Es importante detectar las corrientes de fondo que nos han llevado a los miedos de una crisis que nos afecta a todos y que en el caso de Europa está gradualmente erosionando la protección de los más frágiles. Deben ser muchas, complejas y lejanas las causas que han provocado la desigualdad rampante que se aprecia en las sociedades más desarrolladas.
Se leía la semana pasada en Der Spiegel que los bancos de alimentos y los comedores sociales no dan abasto en Alemania. La experiencia que ha puesto a prueba la generosidad de las sociedades latinas al compartir lo poco con muchos se observa también en Inglaterra, Francia y el resto de la Europa comunitaria.
Las grietas abiertas en el sistema desde el 2008 no se han tapado. Siguen ahí y producen desigualdades en todos los países democráticos donde la política está sometida a los mercados y donde se nos ha querido convertir a los ciudadanos en consumidores hasta llegar al punto de que nuestra capacidad de consumir se reduce y también se resiente nuestra ciudadanía.
En la portada de The New York Times de ayer se leía que la voz más popular en el Capitolio de Washington era la del papa Francisco. Su mensaje de justicia y de tolerancia ha llegado al Congreso norteamericano y a la misma Casa Blanca. En su última exhortación apostólica, el Papa dice que «así como el mandamiento de no matar pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad». «Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en la calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión», afirma Francisco.
El sistema de mercado es el menos malo de los sistemas. Pero, igual que la democracia, tiene que ser modificado de acuerdo con las circunstancias de cada tiempo y lugar. Hay que tapar las grietas de la codicia universal, que hace que cada vez haya menos que tienen más y muchos más que tienen menos.
Es imposible una sociedad igualitaria, pero sí que es necesario promover una sociedad más justa, con oportunidades para todos, sin corrupción generalizada, fomentando la meritocracia y a la vez protegiendo a los más débiles. Si aumentan las personas excluidas y marginadas, sin trabajo y sin horizontes, las tensiones sociales y la violencia serán inevitables.
Publicado en La Vanguardia el 7 de enero de 2014
Sr.Foix: es antes de la tempestad cuando hay que preparar el barco para lo peor, hacerlo en pleno temporal es algo imposible, es algo básico para un marino con experiencia…el problema es que estamos en manos de marineros de agua dulce…no es lo mismo navegar en alta mar que remar en el Retiro…
Los refranes quedan muy bien, pero no quieren decir nada, he navegado cinco años en alta mar y es cierto que el barco deberia estar preparado, pero cuando (muchas veces) no lo está, hay que hacer lo que sea para arreglarlo en pleno temporal, o en calma chicha.
Estimada Marisa,yo también navego desde hace bastante tiempo y no conozco ningun marino, con un mínimo de experiencia y sentido comun, que espere a que llegue el temporal para arreglar y preparar su embarcación,es cierto que como Vd dice cuando se producen daños en la embarcación hay que solucionarlos sea cuando sea y haga el tiempo que haga, pero nunca serán cosas básicas, nunca se esperará al último momento para trincar, arriar velas, poner el tormentín,cerrar escotillas, revisar bombas de achique, baterias y motores, amarrar cabos, etc, etc… otra cosa es que no se haya hecho caso a la previsión del tiempo, o que un exceso de confianza o falta de preparación te pille con los deberes por hacer…para navegar,como Vd ya debe de saber, es necesaria una titulación y unas horas mínimas de práticas, nadie con dos dedos de frente se arriesga a una travesía sin poseer la experiencia necesaria, algo que curiosamente no se requiere para otras actividades y cargos importantes que acaban afectandonos socialmente…no me sirve por tanto, que quienes no vieron o no quisieron ver llegar la crisis y sus problemas añadidos, pretendan ahora guiarnos con medidas que al final, como ocurrió en el Titanic, sólo pretenden que los pasajeros de primera clase accedan prioritariamente a los botes salvavidas, mientras la orquesta sigue sonando para hacer creer al resto de pasajeros que se hundirán con el barco, que todo está bajo contról…personalmente creo que los refranes no sólo quedan bien, sino que además son la mejor expresión de la experiencia, son el sentido comun versificado y no hay que perderlos de vista nunca…
Un saludo.
Si me lo pones tan a huevo no puedo contenerme.
http://www.youtube.com/watch?v=wxQUytJTh2A
Qué grande Francis…
Y alhora sólo nos falta Panamá,Bartolomé…..
Ahora
Eso de Panamá, Àfrica, te lo arreglo con unos millones que me han traido los Reyes…Magos…
Te habrás portado súper-mega-bien !!
Paraules sàbies, molt sàbies..les del Papa Francisco !!…però aconseguiran alguna cosa realment efectiva ??…
Els «mercats» – aquests «ens» que están per sobre del be i del mal, també per sobre de qualsevol política i de qualsevol politic…deixaràn de «marcar el pas» i cediràn el pas a aquells que haurien de poder controlar-los…??….
Qui hi ha darrera d’ aquests «mercats»…?? serán sensibles a les Paraules de Francisco ??….Corregirán el rumb i serán capaços d’ orientar l’ economía a salvar les persones i no pas als Bancs, per exemple…..
Sóc molt escéptica en aquest sentit.
Em sap greu…..
Sr. Foix: Estoy totalment de acuerdo con todo lo que Vd. escribe en su articulo.
Mi respuesta pues, ya la he venido haciendo durante varios de sus sabios foixblogs.
Por lo que aquí ya no diré nada.
El comunisme (un sistema opressor i injust) va ser una conseqüència lògica del capitalisme liberal absolut (un sistema igualment opressor i injust). La injustícia continuada en el temps provoca necessàriament una reacció lògica dels ciutadans. Al llarg de la història sempre ha estat així i no serà en la nostra època una excepció.
Haurem d’actuar tots plegats per viure la justícia a tots els nivells, que no és res més que donar a cadascú el que és seu, el que li correspon com a persona. Altrament, la confrontació social és inevitable.