La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos, según la geometría euclidiana. Esta certeza incuestionable no se aplica necesariamente en la vida y mucho menos en la política, donde los imponderables corrigen constantemente el rumbo previsto. A quien piense que en política se puede prever todo sin que sea necesario ningún riesgo es muy probable que le sobrevengan todos los riesgos posibles y no se cumplan las previsiones anunciadas. La política se basa en el hecho de la pluralidad y complejidad de las personas y los pueblos, que evolucionan con el paso del tiempo.
En los sistemas democráticos se gana y se pierde. Se alcanza el poder por las urnas y se abandona también en unas elecciones. Decía Jacques Delors, uno de los europeístas de más prestigio que ha tenido responsabilidades en Bruselas, que «necesitamos líderes que no barran para casa, que tengan visión a largo plazo y defiendan los intereses comunes». Hacen falta hombres de Estado que estén dispuestos a jugarse su carrera política para defender una causa legítima y justa. Arriesgar para ganar y para perder. Sin apartarse de las reglas de juego establecidas.
El domingo, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, ganó unas elecciones anticipadas porque necesitaba el apoyo en el Parlamento a su discutida política económica. Ganó holgadamente. En las elecciones suecas del mes de septiembre salió elegido el socialdemócrata Stefan Löfven. Presentó los presupuestos y el partido de extrema derecha, Demócratas de Suecia, votó el presupuesto de la oposición. El mismo día anunció la disolución de un Parlamento de dos meses de vida y convocó elecciones anticipadas.
En los dos casos se ventilaban presupuestos o políticas económicas que puedan ser sostenidos por una mayoría parlamentaria. Mariano Rajoy juega con esta ventaja, aunque las encuestas le indican más bien el camino de salida del Gobierno que el de la permanencia en la Moncloa. Las urnas son silenciosas pero muy determinantes a la hora de echar a los gobernantes que no cuentan con la aprobación de los electores. Finalmente, los ciudadanos votan a quienes les inspiran mayor confianza y a quienes piensan que pueden resolver los problemas más acuciantes con más rapidez y decencia. Los políticos no hablan de la rampante corrupción instalada en muchos ámbitos de la vida pública. Pero la gente lo sabe y actúa en consecuencia aunque tenga que esperarse a que se abran las urnas.
El president Artur Mas nos tiene sometidos a la incertidumbre. No sabemos adónde nos conduce ni tampoco con qué aliados cuenta. Se atribuye a Winston Churchill que estando reunido en su residencia de Chequers, cuando Inglaterra luchaba sola contra Hitler, jugaba con varios de sus ministros sobre cuál sería su máximo deseo. Cuando le tocó al primer ministro dijo que lo que le apetecería más es descolgar el teléfono, llamar, y que al otro lado de la línea respondiera el presidente Roosevelt. Es famosa su frase de que la única cosa peor que luchar una guerra con aliados es batirse sin aliados.
Artur Mas tiene rotas las líneas políticas con Europa, en las dos direcciones. La ruptura con el Gobierno de Rajoy es bien descriptible. Pero es que ha roto también con Oriol Junqueras, su socio de investidura y, a ratos, líder de la oposición, y se puede deducir que la ruptura con Duran Lleida es cada vez más evidente. En la conferencia del 25 de noviembre, inicio de la temporada de conferencias de este otoño, trazó un panorama rectilíneo en el que estaban previstos todos los pormenores hasta la declaración de independencia. No ha transcurrido ni un mes y aquella hoja de ruta tiene grandes interrogantes por las naturales imprevisiones de la política.
Habría que hacer la distinción entre el proceso hacia la independencia y la necesidad de cualquier pueblo a ser gobernado. Los presupuestos son esenciales para gobernar, y el partido de Mas sólo tiene 50 diputados. La presión sobre Oriol Junqueras está siendo muy fuerte. ERC no va a ahogar los presupuestos de salida, pero a cambio va a exigir elecciones en primavera sin lista única. Un tuit de un republicano bien conocido mencionaba ayer «los pecados de ERC: no aceptar la lista única es traición, cuestionar el presupuesto irreal es irresponsable y pedir elecciones anticipadas es electoralismo». Pienso que resumía bastante bien la posición de Oriol Junqueras de compartir un objetivo común con Artur Mas -la independencia-, pero cada formación debería presentarse por su cuenta. Según las últimas encuestas, Mas obtendría una victoria ajustada pero dejando por el camino entre ocho y diez diputados más. En poco más de dos años habría pasado de tener 62 escaños a 43. Es un riesgo que no quiere correr, por lo que no hay que descartar que siga gobernando hasta donde y cuando pueda y llegar al 2016 exhausto y con un partido deshilachado.
Si consigue atravesar indemne el campo de minas que tiene por delante, puede cambiar el panorama político español y tener en Madrid otros interlocutores con los que pueda discutir desde el desacuerdo. El problema es que hasta el final de trayecto se habrían celebrado elecciones municipales y generales en las que no está asegurado un resultado digno para CDC. Mas no quiere, pero será difícil evitar una convocatoria a las urnas precipitada.
Publicado en La Vanguardia el 17 de diciembre de 2014
Hacia las urnas, ciudadanos..!!!….ja era hora !!
Se mueve el tema Usa Cuba.
Si, es que la situación de Rusia empieza a ser preocupante y ya no pueden ayudar a nadie, los Estados Unidos lo han visto claro…
Sr.Foix: son los presupuestos de Estado los que designan con claridad meridiana la situación de cualquier país y por extensión de las políticas que los desarrollan, es en ellos dónde se ve la situación real y la dirección hacia dónde se encamina el país…los problemas emanados de su aprobación reflejan los problemas que existen y las consecuencias que de ello se deriva…