La ficción es más verdadera que la historia. Lo vemos a diario en la política, el arte, el deporte. Lo que ocurre suele ser inesperado y con frecuencia se entiende más desde la ficción que desde los hechos sin relato. La idea no es de un filósofo de la Ilustración sino que la expresó por primera vez Aristóteles cuando daba lecciones a Alejandro y escribía uno de los pilares más sólidos de la filosofía griega.
Según cuenta George Steiner, Aristóteles quería decir, según parece, que la ficción encierra una generalidad más incisiva, más representativa, que penetra más profundamente en las motivaciones y en la experiencia humanas.
No hay historia académica que iguale la veracidad de Guerra y Paz de Tolstoi. No son piezas arqueológicas sino monumentos del intelecto que no envejece.
Leí en su día los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós y acabo de terminar una biografía colosal sobre el reinado de Isabel II. Me quedo con el siglo XIX de Galdós porque penetra en las grietas de la historia tal y como él la construyó desde una ficción basada en datos imprecisos.
El Quijote es una de las grandes piezas universales sobre la condición humana. Muchos de los episodios que observamos hoy en tierras hispánicas están perfectamente dibujados por Cervantes. El crítico Harold Bloom considera que para “Unamuno, Alonso Quijano es el santo cristiano, mientras que don Quijote es el fundador de la verdadera religión española, el quijotismo”. Pienso que Molière es a Francia lo que Goethe es a Alemania. Visiones finas de cabezas agudas que perduran en el tiempo y en la historia. Italia no se entiende del todo sin Dante.
Shakespeare, seguramente el más grande de todos, es también el más vasto de los intelectos que podría superar a cualquier filósofo. Son las piezas de Shakespeare las que en buena medida determinan el sentido de Gran Bretaña y la interpretación de su propio pasado.
La revolución bolchevique se puede captar con más riqueza de matices con el libro de Manuel Chaves Nogales, “Juan Martínez estaba allí”, que con los millares de textos que se han escrito sobre aquel año 1917 en Rusia. Joan Sales, en su Incerta glòria, dibuja uno de los más lúcidos relatos sobre la guerra civil española. Arturo Barea hace lo propio desde otra óptica en su Forja de un rebelde.
¿Qué sería la historia sin teatro, cine, literatura y ficción? Otra cosa.
Sr. Foix: Pienso que, a menudo, nos identificamos más con la ficción que con la realidad.
Seguramente es debido a que la ficción revela con más realidad nuestros sentimientos y nuestros deseos más profundos y humanos del subconsciente.
Es posible pensar que la ficción también es una realidad.
Es totalmente cierto lo que dice, Sr. Foix, sobre la ficción; pues desde hace 20 años enseñó la historia del mundo contemporáneo a través de películas de ficción, que testimonian o clarifican cuestiones que no cuentan los libros.
Agradecido por su valiente discurso, le saluda cordialmente
J. M. Caparrós Lera
Catedrático de Historia Contemporánea y Cine
Universidad de Barcelona
Sr.Foix: Espero que quienes escriban sobre la historia de todo lo que estamos sufriendo y padeciendo ultimamente, afilen bien la punta del lápiz, creo que estamos viviendo unos sucesos que marcarán el devenir de los cambios sociales que se avecinan en este siglo…
Estoy de acuerdo con Vd..Que no daría para ver como estaremos dentro de diez años.Donde estan los líderes de Europa ? lo estamos cortando todo,a esta paso no nos quedaran ni semillas para replantar (se nos va el talento.