El cambio de presidente en Rusia se ha producido como una muy meditada jugada de ajedrez. Vladímir Putin llegó al poder hace doce años. No podía continuar por más tiempo y cedió la presidencia temporalmente a Dimitri Medvédev mientras se quedaba como primer ministro. Ahora ha vuelto a recuperar la presidencia en unas elecciones discutidas en las que los pucherazos los hemos visto en directo por la televisión.
La democracia en Rusia es frágil y dominada por el afán de una minoría en amasar fortunas. Pero, a la vez, ha creado una cierta clase media que es la que empieza a salir a la calle para protestar contra la democracia controlada y autocrática que ha impuesto Putin con las prácticas habituales en la Rusia de todos los tiempos.
En épocas de inestabilidad y confusión en Europa, es oportuno mirar hacia el Este. Rusia ha influido en la política europea y mundial desde el regreso de Napoleón derrotado de Moscú. Putin controla buena parte de la energía que se consume en Europa central y en muchas ex repúblicas soviéticas. Su imagen de potente nacionalista ruso le ha ayudado a regresar a la presidencia aunque haya utilizado medios impropios en una democracia occidental. Han transcurrido veinte años desde la desintegración de la Unión Soviética y los rusos no acaban de aceptar que en una generación hayan perdido tantos territorios que fueron integrándose a la vieja Rusia zarista a un promedio de 80 kilómetros cuadrados diarios en los precedentes cuatro siglos.
Pedro el Grande y Catalina II fueron dos autócratas que ensancharon las dimensiones inacabables de Rusia. Putin puede caer en la tentación de restablecer su dominio territorial sobre tantas repúblicas que dejaron de ser rusas hace veinte años. Pero no lo puede hacer militarmente porque los ejércitos invasores ya no ganan guerras hoy en día. Seguramente se habrá dado cuenta de que para Rusia el dominio de tantos pueblos no es una cuestión de fuerza sino de debilidad.
Tiene los recursos energéticos suficientes para tener bajo control a parte de Europa y a muchos de sus vecinos caucásicos y orientales. El peligro de Rusia ya no es militar sino económico, a través del gas y el petróleo, y también sirviéndose de millonarios rusos que compran propiedades en las zonas más templadas de Europa y, de paso, se hacen con algún equipo de fútbol emblemático como es el caso del Chelsea en Inglaterra.
Si escoge esta política exterior de influencia económica tendrá que tratar a diario también con la oposición y la disidencia interna que no va a cruzarse de brazos ante la corrupción y los abusos de poder en un país en el que estas prácticas son naturales desde hace muchos siglos. Rusia está ahí, es grande, es fuerte y puede renovar su interés en influir en una Europa desconcertada y frágil. Alerta.
Publicado en La Vanguardia el 8-3-2012
Putin me sigue pareciendo un peligro tremendo, no hay nada mas ver como se ha vuelto a enganchar al poder y las tretas que ha utilizado para seguir teniendo bajo su bota al pueblo ruso, no me fio un pelo de semejante personaje.
Estoy de acuerdo con Brian. Cura de humildad para la Europa «Occidental» y ningun problema con Rusia ya que tal y como nos comentaba el Sr. Foix en un articulo de hace unos dias, en el peor de los casos solo ha hecho que defenderse de agresiones exteriores. No puede decirse lo mismo del «amigo» americano que las ha hecho y las sigue haciendo de todos los colores fuera de sus fronteras, agrediendo e invadiendo sin ninguna cobertura ni moral ni legal por donde le ha parecido.
Y si la cosa va de jugada de ajedrez por parte de Putin, pues muy bien; el ajedrez es el mas aristocratico e inteligente de los juegos llamados de mesa.
Y el Alerta! final de su articulo Sr. Foix, res de res. Alerta tenemos que estar con gente que esta mas cerquita.
Sr.Foix: Que un país del potencial de Rusia esté en manos de manipuladores del tamaño del amigo Vladimir me provoca escalofrios, su culto a la personalidad y sus dotes escénicas me devuelven a la época de la Dinastia de los Romanov y del que pudo ser su abuelo Ras…Putín.
Me pregunto el porqué del pucherazo teniendo asegurada, como tenía, la elección. ¿Prepotencia? ¿Menosprecio hacia la oposición?
Sea como sea, la emergencia de potencias como Rusia o la China constituyen una lección de humildad para Occidente, que, en el mejor de los casos, deberá asumir progresivamente un papel mucho más modesto en la escena mundial y, en el peor, de subordinación y segundo orden.