Fue una guerra absurda. Hoy hace 30 años salía de Washington hacia Buenos Aires. La invasión de las Malvinas por el ejército de la Junta Militar Argentina sorprendió al mundo que todavía vivía en la confrontación de la guerra fría.
Al llegar a Buenos Aires fui directamente a la Plaza de Mayo. En el balcón de la Casa Rosada, el general Leopoldo Galtieri pronunciaba a gritos un discurso patriótico en contra de Inglaterra justificando la recuperación de un territorio que decía que era argentino.
Fervor en la plaza, en las calles, en todos los partidos políticos, en la televisión y en los comunicados del Estado Mayor Conjunto que irían vomitándose durante casi dos meses. Leopoldo Galtier, uno de los tres generales que encabezaban la dictadura, se dirigía a Margaret Thatcher de forma burlona y desafiante: que venga, que la esperamos, ya sabrá lo que es Argentina.
Thatcher ordenó la salida de la flota de Plymouth. Se reían en Buenos Aires. Le pregunté a un colega de Reuters si llegarían sanos y salvos después de más de cuatro mil millas de trayecto. Me dijo secamente: If she says it, she means it”. Si lo dice, lo va a hacer. Y lo hizo, llegó y venció.
Empezó una larga guerra retórica. Yo escribía lo que decía la Junta y Martí Anglada daba la versión de Londres para La Vanguardia. Repasando las crónicas no se parecen mucho. Era la propaganda de la guerra. Con la diferencia de que los británicos cruzaban el Atlántico de norte a sur para recuperar sus Falklands y los argentinos se complacían en la propaganda de los comunicados militares que derribaban un avión cada día o bien infligían duros golpes a los británicos que todavía no habían cruzado el Ecuador.
El entendimiento entre Thatcher y Reagan funcionaba perfectamente sincronizado. Alexander Haig, el secretgario de Estado, viajaba de Washington a Buenos Aires y Londres. El ministro de Exteriores, Peter Carrington, lord Carrington después, saltó por los aires y dimitió al no coincidir con la determinación de Thatcher en volver a la guerra. El canciller argentino, Nicanor Costa Méndez, intentaba evitar lo que cada día parecía más inevitable. Era un ministro de Exteriores que caminaba con un bastón para disimular su cojera. Fue arrollado por los militares que no creían en la diplomacia.
Los Exocets franceses se dispararon desde buques argentinos y hundieron un destructor británico , el HMS Sheffield, que dio un respiro a la propaganda militar de la Junta. Hay que decir también que la decisión de Thatcher de hundir al Belgrano cuando navegaba fuera de las aguas jurisdiccionales en conflicto le debe pesar en su conciencia de anciana estadista. Murieron unos trescientos marineros argentinos y todavía recuerdo la emotiva rueda de prensa que el capitán dio en un auditorio muy concurrido de Buenos Aires.
Cubrir la guerra de las Malvinas era como cubrir una guerra que no se ve ni se vería. La mentira abundaba. Los comunicados eran falsos. Ya se sabe que en tiempos de guerra lo primero que desaparece es la verdad. Se concentraron en Buenos Aires centenares de periodistas. Quiero recordar a Antonio Caño, Javier Zuloaga, Llúcia Oliva, Manu Leguineche y cuantos pasaron por la capital en aquellos días de una guerra absurda, extraña e incierta.
Grandes excursiones a la Costanera, mucha carne asada, tertulias y alguna que otra fuente consultada. Muy pocas. En Buenos Aires y en todo el país no había contestación ni oposición a la guerra. Los Sindicatos, los peronistas, los radicales, la izquierda en general, se entregaron a la causa del nacionalismo patriótico.
El problema es que llegó la hora de la verdad y los argentinos no lucharon ni tenían medios para hacerlo. Fueron enviados a luchar contra una expedición adiestrada, políticamente convencida y preparada para llegar a Las Malvinas y en tres días someter a los que la habían ocupado hacía poco más de dos meses.
Se perdió la guerra, la Junta militar acabó cayendo, Argentina hizo el ridículo y Margaret Thatcher consiguió otra mayoría absoluta en las siguientes elecciones.
Son unas pinceladas de unos recuerdos de hace 30 años cuando parecía que en aquella batalla en el Atlántico Sur era el gran tema informativo en todo el mundo. Informamos sobre una guerra que no habíamos visto más que los comunicados de la propaganda militar. Lo mismo ocurría en Londres. Lo que ocurre es que los británicos ganaron. Ahora la presidenta Cristina Fernández vuelve a mover alguna pieza en Las Malvinas. Que sea cauta. La Dictadura fue a la guerra para distraer al personal. Perdió la guerra y perdió el poder.
Fotos del autor
http://www.lavanguardia.com/opinion/20120403/54280870821/perejil-argentino-alfredo-abian.html
«Alguien debería contarle al doctor Pérez Esquivel que las Malvinas ya están bien donde están: en el círculo polar. Salvo que, en un arrebato peronista, esté pensando que Repsol, Telefónica, Banco de Santander y hasta McDonald’s sean también argentinos» Así termina el Artículo de Alfredo Abian, vicepresidente del Blog Perejil Argentino.
Estimado amigo, no hay mas pedazo de miserable que aquel que esgrime una justificaciòn intentando denostar al opinador y encima con errores geograficos, permitido solo a ignorantes, por supuesto.
Solo le recuerdo que en un acto soberano, todo lo que Ud. crea que le pertenece, un pais puede decirle que no es así. No hace falta ser peronista. Solo proteger los intereses de la Nacion. YPF, es Argentina, con accionistas españoles, Repsol es Española. Si nuestro paìs desea expulsar a ladrones, aunque estos tengan las acciones de la casa de gobierno, nuestro pais lo hara.
Primero hundieron el Belgrano, y la respuesta fue el Exocet. Ponerlo como Ud. lo hizo, no es ningun error involuntario. Intenta acaso justificar el asesinato perpetrado por el gobierno Inglés?
Para no faltar a la verdad hay que decir que lo primero fue la invasión de las islas Malvinas por el ejercito argentino.
tiene Ud. razòn y yo tambièn. Ha logrado justificar el asesinato de mas de 300 personas. Asi, tambien justificaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki. La suya ha sido toda una leccion de humanismo.
Sr. Foix:
La señora Cristina tiene un pais que se le esta cayendo economicamente, y en infrastructuras y ahora busca enemigos externos: YPF (Repsol), Las Malvinas, Obama,…
El populismo y la mediocridad se dan la mano, y empobrecen a los pueblos y naciones.
Pues es muy cierto que un país que crece al 8% anual de promedio en los últimos 8 años es un país que cae economicamente, y aquellos que estan en un 23% de desocupados es un país que no cae economicamente. Es muy cierto, que el populismo logró tamaña desverguenza, hacer crecer las exportaciones y disminuir las indices de pobreza e indigencia, o la inauguración de mas de 1200 escuelas y la repatriación de mas de 800 científicos argentinos, son signos inequívocos de tal situación, algo que no sucede en países serios que expulsan a sus jóvenes y profesionales para seguir dandole de comer a los financistas y políticos que los gobiernan (¿?). Aquellos que todavía creen que sudamerica es para expoliarla, creen que pedirle a una empresa que produzca la energía para mantener el crecimiento es un acto de guerra. Aquellos que todavía se creen en el primer mundo, no se han dado cuenta´, o prefieren no mirar que tienen indices de países subdesarrollados, estan quebrados y encima no saben como salir de ahí. La señora Cristina tiene un país con índices economicos superiores a cualquier país europeo, pero como es populista, no sirve. Rajoy tiene indices del 3er. mundo de la decada del 90, pero como no es populista y gobierna para las minorías SI SIRVE!!, La mediocridad y el populismo es lo que empobreció a europa???
Sr.Foix: Si la presidente Cristina Fernández quiere mover pieza en las Malvinas, mejor será que repase la historia y la matanza que supuso…
http://www.youtube.com/watch?v=DilxP1OiUug
Cualquiera que llegue a este momento para analizar la política exterior de la Argentina peca de un error de soberbia. Hay 8 años de una política exterior que implicó la denuncia de los poderes supranacionales en la explotación de los pueblos (algo que sucede hoy en europa), hay 8 años de denuncia y juicio a todos aquellos militares que ensombrecieron la vida de la Argentina, algo por lo que terminaron echando al juez Garzon cuando intento lo mismo en España. Repasar la historia de la política exterior es preguntarse como la alianza del Mercosur impidió que la crisis de los paises centrales no arribe a sus costas. Nadie mueve las piezas, mas que las de sus propias convicciones, algunos creen que sus convicciones de muerte son las mismas que las de los demás. Por eso están donde están, negando su propia historia de muerte secuestro y verguenza y señalando a los demas, porque siempre es más facil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
Creo Anibal que la soberbia sería repetir errores pasados y volver a intentar solucionar un problema territorial con otra guerra…
Uds.,por ese bendito peñon, podrán tener un problema territorial con el Reino Unido, nosotros claramente tenemos un problema de soberanía, y está claro, que la política del actual gobierno de denunciar la violación por parte del Reino Unido a los mandatos de las Naciones Unidas al respecto, conforma parte de una convicción gubernamental y nacional(que debería ser aplaudida por Uds,) de que la política es el arma para solucionar las controversias internacionales, algo de lo que no puede jactarse la historia de Gran Bretaña. Fabricantes de armas y traficadores internacionales, esperan lo contrario, por cierto, empresas e individuos que pagan sus impuestos en Europa. Creo estimado Bartolomé, que el país que alberga una fabrica de armas, tiene como negocio la muerte y que si nos gobernara algun impiadoso neoliberal, con tal de favorecer el «comercio» estaríamos hoy en una carrera armamentistica. Como nos gobierna una señora populista, que cree mas en la educación que en el «librecomercio de los poderosos», estamos muy lejos de esa lógica. Ud. tiene razon, la soberbia de los dictadores no deben repetirse por eso, estan siendo juzgados uno a uno por sus crímenes y bueno sería que Ud, no confunda ni los gobernantes ni los tiempos, ni las políticas.
Comparto Anibal sus planteamientos de solucionar los problemas por la via política, no creo haber hecho mención ninguna sobre la presidenta Cristina Fernández que sea una comparación a la dictadura militar argentina y precisamente porque no confundo los tiempos en que estamos me he atrevido a explicar que la guerra no sería la solución.
Un saludo.