Si no se consigue investir un presidente mañana o en una próxima ocasión, después de las elecciones vascas y gallegas, los políticos podrían someterse a una auditoría interna antes de volver a presentarse por ver si reúnen las condiciones para ponerse de acuerdo con los otros líderes que no piensan lo mismo que ellos. Se trata de investir a un presidente, que no de formar parte de ningún gobierno. No es tan difícil.
Tres elecciones en un año no tiene precedentes en la historia europea reciente. La democracia lo admite todo y es el sistema para superar las crisis y contradicciones de todo tipo. No es el sistema el que falla, sino los que tienen que ponerlo en marcha en algo tan elemental como la investidura de un presidente. No es de recibo que transcurran diez meses en funciones, sin legislar, sin que ningún ministro acuda al Congreso, sin que nadie rinda cuentas a nadie. Un periodo demasiado largo de precariedad democrática.
El problema es que el centroderecha no tiene votos suficientes para gobernar y el centroizquierda es inviable por su heterogeneidad ideológica y territorial. En más de veinte países europeos se gobierna en coalición o con pactos de legislatura. Es lo más habitual. En países como Dinamarca y Finlandia la extrema derecha xenófoba no sólo apoya al Gobierno, sino que también forma parte de él.
El debate de ayer ilustró la incapacidad de encontrar puntos en común para investir a un presidente. Vimos el comienzo de una nueva campaña electoral. No tiene sentido porque nadie se va a beneficiar de unas elecciones en tiempos navideños. El mensaje que sale del Congreso es que los partidos no quieren ponerse de acuerdo para designar a un presidente de gobierno.
La defensa de la unidad nacional defendida con ardor por Mariano Rajoy la comparten también, con todos sus matices, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Curiosamente, la unidad tan protegida por los dos grandes partidos convive con un Congreso en el que hay más partidos de sensibilidades distintas que nunca.
España es plural desde el punto de vista cultural, lingüístico, histórico y económico. Ernest Lluch decía que aspiraba a vivir en un país, tan diverso y complejo, en el que todos nos pudiéramos sentir cómodos. Se trataría de aceptar al otro tal cual es, sin darle golpes de Constitución ni invocando una unidad nacional que niega la pluralidad real. No hay una única manera de ser español como tampoco todos los catalanes o vascos pensamos y votamos igual en todas las ocasiones.
En la Viena de los Habsburgo se hablaba alemán como lengua burocrática imperial. Los nobles hablaban francés, el clero latín y el pueblo en las muchas lenguas propias de los dominios de aquel Estado plurinacional, des de el húngaro al checo. Se precisa una reforma constitucional que garantice la unidad desde la idea plural y federal.
Publicado en La Vanguardia el primero de septiembre de 2016
Sr. Foix : Vd., comos siempre, nos hace una descripción perfecta y bien opinada, de la realidad de la política, que nos hacen los políticos de hoy día. Tomo buena nota.
BartoloméC, también nos obsequia con su inmejorable respuesta. Que es fiel reflejo de la realidad. También tomo buena nota.
También me gusta la ingeniosa respuesta de francis black.
Y por último también me gusta la sabia respuesta de david g. Porque ha expresado una realidad actual que tiene lógica.
estoy empezando a llegar a la siguiente conclusión: en época de crisis económica no hay nadie que quiera gobernar. mucha ideología de todo tipo para hacer ruido pero nada de legislar para mejorar la vida de los ciudadanos. en realidad, porque faltan ideas. ante la propia incapacidad para afrontar momentos históricos difíciles, ruido, ruido y más ruido.
y también digo: al final igual no nos va tan mal sin políticos. si la economía sigue tirando como hasta ahora a lo mejor descubrimos que los políticos (al menos los que hay ahora) eran parte del problema en lugar de la solución. ellos nos quieren hacer creer que son imprescindibles pero si no cambian de actitud que se vayan al paro.
Una reforma constitucional necesita de consenso y ahora no son capaces. Lo mejor sería hacerlo todo a cara o cruz. Lo complicado sería encontrar una mano inocente y que se pusieran de acuerdo en que moneda utilizar. Yo propongo una de valor pequeño, no vaya a desaparecer.
Francis, corremos el riesgo que la moneda que elijan tenga dos caras…y que la cruz nos la hagan llevar a nosotros, como siempre…
Sr.Foix: el comportamiento de nuestros políticos es lo más parecido al de los Hooligans, cada uno con su atuendo, canticos, pancartas y proclamas y sin atender razones que no sean las que ellos pregonan…y cada vez con más agresividad en sus exposiciones…si se realiza esa reforma constitucional que Vd pide, debería establecer en su primer punto que los políticos están al servicio del bien comun y de la sociedad…y no al servicio del partido…