Laudatio a Rafael Jorba con ocasión de la entrega del premio Diario Madrid el día 14 de mayo de 2013. La mesa estuvo presidida por José Pedro Pérez Llorca, ex ministro de Asuntos Exteriores, de la que formábamos parte, además, el premiado Rafael Jorba y Miguel Águilar. Este fue el texto leído:
Muchas gracias a la Fundación del diario Madrid por ofrecerme la oportunidad de estar hoy aquí para hacer una glosa, la laudatio, de Rafael Jorba Castellví, periodista que razona lúcidamente tanto cuando escribe como cuando habla con un grupo de amigos, colegas o paisanos. Son muchos los años de trato y conversación asidua con Rafael Jorba. Nos conocimos personalmente una noche en un plató de televisión haciendo una entrevista al president Jordi Pujol.
Al regresar hablamos del programa y constatamos que el día anterior nos había llamado el entrevistado para saber más o menos por dónde pensábamos enfocar las preguntas, después, naturalmente, de comentar aspectos de la actualidad que nada tenían que ver con el momento político que vivía Cataluña. Era un estilo único en las relaciones de un president con los medios de comunicación.
Tenemos algunas cosas en común con Rafael Jorba. Los dos procedemos de la Catalunya no barcelonesa, la Catalunya profunda y del interior, y los dos hemos tenido el privilegio de ser corresponsales, tener responsabilidades en la redacción de un gran periódico y escribir miles de artículos, crónicas, entrevistas y reportajes.
Jorba es un periodista completo pero también es un pensador que ha expuesto su visión sobre las relaciones entre Cataluña y España, sobre la complejidad de la convivencia en los tiempos modernos y sobre el valor de Europa como antídoto para evitar conflictos irreversibles a los que los europeos nos entregamos con mucha inutilidad y con bastante frecuencia.
Compartimos también una idea sobre el periodismo como vehículo de la libertad en las sociedades democráticas hasta el punto que sin una prensa libre el estado de derecho no se sostiene. Los países que más han progresado en los dos últimos siglos son aquellos en los que la libertad se ha expresado con mayor soltura.
Pero la libertad no se sirve en estado puro. No existe porque va cargada de subjetividad y de condicionantes. En todas las redacciones de los diarios, en los estudios de radio y televisión cuelgan carteles sutiles, invisibles, que no existen físicamente pero que el más novato de los periodistas sabe de su presencia. Son los carteles del políticamente correcto, de lo que se puede o no se puede decir, los carteles de las conveniencias de las empresas, de los directores, de los mismos periodistas o de cualquier otra procedencia ideológica o cultural.
El periodista tiene que saber que percibe sólo una parte de la verdad que a veces se esconde toda entera en factores y en datos desconocidos. Por eso pienso que una de las cualidades más apreciadas de un informador o de un creador de opinión es la modestia o humildad que le hacen consciente de que transmite noticias u opiniones tal como las ve en un momento determinado y que los debe modificar siempre que aparezcan nuevos elementos que le obliguen a cambiar su discurso.
El concepto de libertad que compartimos con Rafael Jorba se mueve en un mundo creativo, fresco y moderno que circula por la red, queda impresa en los diarios o se airea por las ondas. Es un periodismo que se mueve en los ámbitos de un talento que se manifiesta sin pedir permiso a nadie. No es aconsejable hacer periodismo sobre el periodismo, sobre lo que se dice o comenta, sin tener en cuenta el fondo de las cuestiones, los hechos y los comportamientos de los protagonistas de la información. No compartimos aquel periodismo que pretende que pasen cosas sino más bien aquella profesión que explica las cosas que pasan.
Decía Eugenio Xammar, un periodista catalán y universal, testigo de la toma del poder nazi en Alemania cuando Hitler se acababa de apoderar del gobierno en 1933, que las dictaduras son regímenes de rumor mientras que la democracia es régimen de opinión. El periodista tiene que combatir el rumor con los hechos.
El buen periodismo no ha de derribar a presidentes ni cambiar regímenes. Se ha de limitar a ejercitar su libertad explicando lo que ve porque así, muy frecuentemente, mejorará la vida ordinaria de los ciudadanos, tanto de los importantes como de los que no lo son tanto.
Decía Ortega y Gasset, un excelente pensador y un periodista insigne, que de los periodistas depende todo lo que nos pasará. Eliminen radicalmente, decía, de sus columnas la frivolidad, la ligereza, toda ligereza, toda información inexacta y, por encima de todo, el desorden. Demuestren que saben contribuir a la gigantesca tarea de edificar una nueva sociedad.
El que fue director del “The New York Times”, Leonard Downie, explica en un lúcido libro, “American Journalism in Peril”, que en el momento en el que muchos directores de diarios norteamericanos fueron contratados con la condición de mejorar la cuenta de explotación participando directamente en los beneficios se dio un salto muy peligroso para la libertad de prensa en Estados Unidos. Para conseguir más beneficios lo más razonable habría sido ofrecer un producto mejor y ganar más lectores.
Muchos han recurrido a la opción más fácil que consiste en recortar gastos y así mejorar los resultados. Y allí donde se podía reducir más es en los sueldos de periodistas, normalmente bien pagados, y en el despido de aquellos que más cobraban porque tenían más experiencia y eran más respetados por la audiencia. El resultado ha sido que muchos productos se han adelgazado, ya no se viaja tanto, ya no es preciso contratar a los mejores si se puede reclutar a jóvenes a precio bajo pensando que el público no lo notará.
En España la aglomeración de centros de información y de opinión está en manos y son propiedad de muy pocos grupos que son perfectamente conocidos. Son las grandes fábricas de la opinión pública del país, los que pueden inclinar hacia donde quieran lo que hemos de creernos y pensar en un momento determinado.
Esta hegemonía de la información y de la opinión en pocas manos no puede tener una vida larga sin que salga espontáneamente la competencia. El fenómeno más interesante es que las nuevas tecnologías han quitado el monopolio de la información y de la opinión a los periodistas que ya no son los únicos que tenemos el privilegio de decidir el que hay que decir o lo que hay que callarse.
La aparición de Internet ha sido la revolución más grande desde los tiempos de Guttenberg. La red llega a toda la humanidad en tiempo real y sin que el espacio sea una frontera. Estamos en la era del periodismo global y, a la vez, del periodismo personalizado.
Hay interactividad, encuestas, foros, colaboraciones espontáneas, discusiones abiertas sin necesidad de leer el periódico, escuchar la radio o contemplar la televisión. Es interesante constatar la penetración de los confidenciales que dicen cosas que nadie dice. Aunque no sean del todo ciertas. Pero las dicen. Y los periodistas no podemos prescindir de esos medios que actúan con mayor libertad que los que estamos bajo las hormas de las grandes empresas de comunicación.
El problema es que la veracidad ha pasado a segundo plano y ha sido precedida por la rapidez, el titular, el pensamiento rápido, las aproximaciones y las noticias no confirmadas.
Cuando los efectos de la globalización informativa vayan consolidándose, cuando se cree un sistema jurídico mundial que garantice el derecho de intimidad, de preservar la verdad o de regular la libertad, volveremos al periodismo de siempre. La crisis del periodismo se va a superar con más y mejor periodismo.
Al periodismo basado en la cultura, en la situación de los temas en su contexto, en el libre ejercicio de la profesión. La libertad no es escoger una marca de camisas o el lugar donde se piensa ir de vacaciones. Ser libre es asumir la libertad de tomar decisiones después de tener todos los elementos posibles para decidir. Ser libre es ser transparente, es recuperar el sentido de la palabra, el dominar el lenguaje, el servir sin ser prepotente y sin avasallar. La libertad es ser responsable.
Sin libertad no hay progreso para todos. Y será con la política libre como saldremos de la crisis económica, social, política y territorial que nos suministra miedos personales y colectivos desde hace unos años.
Disculpen estas reflexiones periodísticas compartidas con el amigo Rafael Jorba. Déjenme salir del campo del periodismo para entrar en el del pensamiento del hoy galardonado.
Rafael es catalanista desde su infancia cuando en su Igualada natal empezó a colaborar en los medios de Barcelona, desde Mundo Diario pasando por El Periódico, El País y llegando a la corresponsalía de La Vanguardia en París para ser luego subdirector del diario que en Cataluña y en España ha sido algo así como aquellas barcazas que descienden por las aguas del Rin representando la centralidad de la Alemania renana. La Vanguardia no es un medio recién llegado. Sale a los quioscos desde el primero de febrero de 1881. Pocos han sobrevivido tantas sacudidas de la historia catalana y española.
Su libro Catalanisme o Nacionalisme, publicado en 2004, es una pieza imprescindible para conocer su pensamiento sobre la política catalana, la española y las relaciones entre ambas. Dice Jorba que “es preciso superar la identificación reduccionista de los últimos veinte años entre catalanismo y pujolismo que ha acabado por romper la centralidad catalana”. El catalanismo político, añade, ha levantado desde sus orígenes la bandera de la pluralidad de las Españas.
Y sobre el tema que tanto debate y pasión levanta hoy dice que “no habrá encaje de Cataluña en Europa si simultáneamente no resolvemos nuestro encaje con España”. Llega a una primera conclusión que comparto cuando dice que “una constante del catalanismo ha sido defender una cierta idea de España y no dejar que esta sea sólo la idea que se tiene de España desde España”. También suele decir que los catalanes hemos dedicado más tiempo a discutir cómo tenía que ser España que en debatir cómo es Cataluña.
En el epílogo dirigido a sus tres hijos escribe Jorba que “Cataluña y su gente son poliédricos, como poliédrico es su paisaje. Este y no otro es el vuestro país. Huid de la uniformidad cultural, del mesianismo político y del utilitarismo ideológico: Y una advertencia: España, nuestra piel de toro, no es nuestro enemigo como con frecuencia han querido que creamos des de un lado o desde el otro. España es el escenario de nuestra tragedia colectiva “. Vuestra generación, les dice a sus hijos, es la de salvaguardar los puentes de diálogo para que los pueblos de España aprendan a convivir en la diversidad y encuentren el lugar que les corresponde en el marco de la nueva Europa.
El discurso de Rafael Jorba puede parecer minoritario en Cataluña y en España. El pensamiento único y el políticamente correcto han invadido una opinión pública indefensa ante tanta algarabía y griterío mediáticos. Pienso que la animadversión mutua que observamos en la política y en los medios de comunicación no es compartida por la mayoría de la sociedad española y catalana.
Permítanme, para ir acabando, que haga una pequeña incursión histórica al siempre difícil encaje o entendimiento entre Cataluña y España en los últimos 150 años. Albert Balcells lo explica muy bien en su libro “Cataluña y ante España. Los diálogos entre catalanes y castellanos desde 1888-1984”. También lo evoca con gran rigor Xavier Pericay en su libro “Compañeros de viaje. Madrid-Barcelona”, publicado hace unas semanas.
En marzo de 1924, en plena dictadura del general Primo de Ribera, ciento dieciséis escritores en lengua castellana enviaron al dictador una carta en defensa de la lengua catalana. Se comprende que firmasen la carta los que se habían posicionado ya en contra de la dictadura como Álvaro de Albornoz, Domingo Barnés y Eduardo Barriobero, o iban camino de serlo como Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala, Luis Bello, Luis Araquistaín, Ramon Gómez de la Serna o Luis Jiménez de Asúa, así como personalidades como Manuel Azaña, José Giral i Claudio Sánchez Albornoz.
Es más chocante encontrar los nombres de personalidades del ámbito conservador como Pedro Sainz Rodríguez, Angel Herrera Oria, el conde de Vallellano, Gabriel Maura o el Marqués de Lozoya. Incluso se pueden ver entre los firmantes a Azorín, Concha Espina o Manuel Bueno que estaban en favor de Primo de Rivera.
Aquella muestra de reconocimiento de la lengua catalana desde la intelectualidad española fue correspondida con la Exposición del Libro Catalán en Madrid en diciembre de 1927. Se expusieron seis mil volúmenes de los muchos publicados en catalán desde 1900. Menéndez Pidal, el duque de Alba, Ortega y Gasset, Gabriel Maura, Azorín, Marañón y Manuel García Morente formaban parte del patronato de la exposición en la Biblioteca Nacional. Fue un éxito.
Hoy parecería imposible. Pero en marzo de 1930 dos trenes repletos de intelectuales españoles llegaron a Barcelona para confraternizar con la cultura y con los intelectuales catalanes.
A pesar de que la expedición a Barcelona en dos trenes cubría un espectro muy amplio, no dejaron de expresarse reticencias en Madrid donde, a pesar de la presencia de intelectuales conservadores en aquel acto, recordaba que lo que los catalanes pretendían era algo más que idioma.
Osorio y Gallardo proclamó que en aquel acto se celebraba ”el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza”. Américo Castro afirmó que “en tanto que el resto de España no comprenda el hecho catalán, España estará sometida a las mayores desdichas”. Y en otro momento añadió que “es la primera vez que españoles de las más contrarias ideologías políticas han coincidido en un programa común: en la necesidad de una inteligencia española basada en la cordialidad”.
Gregorio Marañón acabó su discurso diciendo que “queremos una España única y diversa, federada y moderna”. Y Menéndez Pidal declaró en compañía de Luis Nicolau d’Olwer después de visitar unas escuelas municipales de Barcelona que era “un absurdo pedagógico impedir la enseñanza en catalán a los niños. Declaró que aquellos que tenían ese idioma como lengua materna, debían ser educados en ella”.
El homenaje de marzo de 1930 fue un paso importante en la dirección del pacto de San Sebastián de agosto del mismo año con la promesa de los republicanos españoles de la concesión de la autonomía a Cataluña en caso de poder derribar la Monarquía.
Es cierto que después de los avatares de la República, la Guerra Civil y la victoria de Franco, muchas de esas posiciones de intelectuales españoles y catalanes variaron total o parcialmente. Unos marcharon hacia el exilio, otros colaboraron con el régimen, hubo quien se escondió por miedo a las circunstancias del momento. Hubo bastantes que abrieron viejas heridas y siguieron peleándose, dentro o fuera de España.
Ramiro Ledesma Ramos, Pedro Saínz Rodríguez, Ernesto Giménez Caballero, Eugenio Montes y Ramiro de Maeztu constaban entre los expedicionarios. El más elocuente giro fue el dado por Ernesto Giménez Caballero quien en enero de 1939, al entrar en Barcelona con el ejército victorioso dijo que “porque tú, Cataluña, nos pertenecías y a nadie más. Y sentíamos el derecho de hacerte llorar. Porque te queríamos”.
Pero el entendimiento era y es posible. Sólo es cuestión de que la inteligencia y la racionalidad sustituya a los prejuicios y las pasiones. La pregunta que haría a los amigos de la fundación del diario Madrid, también a Rafael Jorba y a todos ustedes, es si vale la pena construir nuevos puentes de diálogo entre las distintas maneras de ver España, en aquella España que, como decía Ernest Lluch, todos nos podamos sentir cómodos.
Es cuestión de volverlo a intentar. Si no es posible desde el campo de la política, al menos, que lo sea en el ámbito de la comprensión mutua, de la inteligencia y del respeto.
Enhorabuena, Rafael Jorba porque sin dejar tu catalana radicalidad no desprecias a nadie. En el otro libro de pensamiento, “La mirada del otro. Manifiesto por la alteridad”, nos dices que el problema, hoy como ayer, pasa por entender que una gran mayoría de la población catalana comparte dos voluntades: quiere que Cataluña siga siendo Cataluña, y no quiere irse de España. Y ello seguirá siendo así siempre que la primera parte de la premisa se cumpla, es decir, que Cataluña pueda seguir siendo Cataluña, con más reconocimiento institucional, mayores competencias y mejor financiación.
Con tu mentalidad racional, con tu merecida Orden Nacional del Mérito de la República francesa, con tu idea de que las raíces del catalanismo no son étnicas sino cívicas. Dices que como catalán no quieres irte de España y que preferirías que se fueran aquellos que la quieren dinamitar desde aquí o desde allí.
Estamos ante la última oportunidad de poder construir una Cataluña libre y en plenitud en el marco de una España que haga de la aceptación de la identidad del otro el cimiento de su fortaleza.
Tu artículo en La Vanguardia del sábado pasado “periodismo de guerra caliente”, pone de relieve la gran responsabilidad de nuestra profesión en Cataluña, España y Europa para promover la convivencia y el progreso.
Enhorabuena por el premio, Rafael, y muchas gracias a la fundación del diario Madrid por haberme invitado a presentar a un periodista que, además, es buena persona.
Quiero, por último, rendir un homenaje a Antonio Fontán al que conocí y traté durante muchos años y que meses antes de su traspaso pasó por mi despacho en La Vanguardia acompañado de Jaime Arias que en otros años había acudido a esta ceremonia de la entrega de este premio. Sospecho que Antonio Fontán estaría bastante de acuerdo con todo lo que he dicho.
Muchas gracias.
Madrid, 14 de mayo de 2013
Enlace con la web de la Fundación Madrid con fotografías y crónica del acto de la entrega del premio: bit.ly/14EYgNB
José María Ridao, columnista del diario “El País”, ha obtenido el Premio Diario Madrid de periodismo, que concede la Fundación Diario Madrid, en su undécima edición. El Jurado ha apreciado en Ridao “su obra periodística como columnista y editorialista en el diario “El País” y como ensayista, plasmada en libros del talento de “Radicales libres”, su última obra, o “Contra la historia”, entre otros, que testimonian un compromiso ejemplar con las libertades y aportan estímulos para el debate cívico ennoblecedor del espacio público”.
El concepto de libertad que compartimos con Rafael Jorba se mueve en un mundo creativo, fresco y moderno que circula por la red, queda impresa en los diarios o se airea por las ondas. Es un periodismo que se mueve en los ámbitos de un talento que se manifiesta sin pedir permiso a nadie. No es aconsejable hacer periodismo sobre el periodismo, sobre lo que se dice o comenta, sin tener en cuenta el fondo de las cuestiones, los hechos y los comportamientos de los protagonistas de la información. No compartimos aquel periodismo que pretende que pasen cosas sino más bien aquella profesión que explica las cosas que pasan.
Com m’ha agradat aquest discurs! Et suggereixo guardar-lo junt amb altres que has escrit, per poder-los publicar,junts,en un proper llibre
Sr. Foix i companys/es del blog:
Davant la Llei Wert va bé recordar ara,
Heus ací Catalunya, esclava d’insolents. Què és el que us manca, catalans, si no és la voluntat?
Pau Claris
Sense la independència, no hi ha possibilitats de crear a Catalunya una política justa, honesta i regenerada
Antoni Gaudí
El seny, si no va acompanyat d’una ferma voluntat de combat, només serveix per tapar covardies
Francesc Macià
Quan a una nacionalitat se li desperta la consciència que ho és, treballa de seguida per produir un Estat
Enric Prat de la Riba
La llibertat no és negociable
Pau Casals
No es tracta que els polítics de Madrid ens governin bé, es tracta que deixin de governar-nos
Antoni Rovira i Virgili
El pensament català rebrota sempre i sobreviu als seus il·lusos enterradors
Francesc Pujols
Qui perd els orígens, perd la identitat
Joan Salvat-Papasseit
Com volem que els altres ens reconeguin una responsabilitat nacional, si nosaltres obrem com si no en tinguéssim?
Josep Armengou
Els catalans portem tres-cents anys fent l’imbècil. Això vol dir que no és que haguem de deixar de ser catalans, el que hem de fer és deixar de fer l’imbècil
Joan Sales
Cap ciutadà no és lliure, si el poble no n’és
Josep Pallach
Estem farts d’haver de demanar perdó per existir
Joan Fuster
Sr. Wert ni Franco va poder, ni vostè tampoc podrà, el català és la nostra llengua, es la nostra parla i amb ella no es juga.
Catalans i catalanes defensem la nostra llengua i el nostre model escolar actual d’integració.
No podem permetre que ens divideixin per la llengua, som un sol poble.
Tots a una:
http://www.lavanguardia.com/politica/20130518/54374192591/mas-convocara-proxima-semana-partidos-sector-educativo-protestar-lomce.html
El seny, si no va acompanyat d’una ferma voluntat de combat, només serveix per tapar covardies. Francesc Macià.
BRAVO !!
Us convido a afegir-vos a qualsevol de les moltes convocatòries que en breu es posaràn en marxa per defensar la nostra llengüa, la nostra cultura i la nostra identitat.
No dubto pas de la intel.ligència…però quan hom es nega a reconeixer l’enemic, és fàcil caure en l’ estupidesa.
Em sap greu Sr. Foix, les paraules que diu són molt maques i sonen molt bé, però sembla que ignoren totalment la naturalesa i el caràcter de qui tenim davant, de l’ enemic al qual ens enfrontem.
Sap greu dir-ho, si, però són l’ enemic. Enemic és tot aquell qui perd el respecte per l’altre i no reconeix altra forma de convivencia que la imposició, per la llei del més fort, de les seves opinions, d’aqui que, quan hom es nega a reconeixer la naturalesa del seu enemic, facilment es pot caure en l’ estupidesa.
INSUBMISIÓ !! VISCA CATALUNYA LLIURE !!!
Me ha emocionado la lectura. Tanto Vd. Sr.Foix como el Sr. Jorba
son más que periodistas. Son humanistas y cronistas. Sus artículos
y pensamientos hacen reflexionar y «crean pensamiento», que no opinión. Pensar en positivo, sin pensar en dividir ni marginar.
Si su amigo es buena persona -Vd. tiene que serlo, y perdone
por el atrevimiento-. Que privilegio estar de oyente en sus
encuentros!
Sr.Foix; es una suerte que haya periodistas como Rafael Jorba que compartan ese concepto de la libertad de información que Vd mismo nos regala cada día…
….y que nos permite compartir comentarios con los compañeros de este querido blog.