La decepción del sábado por la noche en la Puerta de Alcalá al conocerse que la candidatura de Madrid 2020 había sido desplazada por Estambul en la primera votación enviaba un mensaje que afectaba también a la solvencia de la marca España, que el presidente Rajoy había impulsado al comienzo de legislatura con la creación de una estructura que le daba carácter de política de Estado.
Las expectativas no fueron prudentes sabiendo los trapicheos de última hora que se llevan los comités olímpicos de todos los tiempos. Se pueden extraer muchas conclusiones de la gran decepción. Quisiera fijarme en una de ellas, que consiste en considerar a Madrid el centro de todo lo que ocurre en España, por supuesto, pero también el epicentro de las decisiones importantes que mueven el mundo. Un gobierno español ha de tener muy en cuenta lo que ocurre en el propio Estado y saber cuáles son las coordenadas que mueven el mundo.
No es cuestión únicamente de hablar medianamente bien inglés, sino de medir las propias fuerzas políticas en el interior del país y en el exterior. Los últimos cuarenta años de descentralización política y administrativa han sido los que han conocido un periodo más largo de progreso, libertad y paz social. El poder económico y político se ha desplazado a varias periferias. Ahora se pretende volver a situaciones pretéritas y ante la presión política y emotiva de Catalunya hay sectores que se aferran a la Constitución y los hay también que optan por la política. El pulso entre Rajoy y Mas sólo tiene una salida política, con la idea de que el poder debe ser compartido y nunca impuesto.
La organización territorial del Estado se cambió con la creación de la Mancomunitat de Prat de la Riba en 1914, con los estatutos catalán y vasco en 1932 y 1936 y, después del franquismo, con la Constitución de 1978. Ahora hemos entrado en una fase nueva que tendrá que pasar por las urnas después de las fuertes dosis de simbología de estos tiempos.
La refundación del catalanismo, según el concepto expuesto por Eudald Carbonell, tiene que hacerse socialmente en primer lugar. Hay que construir un discurso, dice, en el que suene la misma música para todos y nunca debe ser un mensaje homogéneo. Se puede ir a donde sea, pero desde la diversidad y pluralidad de un país que no tiene un pensamiento único.
Publicado en La Vanguardia el 10 de setiembre de 2013
Sr. Foix: Pienso que el problema que existe entre el Gobierno Central de España y Cataluña no es otro que el ninguneo fiscal y linguistico real que ejercen desde el gobierno Central, los principales partidos políticos, cuando gobiernan.
Vease la comparación de la fiscalidad que pesa sobre cada ciudadano tanto de Cataluña, como del resto de España y luego comparado con las prestaciones, ect. recibidas del Estado a cambio.
Y ¿ Como se explica que el Tribunal Constitucional, compuesto por 10 ó 12 mienbros, juristas, puedan presuntamente negar ó cambiar las decisiones de los millones de ciudadanos, tanto de Cataluña, como del resto de España. Votadas en Referendum y también en el Parlamento de Cataluña y también el Parlamento de España.
A mi entender aquí empezó el problema actual. Y es el ninguneo que presuntamente se hizo, de la ciudadanía española tanto de Cataluña como toda la del resto de España.
Rajoy y Mas está atrapados por el momento histórico y no deciden ellos, al menos todo lo que se les supone que deciden o deber´ñian decidir, o hacer. Van a remolque de los sucesos, y no sabemos que se cuece en sus fogones.
Sr.Foix: los tiempos del pensamiento único ya pasaron…
Sr. BartoloméC:
Ojalá tenga usted razón, pero no estoy muy seguro. En economía, por ejemplo, parece que solo hay un pensamiento: el neoliberal; en España el neocentralismo, y en Catalunya, un país siempre abierto y tolerante, no sé si no vamos hacia un pensamiento, quizás no único, pero que puede ser próximo a ese concepto. Espero que mis impresiones sean erróneas pero mi instinto me dice que tendremos que hacer un esfueroz, todos, por respetar las diversas opiniones e ideas.
Sr.José A.García:Siempre vamos a tener que luchar contra esa imposición que muchos quieren realizar de su pensamiento único…. pero considero, a riesgo de equivocarme, que hoy en día tenemos más medios, capacidad y formación para luchar contra esas imposiciones…
Estoy de acuerdo con su respuesta, y me da esperanzas para un mejor futuro.
Ni més ni menys, Sr. Foix. Sap si en Mas i en Rajoy el llegeixen? Espero que sí, per bé que em temo que no en faran ni cas.