Hay que ir por partes al analizar a este Barça que cambia de presidentes y de entrenadores sin perder la calidad del juego ni las ambiciones para ganar títulos ni un estilo que se ha exportado al fútbol moderno. Tito Vilanova no es Pep Guardiola ni Frank Rijkaard. Pero el equipo es el mismo y la proyección universal de este Barça perdura. Tito ha de sobreponerse a la trayectoria espectacular de Guardiola y a los títulos que consiguió Rijkaard.
Y lo hace a su manera, arriesgando, con modestia pero con determinación. En estos años de oro del barcelonismo se conocen los títulos, los goles, la admiración que ha levantado en el imaginario futbolístico mundial. Pero conocemos menos los secretos del vestuario, exceptuando aquella salida de tono de Eto’o en Vilafranca al partir el vestuario y precipitar la salida de Rijkaard.
La entrevista que ayer publicaba El País a Leo Messi da muchas claves. Dice el rosarino que le preocupa más “ser buena persona que ser el mejor futbolista del mundo”. La suerte de Messi es haber caído en este Barça que se lo ha dado todo y que él ha correspondido dándolo también todo. En la larga conversación late un espíritu humanista muy notable entre los jugadores. Messi, probablemente el mejor futbolista de la historia, hace goles porque está ahí pero dice que le importa más el equipo, los demás, que su propio lucimiento personal.
Que no se estropee. Sin el buen rollo entre los jugadores no se entendería este Barça que marca la diferencia en el fútbol mundial. Todo nace en La Masia y en la formación de chavales muy jóvenes que se educan en el deporte, en el esfuerzo y en el fair play . Las victorias de esta temporada no son iguales a las anteriores. Tito arriesgó ante un gran Sevilla con sus propios métodos pero con los mismos jugadores. Y ganó in extremis. Pero ganó. Y van 18 puntos.
Publicado en Mundo Deportivo el 2-10-2012
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