Las crisis son propias de los sistemas libres. Y en cuanto más se aireen los conflictos, mejor para el bienestar de todos. En los sistemas maduros lo más destacable no es que no ocurra nada sino que se sepa y se ponga a la luz del día todo lo que pasa. Ya se trate de irregularidades, delitos o cualquier otra fechoría.
Hay una línea que me parece infranqueable que es la de detenerse en las cuestiones personales, particulares, íntimas de las personas. En Francia existe la cultura de que nadie habla nunca nada de lo que afecta a la intimidad de las personas públicas. Baste recordar que el presidente Mitterrand pudo mantener el secreto de tener una segunda vida sentimental porque la prensa no osó entrar en la intimidad del presidente. Fue Mitterrand quien permitió que se publicara la fotografía de su hija con la mujer no oficial. A partir de entonces se escribieron páginas sobre la doble vida de Mitterrand. Y el día de su funeral de Estado estaban ante el féretro toda la variedad de su vida oficial y sentimental. Porque fue Mitterrand quien lo decidió. La presidencia de Nicolás Sarkozy ha sido una excepción.
No ocurre así en la cultura anglosajona donde la línea entre lo privado y lo público no existe cuando se trata de personas que se dedican a la política o tienen una dimensión pública en cualquier orden de la vida. La privacidad no es para los personajes con proyección pública.
La televisión y la penetración de las redes sociales ha hecho que en nuestro país nos hayamos quedado entre la cultura anglosajona y la francesa. Las ventajas de los nuevos medios de comunicación son inmensas e incuestionables. Pero la penetración en los espacios más íntimos de las personas, también de los que pensaban que eran infranqueables, es imparable. Hemos ganado mucho en libertades pero hemos perdido ámbitos de privacidad. Son las reglas del juego de estos tiempos.
Quiero señalar, sin embargo, el gran peligro del anonimato que circula por las redes sociales. Se puede decir todo pero dando la cara para que las opiniones, favorables o desfavorables, puedan ser identificadas para responder. Crear opinión pública desde el anonimato es la antesala del autoritarismo y del fascismo. Se puede y se debe decir todo lo que a uno le parezca. Pero que todos sepamos quién lo dice. Nada más.
Sr. Foix: Estoy de acuerdo con todo lo que expresa en su artículo de hoy.
Compañeros/as del blog: También estoy de acuerdo con vuestras respuestas.
Pienso que la premisa principal es el actuar con ética, observando el debido respeto a la dignidad y a la privacidad de cada persona, personaje, institución ó partido político. Tanto público como privado.
En el «confort» del anonimato se perpetran autenticas barbaridades. Esto tiene el efecto perverso añadido de que ademas situados en «la zona comoda» de este anonimato y esta realidad virtual cada vez estamos mas anulados para actuar fuera de ella.
Asi vamos. Nos quejamos, despotricamos, criticamos pero poca cosa mas hacemos. El sistema aprovecha esta pasividad para lo «real» para tenernos cada vez mas alienados y a su merced.
Mucha red virtual y poca red de proximidad.
Tenemos que ajustar lo que decimos con lo que hacemos y pensamos tanto aqui como en la vida «real».
Totalment en desacord. Avui en dia poder tenir una compta anònima és imprescindible per tenir privacitat.
I són els famosos els primers que es creen comptes falses a les xarxes socials.
És fàcil dir les coses a l’ esquena protegit per l’anonimat.
Per donar la cara , s’ha de tenir valentia i molta catagoria personal i honestedat.
El que facin els famosos , m’importa ben poc i no són precisament el millor exemple de res.
Ben cordialment,
Em sembla que no he entès la resposta. De totes maneres, jo no volia dir que la gent hagi de ser menys honesta, menys valenta, o més covarda. El que deia és que és important el dret a tenir una compta anònima a les xarxes socials.
I m’importa més aviat poc la «privacitat» dels famosos, com la seva vida en general. I trobo que és bo que jo no tingui perquè saber qui coi és «Rosamariapo», i al mateix temps, tu poder donar una opinió.
Sr.Foix: Creo que muchas veces nos atrevemos a decir ciertas cosas solamente cuando sabemos que estamos amparados en ese anonimato que Vd denuncia hoy, muchas personas temen dar la cara por su posición, por su situación personal, por su nivel de relación, por su trabajo o simplemente por miedo; otra cosa es la cobardia de quienes amparados en ese anonimato usan y abusan de ese anonimato para calumniar, empozoñar o simplemente verter su odio sobre personas a las que cara a cara no se atreverían a hacerlo, incluso es posible que cara a cara sean unos pelotas redomados, este tipo de personas han existido siempre y te llevas la gran sorpresa el día de la puñalada…»Tu quoque, Brute, fili mi…»