir lo del «NO A LA GUERRA».
Estimado Sr. Foix:
Vd. ha sido testigo del caos de Afganistán, con esas tres guerras. No sé qué hacemos los occidentales allí. En la película A LAS 5 DE LA TARDE se ve, claramente, que no nos aprecian: quieren resolver el conflicto entre ellos. Sería mejor retirar las tropas ya, pues puede acabar como otro Vietnam.
Agradecido por su gran labor informativa, le saluda cordialmente
J. M. Caparrós Lera
Catedrático de Historia Contemporánea y Cine
Universitat de Barcelona
Hace unos ocho dias un convoy español en Afganistan ya sufrió un ataque de gravedad.
Aun asi nos dicen las crónicas que el consejo de ministros del ppdo viernes tuvo sus puntos mas controvertidos entre los distintos lumbreras que lo forman al tratar del tema del limite de velocidad por autovías y autopistas, que no me negaran, es un tema de lo mas urgente.
Hoy en Afganistan han vuelto a darle a nuestros soldados.
Era patético ver en los telediarios a la ministra de defensa con cara de velocidad, soltar vaguedades antes de tomar el avióncito de las fuerzas armadas de las españas en su enésimo viaje a Afganistan.
El Sr. Foix ya nos cuenta como estaba y como vio el panorama en 1979. Hoy mas o menos igual, con un presidente títere con su eterno gorrito de astracan que no gobierna mas alla de la esquina de su bunker.
Obama hara pirar a los aguerridos marines en un nonada, que viene campaña electoral y los españolitos decimos que estaremos allí hasta el 2014.
Si entrenamos un poquito mas, nos ganamos, fijo, el titulo de bobos universales.
Dogbert, nosotros nos iremos cuando nos digan que nos marchemos, somos unos mandados.
Never seen a bteetr post! ICOCBW