No gusta este Barça

El defensa Jérémy Mathieu

A veces pienso qué ingrato debe ser el oficio de cronista deportivo en una ciudad con un equipo destinado a descender de categoría. La épica ya no sirve. De la rabia se pasa a la resignación. Y la frustración no ofrece más salidas que la literatura.

Conocí a un redactor deportivo del Daily Telegraph cuyas crónicas era obligatorio leerlas cada lunes. Era un portento de inteligencia, de conocimiento del fútbol y de vocabulario culto de alta gama. También traté a Álvaro Ruibal cuando escribía relatos de partidos de tercera división. Trazaba cuatro pinceladas sobre el partido y el resto lo dedicaba a describir la atmósfera de campos de tierra en el área metropolitana barcelonesa. Sublimes piezas.

Luego vino Vázquez Montalbán y ofreció la vertiente social, ideológica y política que desprendía aquel Barça con largas sequías de títulos. Muchos han querido imitarle pero nadie se ha atrevido. Joaquim Maria Puyal nos ha ofrecido el lenguaje moderno, la pasión controlada, la crítica y el elogio oportunos, la humanidad y la mesura. Sergi Pàmies es la sutilidad literaria, el dato imprescindible, la ironía distante y la relatividad de lo que es pasajero.

Hay más periodistas y tertulianos que sigo con gran interés y que no cambian el relato por un resultado adverso. Santi Nolla y Xavier Bosch, por ejemplo. Me cuesta identificarme con los colegas que disparan indiscriminadamente sobre el juego del Barça por razones que desconozco.

El Barça puede ganar varios títulos, me decía uno de ellos, pero no me gusta cómo juega. Cruyff dijo algo parecido hace unas semanas. No es un precepto constitucional que guste o no guste el juego de un equipo. Faltaría más. Un servidor, simple resultadista, estoy con Luis Enrique: “Ganar no es malo nunca”. Es más bien una regla universal de todo deporte. También lo es perder con elegancia. El Barça no es una máquina perfecta. Pero está muy vivo en las tres competiciones. ¿Hay alguien más?.

Publicado en Mundo Deportivo el 7 de abril de 2015