Hace un cuarto de siglo caían muchas fronteras, se terminaba la guerra fría, empezaba el desguace de la Unión Soviética y el mundo parecía entrar en el estadio de la paz perpetua kantiana, después del triunfo incuestionable de las democracias liberales. Ayer seguí con interés la entrevista que Stephen Sackur hacía a Francis Fukuyama en el espacio Hard talk de la BBC, en el que van pasando los líderes políticos, sociales y académicos del mundo entero.
Fukuyama fue hace 25 años el autor del controvertido libro El fin de la historia y el último hombre, en el que establecía que tras la caída del bloque comunista la historia había dado su veredicto definitivo ya que las democracias liberales habían derrotado a sus rivales ideológicos. Fukuyama argumentaba que se habían malinterpretado las tesis de su trabajo. Posiblemente, pero la euforia de muchos académicos sobre un mundo sin conflictos con la victoria de las democracias orientadas por los mercados ha sido alterado o destruido por la realidad.
La inestabilidad es hoy la gran inquietud en un mundo que está sometido a las transformaciones que agitan el comienzo de un milenio en el que los conflictos intentan borrar fronteras establecidas en Ucrania, Siria, Iraq o bien se desafía a Occidente desde un Estado Islámico que nos ofrece el perverso espectáculo del degüello de rehenes difundido globalmente a través de las redes sociales.
El crecimiento espectacular de China, un país oficialmente comunista, no le da la razón a Fukuyama, que acaba de publicar otro ensayo, Political order and political decay, mucho más realista pero tanto o más desconcertante que el que escribió al término de la guerra fría. Se sube al carro del revisionismo de la mano de los matices y de la fragilidad humana y colectiva a lo largo de los siglos.
Está cambiando la naturaleza y el ejercicio del poder. Lo más grande o lo más poderoso no garantiza imponer el orden de las grandes burocracias estatales. Lo ejemplifica muy bien Moisés Naím en su libro El fin del poder cuando dice que lo que está transformando el mundo es el ascenso de los micropoderes y su capacidad de desafiar con éxito a las grandes potencias políticas, económicas o militares. Lo grande es también vulnerable.
Obama puede bombardear posiciones del Estado Islámico destruyendo bases y matando a unos centenares de yihadistas. Incluso puede hacerlo con la cooperación de cinco estados árabes, más las intervenciones de Francia y otros aliados. El problema se plantea cuando esos parias decapiten en directo a unos cuantos rehenes occidentales. Si el futuro del poder está en la perturbación y la interferencia y no en la gestión ni la consolidación, dice Naím, no podemos confiar en que vuelva a haber estabilidad. Hemos entrado en un nuevo mundo sin saber cuáles son las reglas de juego.
Publicado en La Vanguardia el 25 de septiembre de 2014
Pero todos sabemos que siempre ha sido así. Estos micropoderes nos los han contado solo que ahora los vemos en directo. Nada cambia, la felicidad del hombre esta en sus próximos. Como sociedad toca poner en marcha la trasparencia. Nada nos asegura que lo nuevo vaya a ser mejor. Podemos limpiar lo viejo, seguro!
El nivel es muy bajo y Pujol se los come cuando quiere. Estos tíos en Madrid no duran un asalto. Hay que profesionalizar la política catalana. Tanta tertulia les ha hecho perder la realidad de vista.
http://www.eafit.edu.co/revistas/badp/Documents/badp9/BADP-09-norberto-bobbio.pdf
«»»La democracia, sí, ha vencido, pero su victoria no es
definitiva. En una visión laica (no mítico-religiosa) de la
historia, nada es definitivo. La historia humana no sólo
no ha acabado, como anunció años atrás un historiador
americano, sino que acaso, a juzgar por el progreso técnico-
científico que está transformando radicalmente las
posibilidades de comunicación entre todos los hombres
vivos, acaba de empezar. Difícil, si acaso, decir en qué
dirección está destinada a avanzar»»»…
Bobbio era muy bueno y lo mejor de todo lo dijo aquí: 4 min
http://www.youtube.com/watch?v=xpbVUG9U_3Q
Buen enlace Francis, se agradece…
Tiene usted razón, y no sospechamos que cambios pueda haber en los próximos 20 años. Sin ir más lejos la llegada de robots avanzados para realizar muchas tareas humanas… Pero, si que creo que hay algo que no cambia: nuestra forma de comportarnos como seres con «alma» o espíritu: nuestros actos y su reflejo moral, la búsqueda del bien y si, en realidad, actuamos por amor o por otras razones más ligadas a la vida en la selva.
Se ha vuelto a demostrar que predecir el futuro no es fácil, en ninguna materia. De todos modos, los micropoderes no parecen tan pequeños cuando son capaces de provocar el desplazamiento de cientos de miles de personas. Su poder se basa en la fuerza de las armas, y estas cuestan dinero que alguien debe proveer. Por otra parte, alguien parece dirigir tanto los micropoderes como los macro… Si un micropoder quiere ganar influencia necesita «poder» en un ámbito determinado, mayor o menor, y este se consigue desde la posesión de dinero hasta el de un mensaje que sea capaz de movilizar al suficiente número de personas para ser lo más poderoso posible; si puede, no se conformará con el micropoder, de hecho el estado islámico desea un califato que abarque una parte notable del mundo.
El domini dels mitjans econòmics, mediàtics, legislatius, am la connivencia dels governs sa decantad massa deixant als més desfavorits sense esperança. Qualsevol cosa és posible.
Sr. Foix: Pienso que este corte de cabezas va más dirigido al mundo occidental que al mundo oriental. Que muy bien podría estar detrás del mundo de los intereses geoestratégicos del petroleo, del gas natural e incluso de las materias primas.
Nada es lo que parece. Pero si que se trata meramente de intereses y poder. Para ello tratan de desplazar y apartar a los occidentales del mundo del petroleo, ect.
Al buen entendedor…
Sr.Foix: las grandes potencias, como los dinosaurios, tienen sus mayores debilidades en ellas mismas, su gran tamaño son su principal enemigo…