Rupert Murdoch confesó dos veces ante el comité de diputados que le pedían explicaciones sobre el escándalo en el News of the World que el martes había sido el día más humillante de su vida. Pidió perdón a cuantos habían sido perjudicados por las prácticas delictivas de los periodistas, prometió investigar todo lo que había ocurrido y dijo que no dimitía porque él era la única persona capaz de poner orden en el desaguisado en el grupo mediático más poderoso del mundo. Un día ciertamente triste para el magnate.
Murdoch fue defendido con pasión por su esposa cuando un desalmado le intentó clavar una tarta de espuma de afeitar en la cara. Su hijo James se irritó con la lógica rabia filial. Pero el patriarca Murdoch parecía no estar preocupado excesivamente a pesar de declararse públicamente humillado. Dijo que sus negocios en los medios de comunicación británicos significaban sólo un uno por ciento de su facturación mediática global que asciende a 33.000 millones de dólares. Tiene a 52.000 trabajadores en plantilla en todo el mundo, desde Australia a Estados Unidos y Europa. Su poder es inmenso.
Pero lo que ocurre estos días en Londres no es cuestión del poder de los medios sino del excesivo poder que algunos diarios de Murdoch han utilizado en los últimos años. A pesar de la seguridad y tranquilidad que respondía a las incisivas preguntas de los diputados, Murdoch sabía que periodistas de sus medios vulneraron la ley, compraron información, corrompieron a la policía y perjudicaron la causa de la libertad en Inglaterra.
Parecía como si Murdoch era devorado por los buitres que él mismo y sus gentes habían alimentado. Lo que está en cuestión, como recordó el atribulado primer ministro Cameron en los Comunes, es saber hasta qué punto la prensa ha cometido delitos en su búsqueda de información, cómo y hasta dónde ha entrado la corrupción en Scotland Yard y cómo se puede garantizar la transparencia en el trato entre los políticos y los periodistas.
Un dato revela lo que queda por saberse de las relaciones entre Murdoch, el Gobierno y la policía. Unos diez de los cuarenta trabajadores en el departamento de información de Scotland Yard habían trabajado en News of the World. En lo que va de legislatura, Murdoch ha entrado dos veces en Downing Street por la puerta trasera y la señora Rebekah Brooks reveló el martes que sus encuentros con el primer ministro Cameron eran frecuentes.
El que fue director del diario finiquitado, Andy Coulson, fue jefe de prensa de Cameron hasta que el The Guardian empezó a publicar informaciones sobre la complicidad del Gobierno con el grupo mediático. Los laboristas no pueden arrojar la primera piedra porque Murdoch trató y ayudó tanto a Blair como a Brown. Va para largo. No me imagino un debate así en nuestro país.
Artículo publicado en La Vanguardia el 21-7-2011
Sr. Foix, me pregunto: Si al hombre que quiso estamparle una tarta de espuma de afeitar en la cara a Murdoch, se le llama desalmado. ¿ Como ó de que manera debería llamarse a Murdoch, que ahora viene de inocente e ignorante ? Porque se trata de un delito criminal.
Compañeros del Blog, vuestros comentarios me hacen sonreir.
Sr.Foix: Viendo a Wendi Deng habrá que suponer que los trabajadores que Rupert Murdoch tiene en plantilla son 52.001…
Tarjeta roja y expulsión!!!!!!!!!!!!!!!! Hay que ser poco muy romantico para pensar eso.
Francis…pero tal y cómo está el patio de revuelto…¿ existe algo más romántico que una buena nómina a la luz de la luna…?
Wendi Deng es la razón por la que Murdoch rie siempre.