La suerte de Ucrania contiene un máximo dramatismo para los ucranianos que se encuentran divididos entre europeístas y rusófilos, según el área de influencia cultural y política de los últimos siglos. En el este del país se habla mayormente ruso y en el oeste ucraniano. Las almas eslava y europea se debaten en las violentas manifestaciones de estos días con el presidente Víktor Yanukóvich, que pretende perpetuarse al frente de una república sin libertades, y una parte muy considerable de ciudadanos que se amparan en Europa para escapar del autoritarismo de nuevo cuño.
Pero el futuro de Ucrania es también determinante para el Kremlin. Vladímir Putin no se compara con Lenin o Stalin sino con Pedro el Grande y Catalina la Grande, que estuvieron obsesionados en convertir a Rusia en una gran potencia mundial y moderna. La constante de la expansión geográfica ha marcado la historia rusa. Un ministro zarista, tras la derrota en la guerra de Crimea en 1856, dijo que la frontera de Rusia sólo estaría segura si a ambos lados hubiera soldados rusos. Todas las repúblicas que se desgajaron de la Unión Soviética al hundirse el régimen comunista habían sido conquistadas a lo largo de los siglos desde Iván el Terrible.
Nadie imaginaba que Ucrania también se iría sin prácticamente ninguna resistencia de un Kremlin en estado de depresión política. Kíev, de alguna manera, es el núcleo espiritual y vital de lo que sería la gran Rusia de los zares. Putin sabe que no puede anexionarse Ucrania pero pretende tenerla controlada y, sobre todo, que no sucumba a los cantos de sirena de Europa, que sirve de paraguas protector para todos los países que estuvieron bajo el control soviético en tiempos del socialismo real y el Pacto de Varsovia.
Los rusos sostienen que no quieren dominar el mundo sino que es el miedo y no la agresión lo que les ha llevado a ensanchar sin mesura sus fronteras. El zar Alejandro I temió al gran Napoleón. La Guerra de Crimea fue causada por el miedo de Rusia de que Inglaterra y Francia controlaran Constantinopla bloqueando su salida al Mediterráneo por el mar Negro.
Rusia entró en la Gran Guerra de 1914 por el temor a que Alemania dominara también Constantinopla como parte de su proyecto de un imperio que iría de Berlín a Bagdad. Se olvida en Occidente que Rusia ha sido invadida varias veces desde Europa y nunca ha protagonizado una guerra agresiva contra Occidente. Ocupó París en 1814 tras derrotar a Napoleón y entró en Berlín y Viena después de vencer a Hitler. Tras la última guerra se adueñó de media Europa con una ideología política y social que nació en Occidente y regresó contra Occidente.
Todas estas cuestiones están sobre el tablero de la política rusa y europea. Ucrania es el banco de pruebas para establecer los límites fronterizos entre Europa y Rusia.
Publicado en La Vanguardia el 30 de enero de 2014
Menos mal que el Sr. Foix reconoce y escribe que Rusia nunca ha protagonizado una guerra agresiva contra Occidente. Cierto. Desde Ivan el Terrible hasta Putin el Tremendo, Rusia es mucha Rusia…muchos rusos en Rusia… muy buena la ensaladilla rusa. Disculpen, se me ha ido la pinza, pero es que ademas el tema es muy leve y se resolvera si la Europa corporativa no mete el hocico en esta parte de Europa no corporativa que tambien es Ucrania y Rusia. Tot s´aclarira.
Mas cerquita, que es lo que interesa de verdad de la buena, vemos como el Santander ha doblado los beneficios del año pasado. Un alivio.
Y ya sabemos que la in_fanta bajara en troncomovil hasta la puerta de deposicion de imputados de Palma. Otro alivio.
Tot plegat es para una deposicion de padre y muy señor mio.
Asi para redondear anotemos que los cinco que han quedado con el monopolio financiero (SAN-BBVA-CAIXA-POPULAR-SABADELL)grosso modo han cuadriplicado en 2013 el beneficio del 2012. No esta mal.
El fondo del ejercito de Qatar se ha quedado con el historico hotel Diplomatic de Pau Claris, aqui en la Ciudad de los Prodigios.
Buen fin de semana. Sean buenos.
Buen apunte
Sr.Foix: Comparto su opinión, en Ucraina se están dirimiendo más cuestiones de las que están a simple vista…pero mientras eso sucede, asistimos en Barcelona al desembarco de la nueva clase social rusa, nacida de los restos del naufragio del comunismo y dispuestas a decorar con tapas de oro sus inodoros…