Los cuatro partidos con mayor representatividad en el Congreso actúan como si hubieran ganado o, por lo menos, como si de ellos solos dependiera la formación del gobierno. Mariano Rajoy ha ganado las elecciones pero perdió más de tres millones y medio de votos por el camino. Pedro Sánchez ha obtenido el peor resultado de la historia del PSOE en los últimos cuarenta años. Pablo Iglesias se ha convertido en la tercera fuerza con 69 escaños de golpe, y Ciudadanos no culminó sus expectativas pero dispone de 40 diputados.
Dos perdedores, Rajoy y Sánchez, actúan como si fueran los vencedores, pero son incapaces, de momento, de sumar los 175 escaños imprescindibles para formar un gobierno de coalición que permita una cierta estabilidad en la legislatura. Actúan como si estuvieran todavía en campaña electoral sin tener en cuenta que las urnas ya han hablado y son ellos los que han de utilizar sus habilidades para que el país encuentre un cierto equilibrio y salga adelante.
La renovación de los líderes ha sido muy amplia en Catalunya desde que Artur Mas trazó la hoja de ruta independentista. Él mismo ha sido la víctima principal. Pero, por el camino, se han roto partidos y se han despeñado varios líderes. Nadie tenía intención de dimitir, ni siquiera después de una derrota electoral, pero las urnas tumban a los líderes que se creen más gigantescos. Nunca es dramática una dimisión porque siempre hay alguien en disposición de tomar el relevo. Ni el mismo Carles Puigdemont sospechaba hace diez días que hoy sería presidente de la Generalitat.
Pocas horas después de las elecciones del 20 de diciembre escribía que lo mejor para Mariano Rajoy y Pedro Sánchez sería que dimitieran. Habría sido saludable para ellos mismos y para los partidos que representaban. Quizás hoy no estaríamos en las confrontaciones que impiden acercar posiciones para formar algún tipo de coalición entre dos personajes que perdieron votos a millones y, además, son incapaces de buscar un punto de encuentro que permita formar un gobierno y evitar acudir de nuevo a las urnas en un periodo muy breve. La estupidez, en palabras homéricas, tiene los pies ligeros y ni siquiera roza el suelo, pero camina sobre la cabeza de los hombres para su perdición apoderándose de ellos, uno tras otro, cuando más le apetece.
La cultura del pacto fue posible en los primeros años de la transición para evitar la ruptura que ni la izquierda de Santiago Carrillo o la socialdemocracia de Felipe González veían como la salida más indemne de la dictadura. La derecha, por supuesto, también se apuntó porque no tenía otra opción.
No se trata de renovar los programas pero sí las personas que son incapaces de arrastrar a una mayoría social suficiente. Un gobierno de coalición comporta cesiones programáticas y también personales.
Todavía no se han restañado las profundas heridas de la crisis que empieza en el 2008. Estamos enzarzados en una crisis
sobre el modelo territorial de España, una más, tenemos la crisis de la izquierda fragmentada y la de la derecha abrazada a la rigidez constitucional. Hay que hacer frente, como se pueda, a la galopante crisis de las desigualdades locales y globales.
La aritmética puede desencallar la situación. Pero sin voluntad política de reconocer que el otro puede entrar también en el juego no se llegará a ninguna parte. De los 28 estados de la UE, 22 tienen gobiernos de algún tipo de coalición. Las mayorías absolutas las ofrece de vez en cuando el sistema electoral británico. En muchos países se negocia muchos días y muchas noches hasta alcanzar un acuerdo mínimamente satisfactorio.
Se habla ahora de dar un paso al lado, un eufemismo para significar que se está dando un paso atrás, que es lo que hacen los políticos cuando son castigados por las urnas o son incapaces de entrar en el circuito de la gobernabilidad o, igualmente digno, de ejercer las faenas siempre ingratas pero necesarias de la oposición.
Podemos, Ciudadanos y los 28 diputados nacionalistas o regionalistas pueden tener un papel decisivo. Pero no pueden ser los protagonistas principales para formar una alianza tan heterogénea como la que pretende Pedro Sánchez. La generosidad de retroceder un paso no es lo que más abunda en política. Alemania tiene la cultura de la coalición, que atraviesa a menudo momentos tormentosos, como el que seestá viviendo ahora con la crisis de los refugiados. Aquí carecemos de ella porque nos cuesta admitir que el otro pueda tener un mínimo de razón.
El Rey ha iniciado la ronda de consultas protocolarias. Si encuentra dificultades insalvables para formar un gobierno, las urnas aparecerán automáticamente en cuestión de meses. Es bien conocido el pensamiento popular de que segundas partes nunca fueron buenas.
Publicado en La Vanguardia el 20 de enero de 2016
A Catalunya més que pacte sembla que hi ha hagut molt xantatge
En aquests casos de tan difícil solució penso que el millor és que els actuals líders dels partits polítics que han perdut dimiteixin i es vagi a unes noves eleccions perquè sigui el poble qui decanti la balança.
Sr.Foix: una cosa es pactar y otra bajarse los pantalones…
P.D. Digo…gobernancearnos…porque no nos gobiernan, sino que nos gobernancionean.
Al buen entendedor…
Muy bueno lo de Gobernancionear Albert…
Sr. Foix: » Pactar es ceder un poco en todo «… pero no pactan ni pactarán porque, no viven en sus carnes el drama de los desamparados y desesperanzados …5.000.000 de personas…que están en el paro desde hace años. De los cuales 2.500.000 de personas, ya no cobran nada de nada y muchos de ellos están ó estarian en la calle, si nofuera por la ayuda y el sacrificio de la familia, los amigos y de los voluntarios bienhechores de las varias organizaciones benéficas.
Tampoco olvidemos que los grandes corruptos que han aprovechado y husado al Estado para su propio beneficio han hipotecado la vida de nuestros descendientes y arruinado y dejado en la calle a sus padres.
A los que quieren gobernancearnos no parece que se acuerden del drama y de la urgencia vital de pactar y hallar una solución aldrama y a lo que se avecina, porque los desamparados no tendrán siempre tanta paciencia y tolerancia…
Vayanse Sres. aspirantes a gobernancearnos… y que otros más sabios, voluntariosos y más humanos…ocupen sus puestos…
Permaneciendo inalterables en sus convicciones son más un estorbo que una solución.
¡ Ah ! y lo suyo no tiene solución…Porque la sociedad no quiere mas de lo mismo.