Si el fútbol no consigue desarrollarse en un entorno de respeto al adversario se puede convertir en un camino hacia la falta de civismo, el fanatismo y la confrontación. Dice George Steiner que «cada vez que un ser humano es azotado, matado de hambre, despojado del respeto a sí mismo, se abre un agujero negro concreto en el tejido de la vida».
La violencia no aparece súbitamente. Hay un cultivo previo, lento, aparentemente inofensivo. Primero son los gritos, luego las amenazas, más tarde el enfrentamiento abierto. Es imposible que las decenas de miles de aficionados que se dan cita en un estadio de fútbol guarden un respetuoso silencio.
Se chilla, se insulta y se ofende al adversario, al árbitro cuando se equivoca en contra, a jugadores concretos. Lo peligroso y lo intolerable es cuando la violencia retórica es estructural, organizada, permitida o tolerada por las instituciones que los violentos pretenden representar.
Los episodios brutales en el Manzanares, en la previa del partido Atlético de Madrid-Deportivo de La Coruña, acabaron con un muerto arrojado al río. Se han producido más incidentes en semanas recientes. Los gritos de un sector minoritario del Bernabéu el sábado en el partido contra el Celta son sancionables como lo han de ser los coros racistas en cualquier estadio. Que en Madrid se abuchee al Barça es tan habitual como los gritos anti madridistas en el Camp Nou. Pero el «Messi subnormal» y el «puta Cataluña» que se escucharon en un partido del Madrid contra el Celta es un insulto que no viene a cuento.
Hará bien la LFP en imponer sanciones al Madrid o a cualquier entidad que permita tanta irracionalidad en su grada. También si ocurriera en el campo del Barça. En todo caso, las nuevas normas anti violencia que están en trámite de ser aprobadas tienen que ser contundentes y rápidas. Hacer la vista gorda en los pequeños indicios de violencia es abrir la puerta al disparate del fanatismo.
Publicado en Mundo Deportivo el 9 de diciembre de 2014
Hace unos 10 o quizás más años, un juez jubilado creo tertuliano en un programa de julia otero, creo que emitido desde Barcelona, afirmaba refiriéndose a la violencia verbal en los deportes que era tolerable si con eso se evitaba alguna guerra. Claro que eso no sirve para consolar a los parientes y amigos del muerto hace unos pocos días
Señor Foix: ¿No se le olvida algo referente a la irracionalidad en la grada? Tenemos que ser ecuánimes y recordar unas pancartas mal hechas en un lugar inapropiado. Catalunya its not Spain. Esto ocurrió en Valencia. Hay, la memoria que tiene las patas…
Esa pancarta no insulta a nadie.
Sr.Foix: desde hace tiempo controlar un equipo de fútbol es la puerta de entrada para controlar determinadas amistades y negocios que se cierran en sus palcos…tener contentos y subvencionados a un grupo de ultras era la forma de marcar el territorio y dejar claro a los adversarios que se contaba con una panda de descerebrados dispuestos a todo si se contradecía al presidente…pero la cosa se les ha ido de las manos a más de uno y ahora vienen las lamentaciones y las prisas por arreglar un tema que tiene su origen en las mismas entidades que ahora quieren solucionarlo…